En Francia, esta mañana se ha publicado en el Diario Oficial de la ley el decreto Taubira (del nombre del ministro de Justicia, la socialista Christiane Taubira, promotor de la ley) que legaliza el matrimonio y la adopción gay.
Los primeros efectos son que las palabras «padre» y «madre» se han canceladas y han sido modificadas en el libro de familia y el Código de Procedimiento Civil.
Ahora hay un campo blanco neutro para dar cuenta de las familias de dos padres o dos madres, y las palabras «el padre, la madre» se sustituyen por «uno de los padres».
Desafortunadamente hemos llegado donde ya sabíamos.
Volví a leer lo que había escrito sobre el tema que, como se han dado cuenta mis lectores, es para mí una cuestión de importancia fundamental.
En ¿Mamá y papá? Definiciones de abandonar había hablado, hace más de seis meses, en favor de la familia natural, sustento de cualquiera sociedad que quiera pensar en su futuro.
En Familia e hijos en la posmodernidad intentaba de investigar como estaban cambiando estos conceptos y como una malentendida ley positiva me parecía la causa incitante y justificante de todas las libertades, las necesidades y los derechos se venían descubriendo.
En Pobre mundo, adonde hemos llegado expresaba mi desolación frente al mundo que estábamos construyendo.
En Matrimonio gay, el último que escribí sobre el tema atrayendo a más de una reprobación, hablaba de lo inevitable oponiéndome en nombre del derecho natural, consagrado en miles de años, y de la tradición judaico-cristiana expresada por la fe.
Si alguien quiere ir a través de este camino de reflexión, creo que pueda encontrar algunas respuestas “incorrectas” y fuera de los cánones tan en boga hoy en día.
¡Sopas! pues estos, defendiendo sus “derechos” se están cargando los de todos. Y nosotros como decimos en Chihuahua: ¡a tragar pinole hijo!
Pues hasta donde va a llegar esto. Puro descastado y mal parido, esta detrás de esto.
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