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La miseria de la disculpa

Barilla

Donde hay Barilla hay un hogar

Siempre me pareció muy extraño, muy raro por decir lo menos, esta manía de pedir disculpas.

¿Fórmula auto-absolutoria?  ¿Sacrificio expiatorio?  ¿Astuta búsqueda de consensos? ¿Rendición al “political correctness”?

De veras no sé.
Lo que muy a menudo he visto es que piden disculpa los que culpa no tienen. Pues la culpa es la responsabilidad personal de una acción que ha causado un daño.

En la Iglesia católica, -a diferencia de todas las otras iglesias y religiones, quizá  por una herencia de Jesús el Cristo que tomó sobre sí mismo todas las culpas, los pecados de los hombres-, en estos últimos tiempos unos Papas solían pedir disculpas al mundo por los acontecimientos pasados.

Sin embargo, está claro, es una forma simbólica, a seguir las huellas de Cristo, para aceptar, para hacerse cargo de los errores de los hijos de Dios.

Otro caso es lo de los políticos, que deberían y no lo hacen, y cuando lo hacen es una clara “captatio benevolentiae” (captación de benevolencia), recurso retorico a través del cual intentan atraerse la buena disposición del ciudadano-elector.

O como el caso que salió en Italia en estos días, lo que me ha empujado a escribir: el caso “Barilla”.

Guido Barilla, presidente y consejero delegado de la multinacional alimentaria italiana del mismo nombre (líder mundial en el mercado de la pasta seca), intervino en un programa de radio y contestando a las preguntas apremiantes de sus interlocutores que le preguntaron por qué no hace un comercial en familias homosexuales, primero les dijo que invierte su dinero como él quiere, y, a continuación, explicó que él nunca lo hará porque cree que la familia es sólo la natural, el marido, la esposa y los hijos.
Expresó la idea suya y de su empresa. No impuso nada.

(Por más de treinta años en la televisión han pasado comerciales de familia de este tipo que come pasta y galletas “Molino Blanco”, con dulce música de violines, y al final el logo Barilla con la cita “Donde hay Barilla hay un hogar”)

¡Todo se desató el infierno! ¡Nunca lo hubiera dicho!

Hay una premisa de hacer: un par de días antes la presidenta de la Cámara de Diputados, como Boldrini, ni decir izquierdista, -desde el momento en Italia es fácil y sin complicaciones-, había encontrado nada mejor que quejarse de que en los anuncios de comida siempre se ve a una mujer para servir en la mesa (¿?). Esta tontería ha excitado los cronistas (llamarlos periodistas sería demasiado), que se pusieron a buscar a Guido Barilla, para provocarlo y levantar revuelo.

Y así fue. Periódicos, revistas, talk-show, todos montando el caso por la supuesta discriminación, la actitud anti-gay, la incitación al odio y la violencia.

Entrevistando a personas en la calle que no van a comer más pasta Barilla; niños que dicen que les da asco la galleta Molino Blanco; alcaldes que quieren prohibir que se sirve pasta de esta marca en los comedores escolares.
Realmente no hay límites a la idiotez humana.

Al final, el “incauto” señor Barilla tuve, -lo han convencido, la razón de los negocios-, que retractarse, pedir disculpa.

Aquí el video de disculpa publicada en el sitio web de Barilla.

“En toda mi vida siempre he respetado todas las personas que conocí, incluso homosexuales y sus familias, sin distinción alguna.”
“Las numerosas reacciones en todo el mundo a mis palabras me golpearon e entristecieron y me hicieron darme cuenta de que tengo mucho que aprender sobre el debate sobre el desarrollo de la familia”
“En las próximas semanas Me comprometo a cumplir con los representantes de las asociaciones que representan la evolución de la familia, incluyendo a los que te han ofendido con mis palabras”

 Hay que mirarlo con mucha atención este video, porque es el testimonio más dramático de la catástrofe social, cultural y jurídica que estamos viviendo. (la Constitución Italiana: hay una sola familia, que es (art. 29) una “sociedad natural fundada en el matrimonio», cuyo objetivo es (art. 30) “mantener, instruir, educar a sus hijos”).

Guido Barilla, cara tensa, voz nerviosa, se ve obligado a disculpa humillante, en el modelo de los disidentes chinos. Es una vieja práctica maoísta, pero siempre vuelve buena. En la versión original, hay primero el trabajo forzado y las sesiones de reeducación, luego la autocrítica pública.

En este caso, la reeducación fue rápida: un bombardeo mediático desatado por el lobby gay y amplificado por los principales periódicos invitando al boicot de sus productos: en tan sólo unas pocas horas el capitán brillante de la industria transformado en los noticiarios de todo el mundo en uno de los peores criminales en circulación.

Comentan: “Es una persona encerrada, no tiene el ritmo de los tiempos”.

Decir que la familia está basada en el matrimonio entre el hombre y la mujer se ha convertido en un delito, “una entrada infeliz” en el mejor caso (véase el Corriere della Sera, el más “noble” periódico italiano).

Es la dictadura del pensamiento “correcto”. Es la forma totalitaria del pensamiento único: lo de “ellos”.

¡Y pensar que dicen que quieren preservar la diversidad!

¿Cómo se puede seguir manteniendo que los homosexuales son discriminados? Están en los periódicos y la televisión, mandan en el cine, llevan la voz cantante en la política, son fuertes incluso en la Iglesia.

Las mujeres con hijos son objeto de discriminación, no los gay. Ningún empleador te pregunta si eres gay, pero la gran mayoría quieren mujeres que no se casen y no tengan hijos.
Y nadie se sorprende por esto, nadie interviene.

Para mí la autocrítica por Guido Barilla es un documento escalofriante. Que al menos sirva para despertar unas conciencias.

El conformismo, la aquiescencia al “ritmo de los tiempos” es algo que no tiene fronteras.

El fiscal “Titanic”

Titanic

Este es el título de un artículo que apareció en el sitio italiano dedicado a Bruno Leoni.
(Bruno Leoni fue un jurista y economista liberal del siglo pasado. Tal vez ya les he dicho algo. Actualmente pero no es de él que quiero hablar sino de lo que aparece en el sitio por unos estudiosos y economistas liberales. Liberales de los verdaderos).

Se habla de Italia y de su precaria situación económico-financiera y de los impuestos que están ahogando empresas y familias.
Les hablo de este situación, y no es la primera vez, porque es algo que está afectando a toda Europa y no sólo.

La imagen que el título sugiere es la de un país, como el famoso transatlántico, que va a la ruina, el propio iceberg, sin darse cuenta, sin nadie a hacer nada para evitarlo.

“Después de años de ajustes fiscales hechos casi exclusivamente en el lado de los ingresos, ahora, en medio de una crisis que está comiendo la parte productiva de nuestra economía, es el momento de cambiar de rumbo”.

Sí, porque frente a una crisis generalizada, causada por el entrometimiento de los gobiernos, el crecimiento continuo e imparable de sus aparatos, inútilmente atajada por una expansión monetaria que más bien agravó los problemas, lo único que se propone es aumentar los impuestos a los ciudadanos.

Cabe señalar que en Italia la recaudación impositiva total, es decir, la suma de los impuestos directos, los impuestos indirectos (IVA, impuestos especiales, por ejemplo, la gasolina en que la tasa del impuesto supera el 54%), sellos, derechos de registro de bienes raíces, de automóviles, el impuesto sobre la radio y la televisión y todo lo que sigue) alcanza para la familia media italiana (esposo, esposa y dos hijos) el 60%.

Nunca en Italia, y creo en casi todos los demás países, se ha tratado de cortar costos innecesarios, reducir la estructura y el equipamiento del gobierno, que sólo generan costos sin producir nada, dejando los recursos así liberados a la disponibilidad de las empresas para inversiones y a los ciudadanos para sus compras así de producir crecimiento.
Siempre se habla de ello: pero al final el poder de veto de los grupos de presión políticos-económicos entrelazados, impiden cualquier intento.

Hablaron de eliminar o al menos reducir el número de provincias (cada una tiene presidente, vicepresidente, consejeros, funcionarios, oficinas, personal diferente: puro costo sin beneficio), aún manteniendo las regiones (que tienen su propio equipo, sólo que más grande y costoso); reducir a la mitad el número de diputados y senadores (respectivamente 630 y 315) con el correspondiente séquito de secretarios, empleados, choferes y relativo coche azul, beneficios para viajes, hoteles, restaurantes …).

No han hecho nada.

Cortar privilegios, la mayoría de las veces inmerecidos, regalías, favores, concesiones es imposible: más fácil entonces proponer una subida del IVA (al final del año, no inmediatamente, ¡gracias!); volver a poner el IMU, impuesto municipal sobre la vivienda, que había sido eliminado.

“La reducción de un impuesto subiendo otro es una broma. Devolver un aumento (es decir, lograr un resultado transitorio) a través de aumentos de precios permanentes es mucho peor: es el reconocimiento implícito de la bancarrota intelectual de una clase dominante entera que es inherentemente incapaz de rebelarse contra las voraces termitas del gasto”.

Pasan los años, los políticos siguen hablando, los ciudadanos, al menos en gran parte, empobreciendo y reduciendo su nivel de vida, los últimos sufriendo, literalmente, de hambre; empresarios que se suicidan oprimidos por las deudas; ciudadanos que se arrojan de un puente, ya que han perdido su trabajo, su casa.

En conclusión, nuestro barco va derecho contra el iceberg: aparentar que nos estamos moviendo más lentamente no vuelve el timón de un grado.

Berlusconi, un proceso político

Berlusconi triste

Incluso fuera de Italia no disminuyen las reacciones y comentarios a la sentencia del Tribunal de Milán que condenó en primera instancia, Silvio Berlusconi, a siete años de prisión e inhabilitación perpetua de los cargos públicos para concusión y prostitución de menores.
Una especie de cadena perpetua política impuesta contra el gran enemigo de todos los tiempos, Silvio Berlusconi.

En el mismo juicio se le acusa a más de 30 testigos de haber mentido: que sería no haber dicho, bajo juramento, lo que los jueces querían escuchar.

Para aclarar los acontecimientos casi siempre presentados, especialmente en el extranjero donde prevalece una cultura estatista-justicialista, en una forma facciosa y no correcta, propongo algunas reflexiones sobre el tema.

De paso tengo que decirles que en Italia hay tres niveles de apelación (esta es la primera), que para dar cumplimiento final a una sentencia en contra de un parlamentario senador sirve el visto bueno del Senado, que, dado los tiempos (largos) de la Justicia y la edad del acusado, … prácticamente nada va a suceder.

Pero el problema es otro y muy grave. Como dijo un agudo comentarista en Italia: “Hasta ayer la eliminación física de opositores políticos fue un hecho revolucionario, y luego fuera del sistema legal existente. A partir de hoy, en cambio, es un hecho jurídico, es decir, dentro del ordenamiento jurídico vigente”

Y esto para mí es el núcleo central de la cuestión: toda una clase de magistratura izquierdista (no toda la magistratura pero la parte más influyente y conectada a los poderes “facticos”) intenta manejar y guiar la vida social-política del país asumiendo autoridad y potestad que no le compiten.

Esto empezó con Manos Limpias (Mani pulite) en 1992 cuando se descubrió una extensa red de corrupción que implicaba a todos los principales grupos políticos del momento y a diversos grupos empresariales e industriales.

(Como consecuencia de estos hechos que eliminaron todos los partidos existentes, sin tocar, por extraño que parezca, el viejo Partido Comunista Italiano, Silvio Berlusconi, que hasta entonces sólo había sido un empresario rico y exitoso, se dedicó a la política.)

Desde entonces los fiscales y los jueces, siempre más politizados a la izquierda, asumieron un papel, afuera de cualquier regla o ley, de justicieros y moralizadores.

Esto -que es típico de toda cultura revolucionaria, la de moralizar el hombre, hacer el “hombre nuevo”, bajo el control y la guia de supuestos jueces “superiores”- es también muy raro pues los mismos que quieren liberalizar cualquier conducta sexual son los que luego condenan ante el tribunal un ex primer ministro por sus “cenas”.

Entonces estos modernos revolucionarios, por un malentendido concepto de moralismo, de puritanismo falso e hipócrita, por un resentimiento socialista hacia éxito y riqueza, confundiendo moral con justicia, quieren condenar a uno por sus vicios, por sus pecados, olvidando la lección de Lysander Spooner: los vicios no son delitos.

Para limpiar el campo, tengo que decirles que nunca aprobé la conducta de quien, en aquel entonces, era el gobernante como incompatible con la función y no porque sea yo moralista que me importe lo que cada uno hace en taparrabos en la intimidad de su casa.

Y después de todo este es el hombre de siempre, con sus defectos, con sus vicios, con sus “pecados”.

¿Queremos hablar sobre los amores de Kennedy? ¿O el «pasatiempo» en la Casa Blanca de Clinton? ¿Y lo del rey Juan Carlos de España, que tenía cientos de amantes y llevaba una compañía alegre de niñas cuando pasó sus vacaciones de invierno en una famosa estación de esquí en la Valtellina (Italia)? Por no hablar de que incluso Mitterrand nombró primer ministro a su ex amante, Édith Cresson. ¿Completando con Chirac apodado “cinco minutos ducha incluida”?

Para llegar a esta condena política, nos han hablado de un delito de explotación de la prostitución infantil cuando ni siquiera hay la evidencia, la prueba de por lo menos uno o más actos sexuales consumidos; así como de un delito de extorsión sin que se encuentren quienes la sufrieron. ¿Qué pasó con los funcionarios del Estado que deberían ser condenados al igual que Berlusconi? ¿Cómo es posible condenar a una persona, el supuesto extorsionador, y no a los funcionarios que se dejaron extorsionar?

Creo que vale la pena hacer consideraciones que van un poco más allá: en el vacío de la política, ahora entendida como facciones de funcionarios públicos irresponsables, como camarillas de empresarios y financistas coludidos en busca de poder y dinero, se radica, juega un papel predominante el poder judicial como ahora está organizado en Italia.
Absolutamente autorreferencial, no electivo, con un poder casi ilimitado de interdicción. Como una casta sacerdotal, inamovible, no criticable.

Es claro que un juicio de este tipo, sólo la primera instancia, no puede ser tomado en serio y es poco probable que sea confirmado en otros niveles.

Sigue siendo, sin embargo, el significado político de la historia: en un momento difícil para el país, con un gobierno de “acuerdos amplios” apoyado por el PDL (partido de Berlusconi), poner Berlusconi de espaldas a la pared y convencerlo quitarle el enchufe al gobierno para asuntos personales, los jueces se habrían ganado el juego.

Un juego de ajedrez, una guerra de nervios: la pelota está en el ex primer ministro.

A ver qué pasa.

Torcello

60

120-_innerArt-_MariaTorcello Catedral de Santa María de la Asunción – mosaico bizantino

200

Iglesia de Santa Fosca

Siento pena, ahora que lo pienso.
Cuando, han pasado casi dos años, mis queridos amigos mexicanos vinieron a encontrarme en Italia (y  arrebatarme), yo había planeado el viaje, vivía a pocos kilómetros de Venecia, a las islas de la laguna veneciana.
El encanto de estos lugares, Murano, Burano y Torcello es tal que incluso ahora siento la sugestión: la proximidad de Venecia, su laguna, el aliento lejano del mar, al otro lado de las largas islitas que reparan y defienden el equilibrio precario de la ciudad, es algo que no se puede olvidar y que vive dentro de mí.

Le isole - mappa

Cuando nos embarcamos en la lancia (vaporetto) el día estaba cerrado, el cielo oscuro y las nubes de lluvia: como suele ocurrir allí en esa maravillosa temporada que va desde finales de mayo hasta principios de junio.

Maravillosa, porque el calor es siempre atemperado por un aire ligero y fresco, ya que el exceso de humedad se derrama a menudo en lluvia aliviando el bochorno; porque la luz- el sol es fuerte pero aún no está totalmente amo del cielo- da al agua, a las piedras, al verde de los huertos, colores vivos pero de tonalidad pastel, llenos en su gradación y pulsión.

El cielo se limpió cuando llegamos a Murano, la más cerca.

Dividida en nueve pequeñas islas, conectadas por unos veintes puentes,  atravesada por un canal ancho, es la isla del cristal soplado: una antigua tradición todavía muy viva, que ha visto trabajar enteras generaciones de Murano.

Fuimos a verlos los artesanos de esta antigua técnica: el maestro es su silla de madera y alrededor los sirvientes que le llevan masas de vidrio fundido e incandescente que él sopla, mezcla y une. Los colores reflejan la suavidad y la variedad del agua; los rojos, los azules, los verdes marinos vienen de la tradición pictórica veneciana del siglo XVI: Giorgione, Giovanni Bellini, Tiziano, Tintoretto.

maestro 3 maestro (2)

 

Más en el interior de la laguna encontramos Burano, conocido por un particular tipo de encaje que se hacen al “tómbolo”.

Tombolo

Es una técnica que se transmite de generaciones (ahora hay también escuelas, talleres en la isla): difícil y muy lenta. Por eso el precio de estos bordados es elevadísimo acorde con la gran cantidad de horas de trabajo que exige su elaboración.

 

Empezó a llover. Fuimos a buscar protección en una cafetería, comiendo pastelitos típicos y café, en la espera que se despejara. Afuera las callecitas con sus casas de colores asumían tonalidades más obscuras.

Pero no, el cielo siempre más se obscurecía, el agua en los “ríos” más negra y, afuera, el viento encrespaba la laguna.

Tuvimos que regresar.
A poco menos de cinco minutos de Torcello, tuve que dejar la oportunidad de enseñarles a mis amigos esta isla, solitaria y misteriosa, fascinante.

Torcello que acogió uno de los primeros asentamientos de la Laguna Véneta: cuando las hordas bárbaras, las de Atila “el flagelo de Dios”,  empezaron a invadir Italia en el siglo V dC -ya no habían más las legiones romanas a defenderla-,  los Vénetos aterrados salieron de las ciudades y refugiaron en las islas de la laguna.  Torcello en particular, como más aislada.

Ahora Torcello, a pesar de su noble pasado, está casi despoblado. Hay un muy famoso restaurante-hotel, la “Locanda Cipriani” una plaza con los monumentos: la Catedral de Santa María de la Asunción, ejemplo significativo del estilo véneto-bizantino; la iglesia de Santa Fosca, que se remonta al siglo XII; un asiento de piedra conocido, por la fantasía popular, como el Trono de Atila, aunque lo más seguro es que Atila nunca ha pasado por allí

atila

Nada más: soledad, una aura de misterio, el olor de la salsedumbre de la laguna que se mezcla con el aroma de los huertos, que se extienden casi sin cultivar, en torno a la plaza que alguna vez fue un centro floreciente de vida.

Ahora, excluidos los turistas no viven aquí más de veinte personas.

 

 

 

 

Bombillas quemadas

La Italia que fue

come eravamo

Un amigo me contaba que algún tiempo después de la muerte de su abuelo tuvo que limpiar el sótano de su apartamento. Entre otras cosas, se encontró con una caja llena de bombillas quemadas. Estaba acompañada por una nota escrita a mano: “Por si en el futuro inventan una manera de repararlas.”

Detrás de algunas anécdotas emerge un mundo. Parece verlo, aquel hombre, mientras arrincona objetos inservibles en el sótano con la secreta esperanza de que algún día puedan servir de nuevo: si no más a él, a alguien de su familia.

Hay quienes interpretaran el gesto del abuelo como un rechazo del consumismo o un soplo de tacañería. Yo, por el contrario, percibo una especie de secreta y arraigada confianza en el futuro.
La confianza que nos hemos perdido, que pero nos está sonriendo de estos cuadros nostálgico que ablandan los corazones, ya que parecen ocultar una posible respuesta a las inquietudes actuales.

Italia surgió de los escombros de una guerra mundial gracias a las personas que pensaban así.
Estadistas que persiguieron objetivos y no sondeos; emprendedores que renunciaron a los beneficios para traducirlos en inversiones; familias que ahorraron en los abrigos de los niños, pero no en sus estudios.
Millones de enamorados de la vida que conjugaban los verbos en el futuro, a sabiendas de que no lo hubieran disfrutado, pero sí propiciado.

¡A quién, sentado en los nuevos escombros de estos días, se preguntara por dónde empezar, me gustaría señalarle aquella caja de bombillas quemadas!

 

 

P.D.
En la antigua Unión Soviética había un mercado lozano de bombillas nuevas y usadas, que estaban a la venta en muchos puestos.
¿Por qué? El burócrata sacaba beneficio del robo de las propiedades públicas. Por ejemplo, muchos robaban las bombillas, que luego vendían en la calle. No ser descubiertos, era pero necesario tener bombillas quemadas para ponerlas en lugar de las que se habían robado…
¿Tal vez el abuelo del cuento ya preveía adonde nos están llevando?

 

He robado la idea a un periodista italiano, que a veces leo: Massimo Gramellini.

 

 

Elecciones en Italia

locura

a esta normalidad, prefiero la locura.

Es preciso de mi parte, como italiano para los amigos que me leen, unos pocos días después del resultado de las elecciones, tratar de decir algo al respecto.

Ningún partido ganó pues ninguno tiene la mayoría absoluta para gobernar. Así que va a empezar el “cow trading” la compra de cabezas en el parlamento o, igual, partidos opuestos, los que más obtuvieron votos, (PDL (Berlusconi)  y PD (Bersani), intentaran de encontrar un acuerdo para hacer lo que llaman el gobierno de amplia alianza.
Es el intento de juntar los opuestos que en realidad no tiene sentido.

Pero, o una de las dos o nuevos comicios entre pocos meses.

¡La política!
Él que llegó tercero, con un partido nuevo y sin experiencia, ha sido Beppe Grillo, quien es, o mejor era, un actor cómico, un cabaretero, (ahora se convertirá en actor trágico, ¡trágico para nosotros!).
Y esto nos dice mucho de la seriedad de la competición democrática  …

No tengo nada contra los actores, pero sus propuestas, una mezcla de populismo barato (es bastante para todos trabajar 20 horas al día; lucha a las multinacionales; subsidio garantizado para los desempleados; eliminación de los re-embolsos electorales –que me encuentra de acuerdo ¡pero vamos a ver ahora que le corresponde uno de 42.7 millones de euros!-) y de viejo estatismo, (plagado de di parasitismo organizado e ecologismo radical) no deja un buen augurio.

Lo nuevo, en cambio, es que muchos políticos, de los que creen, desafortunadamente muy a menudo creídos, que tienen una misión que cumplir por el bien de la gente han sido borrados. No todos pero tengo esperanza en el futuro.
Los famosos “técnicos”, como el emisario de Goldman Sachs, Mario “Bocconi” Monti, cancelados: ya hicieron sus daños el año pasado cuando pudieron pontificar, perdón, gobernar.

Pero ahora el imperativo que sale de todos lados, del presidente de la República, el excomunista Napolitano, a la prensa de regime hasta los ciudadanos envilecidos, es: “gobernar”. Como sí gobernar quisiera decir algo milagroso, como la  bendición del cielo.

Siempre hemos visto, en todos los tiempos y en todos los lados, que gobernar ha significado poner vínculos al hombre, a su autonomía, a su libertad, a su acción.
Todavía no aparece evidente y claro que la única utilidad de un gobierno sería  la de quitar, borrar lo que han hechos los antecedentes.
Y que la sociedad sí puede vivir mejor sin gobierno cuando el gobierno sólo sigue poniendo impuestos, reglas, aranceles y en definitiva burocracia. Lo que quiere decir opacidad e incentivos a la corrupción.

Pero no, el legislador -que es el mismo gobernante político, ¡ay, Montesquieu y la separación de los poderes!- quiere legislar de continuo porque en su visión perfeccionista del mundo, en su “fatal arrogancia” como le decía Hayek, tiene que arreglar todo y todos, pues cree que un grupo de hombres inteligentes, entre ellos él mismo, puede diseñar una economía o una sociedad mejor de lo que lo harían las aparentemente caóticas interacciones de millones de individuos.
Piensen, hay políticos que haciendo alarde de su actividad sueltan el numero de leyes discutidas y aprobadas. ¡Cosas como llorar!

Era Marx diciendo que el capitalismo tenía en sí mismo el germen de su destrucción. Obviamente se equivocó, y no sólo en esto; pero el estatismo, y su manifestación más cautivadora y soft, la democracia representativa, parlamentaria, éstos sí se van hacía su trágico y deseable destino.

Así que, regresando a los comicios en Italia, ahora lo que estamos viendo es que hemos dado el 25% de los votos a un obscuro movimiento populista (Grillo), hemos rehabilitado un centro-derecha (Berlusconi) dado por muerto, hemos mantenido, otra vez, en empate la izquierda excomunista (Bersani).

Italia también, por cuarenta años en la segunda mitad del siglo XX, tuvo algo parecido a una “dictadura perfecta”: para décadas: los democristianos (DC) al poder y los comunistas (PC) afuera del gobierno pero adentro de los manejos políticos-económicos del país.
El sistema era bloqueado.

El los años noventa llegó el ciclón Berlusconi que pero se encontró encadenado, también por su culpa, en el pantano de una política asociada de la izquierda, que ahora no se decía más comunista, después de la caída del muro de Berlín y el derrumbe de la república soviética. No logró hacer nada.
De otro lado la izquierda sólo proponía defender el gasto público sea lo que sea mediante el cobro de «los que tienen más».

Hay quien cree que ahora el movimiento “M5Estrellas” (Grillo), ganando votos como rechazo de la política y de los políticos, como oposición a un estado que sólo quiere agarrar tu bolsillo, imponer restricciones a tu libertad personal, sea algo que pueda copar el banco, destruir para empezar bajo nueva visión.
No han comprendido, en cambio, que, por primera vez en nuestra historia, por lo menos dos tercios del Parlamento elegido están cargados de cultura post-marxista y ecologista, redistributiva, burocrático-asistencial.
Si la mayoría sigue apostando, consciente o inconscientemente, por este camino

es simple y llanamente porque la sociedad europea ha sido adoctrinada durante más de un siglo en el antiliberalismo más rampante: la estadolatría, la fe ciega en la planificación central y en la democracia irrestricta, la veneración del Estado de Bienestar, la creación artificiosa de todo tipo de derechos sociales y económicos que jamás dejaron de ser esclavizaciones del prójimo y la adicción al sobreendeudamiento público o privado como vía a una artificiosa e insostenible prosperidad”. Juan Ramon Rallo

Así que yo no creo pueda pasar algo bueno: será la misma política de siempre y los cambios serán a peor y generarán más estatismo, populismo y arbitrariedad política.

Recordando a Tomasi da Lampedusa, en su novela “El gatopardo”, estamos al «cambiar todo para que nada cambie«.

Ya llegamos a la orilla del báratro económico, social, cultural.

«Quos deus perdere vult, dementat prius». (Los que los dioses quieren destruir, primero los enloquecen).

 

 

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Jerónimo Alayón

Lingüista y filólogo. Escritor. Profesor universitario.

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