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Dinero y riqueza, reeditado

Circulación de dinero

Dinero y Riqueza fue mi primer post que escribí en español: era el 31 de diciembre del 2010.
Ya vivía en México y quise continuar, en el idioma español que estaba aprendiendo, el blog que ya tenía en Italia.

El estímulo me vino de un artículo, no recuerdo al autor ni donde lo leí, que utilizando una historia bastante difundida en la web, afirmaba en línea con la tesis estrafalaria de John Maynard Keynes, economista todavía en boga, que el gasto, incluso a crédito, con dinero falso, creado de la nada, era el motor de la economía.

Esta teoría tiene muchos seguidores y más partidarios ya que está en la base de todas las formas de estatismo y dirigismo que dominan el mundo.

 

La fábula que me inspiró se ambientaba en un pueblo situado a orillas del mar donde llegó un mafioso ruso, que sin darse cuenta resolvió todos los problemas de sus habitantes.

Terminaba con una moraleja al igual absurda:
SI EL DINERO CIRCULA SE ACABA LA CRISIS.
Son muchos los que le creen a esta tontería: que es el gasto, aunque improductivo, que genera la riqueza, mientras, al revés, es el ahorro que, permitiendo inversiones, hace crecer la economía y la riqueza de un país.

Pero ya lo sé, son palabras en el viento.

 

Es agosto, en una pequeña ciudad de la costa, en plena temporada; cae una lluvia torrencial y hace varios días que la ciudad parece desierta.
Hace rato que la crisis viene azotando este lugar, todos tienen deudas y viven a base de créditos.

Por fortuna, llega un ruso mafioso forrado de dinero y entra en el único pequeño hotel del lugar. Pide una habitación. Pone un billete de 100 dólares en la mesa de la recepcionista y se va a ver las habitaciones.

El jefe del hotel agarra el billete y sale corriendo a pagar sus deudas con el carnicero.Éste toma el billete y corre a pagar su deuda con el criador de cerdos.
A su turno éste sale corriendo para pagar lo que le debe al molino proveedor de alimentos para animales.
El dueño del molino toma el billete al vuelo y corre a liquidar su deuda con María, la prostituta a la que hace tiempo que no le paga. En tiempos de crisis, hasta ella ofrece servicios a crédito.
La prostituta con el billete en mano sale para el pequeño hotel donde había traído a sus clientes las últimas veces y que todavía no había pagado y le entrega el billete al dueño del hotel.

En este momento baja el ruso, que acaba de echar un vistazo a las habitaciones, dice que no le convence ninguna, toma el billete y se va. ¡Nadie ha ganado un centavo, pero ahora toda la ciudad vive sin deudas y mira el futuro con confianza!

MORALEJA: ¡¡¡SI EL DINERO CIRCULA SE ACABA LA CRISIS!!! 

 

Hay historias circulando en la web que todos leímos quizá con superficialidad así que nos parecen que sean verdades que alguien nos pone claras delante de los ojos. También contribuimos, a veces con exclamaciones de aprobación (¡quien fue el genio que las escribió!), a difundir.
En esta manera prácticamente parece que todo el mundo esté de acuerdo con la moraleja que hay, explícita o disimulada, bajo las historietas.

Pero no es así. No es así en la historieta de arriba que he recibido en esos días.

La historia esconde una falacia económica perfectamente congruente con la mentalidad keynesiana que es el sello de estos tiempos desventurado.

Hay desafortunadamente economistas (seudo-economistas) tecnócratas, pegados al “sistema”, como, por no esconderse atrás de un dedo el premiado Nobel Paul Krugman, que no ven más allá de sus narices y creen que la circulación del dinero produzca riqueza.

Hemos llegado a tal punto de absurdo financiero que somos capaces de creer que la riqueza sea simplemente que el dinero circule.

¿Y por qué no lo hacemos con la impresora también?… (de verdad ya esto lo hacen…)

¡Pero no! No es el movimiento del dinero lo que ocasiona la producción y por lo tanto la riqueza de un hombre, de una familia, de un país. Es la producción la que provoca el movimiento del dinero.

No se puede vivir del movimiento del dinero: si no se produce nada, el movimiento del dinero no nos dará de comer. Podemos intercambiarnos continuamente 100 pesos pero eso no nos dará de comer.

El dinero no es más que una herramienta para intercambiar producción.

Que el aumento de la cantidad del dinero, o de su circulación que es lo mismo, no cree riqueza, sino inflación que es otra cosa y más grave, ya había sido visto claramente, hace dos siglos, por David Hume – y antes de el-, por Richard Cantillon.

Fue propio para explicar este efecto que Hume asumió que si una mañana cualquiera todos los ciudadanos, como los de la pequeña ciudad del cuento, al despertarse, descubrieran de tener cien pesos de más, su riqueza no habría sido aumentada para nada.

Pero volviendo a la historia, la solución está en que realmente la deuda global es cero: cada uno tiene un crédito de cien pesos y un debito de cien pesos. Pero ellos no lo saben. Si todos se juntaran en una habitación, en los bancos se llamaría cámara de compensación, saldarían sus deudas sin necesidad de poner en circulación los 100 pesos.

Es decir que ni el ruso ni el billete era necesario para resolver la situación

Dejando de un lado que se hace trampa porque todos deben lo mismo que les adeudan, en el mundo real se tienen que pagar intereses por las deudas y no es cierto que regresando el capital la deuda se apague.

El interés es la medida de la preferencia temporal que cada individuo tiene: es a decir yo prefiero tener cien pesos ahora que después de un año, pero podría ser que prefiera, después de un año, ciento diez pesos. Bueno lo diez pesos en más son el coste de mi preferencia temporal, son el interés sobre lo cien pesos que recibiré después de un año.

La única forma de que la economía funcione es producir más riqueza: porque de otra manera, no se pueden pagar los intereses. Esta es la única y verdadera manera porque se acabe la crisis.

Como si los problemas macroeconómicos fueran siempre sólo en la tubería (la circulación, la liquidez), y nunca en la cantidad de agua (que es el problema real y se llama “de solvencia”, es a decir de tener riqueza).

Como si de veras el dinero (abstracción financiera) fuera lo mismo que la riqueza (realidad económica).
Como si de veras toda corrección económica pudiera “resolverse” para siempre simplemente inyectándole “dinero-fiat” sacado de la nada.  Como el ruso de la historieta y sus cien pesos que van y vienen.

Y por último, hay que decirlo, quien escribió esa historieta no es un genio, sino un incompetente.

 

Definición: la inflación.

 

El propósito de una definición, de hecho, es presentar la característica esencial de lo que se quiere identificar.

Incluso si es un concepto que a menudo se encuentra repetido en mi blog, (Carta a un amigo economista 2012;  Inflación y devaluación 2013; La cuestión monetaria 2015; Falsificación e Inflación Monetaria 2015), es bueno recordarlo ya que casi siempre está tergiversado. Especialmente por los medios de comunicación tradicionales.

En este caso en particular, la inflación: un aumento de las reservas monetarias.

 

Tenga cuidado, sin embargo, porque los economistas austriacos (Mises, Rothbard) a diferencia de los monetaristas (Escuela de Chicago, Friedman), no dicen que un aumento en la oferta de dinero causa inflación; el mismo aumento en la oferta de dinero es la inflación.

 

Así que este privilegio, a aquellos en cuyas manos termina el dinero creado ex novo, permite apropiarse de la riqueza real sin contribuir a ella en lo absoluto.

Por lo tanto, el bombeo de dinero, la inflación, es una mala noticia para el proceso de creación de riqueza. No hay necesidad de ningún estudio empírico para confirmar o refutar este concepto.

 

Voy a citar algo que ya escribí:

Los banco centrales y los gobiernos, únicos responsables del fenómeno comúnmente llamado inflación, llenan continuamente la cabeza de pájaros al público, equivocando causa y efecto, o mejor encubriendo las causas y hablando sólo de los efectos. De hecho, el término inflación originalmente significa aumentar (inflar) la oferta monetaria. Hoy el término se usa habitualmente para indicar la consecuencia más evidente de la creación del dinero, el aumento generalizado de los precios.

Ya Mises, en el 1954, se había percatado de este “semantic trick” cuando escribió

“A fin de que evitar de ser culpabilizados por la nefasta consecuencias de la inflación, los gobiernos hacen uso de un artificio semántico: intentan cambiar el sentido de las palabras. Llaman a “inflación” la inevitable consecuencia de la inflación, o sea la alza de los precios. Quieren enterrar en el olvido el hecho che el alza está causado por el aumento de la cantidad de dinero, de lo que nunca hablan”

Si bien la economía de régimen nos enseñe que la inflación es un aumento del nivel de los precios, la inflación de los precios es el resultado de la inflación monetaria: es el aumento de la cantidad de dinero circulante en relación con los bienes disponibles.

 

 

Sin embargo, el aumento de los precios al consumo no es una conclusión automática tras un aumento del saldo monetario.

De hecho, los precios están determinados por factores reales y monetarios.

Como consecuencia, puede suceder que si los factores reales (aumento de la productividad, mejoras técnicas, nuevas tecnologías…) empujan los precios en la dirección opuesta a los que son impulsados por factores monetarios, los precios presentarán ligeras variaciones.

De tal manera que se oculten a una visión superficial los efectos reales causados por la inflación.

 

 

 

 

Imprimir euro no relanza la economía

(Al igual que imprimir dólares, o pedir dinero prestado para malgastarlo)

euro stampa

En los días pasados en Europa hemos asistido a uno de los tradicionales psicodramas que acompañan de algún tiempo las elecciones de los bancos centrales.

Mario Draghi, gobernador del Banco Central Europeo, anunció una extensión del programa de aflojamiento monetario (quantitative easing) sea aumentando la masa de dinero a disposición por la adquisición de títulos sobre el mercado, sea también ampliando estas adquisiciones a las obligaciones de las primarias empresas privadas.

“Hay fuerzas en la economía global de hoy que conspiran para tener baja la inflación” dijo el gobe en un discurso en Krankfurt. “En todo caso el Banco central europeo no se rendirá delante de la baja inflación», todavía ha dicho Draghi.

¡Vaya! Una persona que reviste un tal papel debería ser capaz de salirse con una excusa mejor de «conspiraciones«: estamos al nivel del asalto a los hornos del pan de manzoniana memoria.

 

En una situación de política económica sana y correcta la inflación es siempre un mal y la deflación constante es el resultado normal del desarrollo tecnológico y aumento de la productividad.

 

Volviendo a la política monetaria una de las lógicas de fondo del actual arreglo de parte del BCE es la de tener bajo control las grandes deudas públicas de los Estados. Los tipos de interés cercanos al cero permiten en efecto de reducir los costes de la deuda y de facilitar la renovación de los títulos en plazo. Los bancos centrales tienen que respaldar los estados con sus deudas crecientes y la inflación es la manera solapada y maliciosa de sacarlos de los líos.

Las reacciones inmediatas de los mercados financieros han estado paradójicas. En un primer momento ha habido una carrera a la adquisición por la ilusión del crecimiento que habrían podido dar las nuevas iniciativas. Luego, cosa de pocas horas, el clima en las Bolsas ha completamente cambiado porque ha prevalecido la impresión que hay un análisis particularmente negativo y preocupante de la actual situación económica europea.

 

Sin embargo una vez más se ha tenido la demostración de que este tipo de política monetaria es inútil y dañina.

En práctica pensar que se pueda empujar la reactivación de la economía, crear puestos de trabajo, con solamente aumentar la riqueza ficticia de las familias dando dinero (falso, creado de la nada, que no sale del ahorro y de la inversión) al sistema financiero no es sólo una ilusión pero un pesado error.

 

El mensaje de fondo está claro: “No robes (y crear inflación es un robo; imprimir dinero es un robo), de lo contrario habrán sanciones negativas inevitables.” Los bancos centrales han tenido la presunción de haber logrado evitarlas; keynesianos y monetaristas han apoyado esta ilusión.

Pero crisis después de crisis no tendrán modo de explicar lo que está ocurriendo, y todas sus «recetas» no serán otras que un agujero en el agua

 

Cada vez que, ya son muchos años, veo medidas de este tipo (EEUU, Japón, Cina, Europa) siempre más me doy cuenta que el verdadero verdugo de la economía y de la sociedad civil no ha sido Marx, come había pensado, sino Keynes.

 

 

 

Falsificación e Inflación Monetaria

fiat-money as pistola humeante

fiat-money as pistola humeante

 

La falsificación, entendiendo con el término la imitación o copia que se quiere hacer pasar por auténtica: sean documentos, firmas, marcas, software, es condenada universalmente por la ley.

En cada Estado hay leyes que imponen severas sanciones penales a quienquiera falsifique la unidad monetaria nacional.

¿Cuál es la razón principal de estas pesadas medidas contra la falsificación?
Es muy simple: ya que los Estados son ellos mismos falsificadores, no quieren en la manera más absoluta que alguien invada su campo de acción. Las leyes actuales contra la falsificación son sencillamente el resultado de una particular forma de guerra entre bandas criminales.
¿Cuáles son las razones económicas según las que debería ser considerada ilegal la falsificación de monedas de oro o plata?
En una sociedad voluntaria, la falsificación de dinero constituiría una violación al derecho privado. En efecto, viola un contrato estipulado entre las partes introduciendo el fraude. Si el falsario afirma que una particular moneda contiene una determinada cantidad e/o un tipo de pureza no correspondiente al auténtico él está tratando de vender un metal que vale menos que el metal precioso. Trata de engañar al comprador de la moneda. Ya que en la falsificación está implicado el fraude, esto constituye justamente un crimen.

La falsificación representa una amenaza por la sociedad. Le permite al falsario de aumentar la oferta de la unidad monetaria a costes menores de aquellos graves en el auténtico proceso de producción que empieza con la extracción minera. La falsificación, en otras palabras, produce una mayor cantidad de dinero en circulación con respecto de la oferta monetaria que estaría en su ausencia.

 

El problema principal relacionado a cada aumento en la masa monetaria tiene a que hacer con la distorsión de los precios y la transmisión de informaciones falsas. Los precios trasladan informaciones. Los precios distorcionados por la falsificación trasladan a su vez informaciones alteradas.
La falsificación hace disminuir el valor de la unidad monetaria. Casi todos los miembros de la sociedad son perjudicados por la siguiente inflación de los precios.

 

No hay distribución igualitaria de los daños causados por la falsificación. Alguien vence; la mayor parte de la gente pierde.

Éste es cierto sea en el caso en que el falsario sea un particular que actúa por su cuenta, sea que se trate de un agente autorizado por el gobierno que actúa de manera institucional.

La inflación monetaria provoca por lo tanto efectos malvados entre los que el más evidente es la pérdida de valor de la unidad monetaria, es decir la inflación de precio.

Los individuos que poseen dinero efectivo son perjudicados: el valor del dinero es disminuido. Con la entrada en circulación de más unidades monetarias el valor de las unidades monetarias ya existentes disminuye.

Eso aventaja sólo a los que primeros tienen acceso al dinero de reciente falsificación. Generalmente ésos hacen parte de un grupo limitado y actúan en detrimento de quien detiene dinero efectivo como reserva de valor sobre el presupuesto de la continuidad temporal.

La inflación no cambia la riqueza de la sociedad: la redistribuye.

La sustrae a todos los que no reciben dinero fresco trasladándola a quien lo recibe por primero. En otras palabras es un atraco perpetrado por los Inflacionistas (gobiernos y bancos centrales) contra la población. La riqueza que viene sustraída a la gente la confiscan ellos. Una especie de Robin Hood al revés en fin, que les roba a los pobres para darles a los ricos.

 

Hay también el hecho, quizás aún más importante del gigantesco atraco continuo, que manejar el grifo del dinero nuevo les da a los Inflacionistas un enorme poder en la sociedad.

¡En efecto ellos tienen en mano las decisiones sobre como distribuirlo y por lo tanto pueden decidir quien puede enriquecer y quién no!

Y justo aquí están las raíces del clientelismo como modo de funcionar de la sociedad, con toda su consecuencia desastrosa, de la ineficiencia a la injusticia a la mafia.

 

Ya había tratado el argumento aquí y aquí.

Mis ideas, mis escritos, como es normal, tienen a muchos padres. En este caso las referencias salen de Mises y siguiendo, Hayek, Rothbard para acabar, en este caso, con Gary North y su ejemplar ensayo «Que es el dinero» todavía no traducido en español.
De todo modo sobre el argumento se encuentra, siempre de North, Protegiendo a los falsificadores licenciados.

 

¿Pueden los Estados quebrar?

mundo

Siguiendo con mis lecturas, intenté profundizar otros aspectos de la economía actual.

 

 

La pregunta no es ociosa, viendo la situación en que vierten las economías de países europeos y americanos.

 

“Hay un gran potencial de ruina en los gobiernos» – escribe Adam Smith en la Riqueza de las Naciones (1776)- y comenta: “una vez que las deudas nacionales hayan sido acumuladas hasta a cierto nivel, creo que no hay quizás sólo uno ejemplo en que ellos hayan sido regular y totalmente pagados.”

Nada ha cambiado desde entonces.

 

Hace tiempo los gobiernos se endeudaban sobre todo para sustentar los gastos de guerra: hoy se endeudan para financiar derroches, subsidios y reivindicaciones de cada tipo por un número creciente de intereses particulares; para mantener el consentimiento y seguir gobernando.

A causa de los excesos de gasto, los estados, no tienen nunca superávit primarios, están constantemente en déficit y no queriendo subir la presión fiscal para no provocar estallidos sociales, crean dinero de la nada.

La política de los déficit es la esencia de la política económica moderna: endeudarse y gastar para crear poder adquisitivo, desarrollo y ocupación.

 

Pensar qué el gasto improductivo de los gobiernos crea prosperidad es ridículo.

 

El poder adquisitivo es ficticio (basado en dinero creado de la nada que hace subir los precios), el desarrollo artificial (pues no sale del capital sino de la deuda), la ocupación estadística falsa (creada por los gobiernos y por consiguiente es gasto burocrático y no riqueza).

Si, para hacer un ejemplo elemental, en el mundo hay 5 aguacates y 5 pesos: un aguacate cuesta 1 peso.
Si creamos papel moneda y ahora hay 10 pesos, el resultado es que un aguacate cuesta 2 pesos. Inflación monetaria que genera inflación de precios.

El único modo para aumentar el poder adquisitivo de la moneda es crear riqueza (aumentar la productividad, crear nuevos productos o mejorar la calidad de los existentes).

Volviendo al ejemplo de arriba, si ahora hay 10 aguacates y siempre 5 pesos, ahora sí que es aumentado el poder adquisitivo de la moneda: 1 aguacate cuesta la mitad de 1 peso.

 

El desarrollo creado con la deuda, no es desarrollo real porque surge de premisas no correctas, de señales equivocadas, de indicaciones que no salen del mercado, es decir de exigencias reales de los consumidores, pero de ficticias y erróneas premisas intervencionistas.

Sin decir que el dinero creado de la nada viene distribuido principal y primeramente a los «amigos», es el crony capitalism.

Y luego, ya Mises dijo que el dinero no es neutral: no beneficia a todos en el mismo modo. En el ejemplo, el primero que recibe 1 peso en más, sin que los otros, el mercado, se dé cuenta, puede comprar su aguacate siempre a 1 peso. Cuando el restante dinero viene distribuido, los 4 pesos restantes más los 5 iniciales encuentran a la venta sólo 4 aguacates que van a costar 4/9 de peso (aproximadamente 0,44): es decir menos de los 0,5 que habíamos dicho antes. Cuantos más “amiguitos” reciban a escondida y primeramente el dinero fiat, tanto más suben los precios para los demás, (los que están afuera del círculo mágico y milagroso de la multiplicación del dinero.

También la ocupación es falsa: no crea riqueza, la consume. La ocupación se mide con la cantidad de riqueza producida (bienes industriales) de consumo, servicios, no del número de sillas puestas alrededor de una mesa. Ésta es burocracia no ocupación.
Éste es cavar hoyos en el terreno por luego cubrirle con la misma tierra: «trabajo» inventado y aprobado por el propio Keynes.

 

 

¿Pero por cuánto tiempo puede durar está “mana” de los gobiernos?

En la economía no existe un fondo permanente de donde sacar sin límites; hay que continuamente renovarlo con el gasto productivo que crea desarrollo sólo si supera aquello improductivo.

Ahora sí está claro que el debido gubernamental no representa otro que la antelación de la renta de impuestos futuros: la teoría del estímulo económico se derrumba con otro ejemplo elemental.

Fulano, que no tiene dinero, pide un préstamo a Mengano para hacer compras de Zutano. Fulano por lo tanto se encuentra en déficit con respecto de Mengano. Ahora sería absurdo que Fulano, después de haber hecho compras de Zutano pretendiera de este último la extinción de la deuda hacia Mengano.
Pero ya no es absurdo si Fulano es el gobierno que se endeuda con Mengano, o sea con el mercado de la deuda, obligando luego Zutano o bien la economía (o bien nosotros los contribuyentes), a reembolsarle la deuda.
Fulano, pues, siempre está libre de gastar y extinguir la deuda hacia Mengano con los impuestos pagados por Zutano.
¿Cómo es pues es posible que el déficit de Fulano vaya aumentando la renta de Mengano?

Obviamente no puede y por lo tanto el déficit no estimula la economía pero la deprime en cuanto lo total de la deuda de Fulano, que es la suma de todos sus déficit pasados, siempre es pagado por Zutano.

 

Si no nos damos cuenta que ésta es la consecuencia del déficit nunca vamos a entender porque tal política sustraiga los recursos de un país hasta el colapso.

Incapaces de poner frenos al gasto los gobiernos son obligados a hacer otras deudas llevándolos a una altura tal que serán necesarias nuevas dosis de deuda sólo para pagar los intereses. Se llega por tanto a la situación de deuda perpetua e insolvencia definitiva que comporta la imposibilidad de conseguir ulterior crédito.

 

A pesar de la evidente quiebra, esta política mantiene su popularidad sea porque la opinión pública no comprende plenamente el mecanismo y las consecuencias, sea porque las elites al gobierno hacen atractivo el déficit justificándolo con gastos por objetivos sociales, que en realidad conciernen intereses particulares que nunca arraigarían en una economía sana.

 

Si las elites al gobierno en lugar de perseguir tal política derribaran los impuestos, realmente alcanzarían el objetivo de mejorar la economía pero perderían el poder de administrarla, de corromper el electorado, someterlo, adquirir privilegios permanentes y continuar en la obra de expoliación de los contribuyentes.

 

 

Adam Smith tuvo razón: hay un gran potencial de ruina en los gobiernos. La causa de la ruina es la deuda, siempre creciente e imposible de liquidar.

La doctrina del gasto en déficit es una terapia absurda: no se crece gastando y tasando.

Más los gobiernos gastan, más la economía se pone inestable y gravita hacia la depresión con costes sociales enormes.

Pero es gracias a los déficit que las elites al gobierno refuerzan la posición de poder, aumentan los mismos privilegios, financian la corrupción y alimentan un sistema que, en el caso argentino, se llama peronismo, en el caso griego cleptocrazia; en el mundo estado ladrón.

 

 

 

Dinero y flexibilización cuantitativa

QE

«La falsificación del dinero es un crimen por una buena razón. Mina el valor del mismo y es completamente equiparable a un robo. Como en el caso del robo y el homicidio, sin embargo,
el Estado parece creer que las reglas que valen para los ciudadanos no se aplican a Él.
Alguien protestará que la situación es diferente cuando es el gobierno que promueve
el robo (tasación), el homicidio (la guerra) y la falsificación (política monetaria).
Y es justo así: cuando es el estado a cometer estos actos, los resultados
son mucho más imponentes y desoladores.»
Fabio Gallazzi, Banca centrale, inflazione e stato.

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Aquel de la moneda de papel (o dinero fiat) es un misterio accesible sólo a un número insignificante de ciudadanos: quizás apenas pocos millares en todo el mundo.
Entre ellos indudablemente mi amigo Alfredo.

El milagro de los bancos centrales es un fenómeno otro tanto sorprendente. Tienen el poder de crear dinero de la nada: sobre simple solicitud de los gobiernos encaminan las rotativas y proveen pienso por los comederos estatales, calmando, sólo por breve tiempo, el hambre insaciable de las oligarquías políticas, burocráticas y financieras.

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Y, en verdad, otro milagro, como la multiplicación de los panes y los peces de la parábola evangélica, es el mecanismo de la reserva fraccionaria de los bancos comerciales respaldada por el banco central. Consiste en que la banca privada puede mantener sólo una fracción de los depósitos que realizan sus clientes en efectivo, mientras que con el resto, puede dedicarlo a prestar a otros agentes.

En Europa ahora este coeficiente de caja es del 1%. (En México no sé, no logro descubrirlo). El restante 99 viene dado prestado con interés y cuando regresa a un banco otra vez viene prestado (el 99%) ganando interés. Y así en adelante.

¿Buen negocio, no? Otra manera de aumentar la masa monetaria en circulación. Sin ningún respaldo.

La semana pasada, el lunes 9 de marzo, el Banco Central Europeo ha sancionado la flexibilización cuantitativa (EC) con un programa de compras de deuda pública (u otra deuda privada) en manos de los bancos privados: 60.000 millones de euros al mes que se mantendrá activo mientras sea necesario.

¿Y cómo la compra? Imprimiendo nuevos billetes de euro expresamente para ello (en realidad, incrementa el saldo de la cuenta corriente que los bancos tienen en el BCE, pero el efecto es exactamente el mismo que imprimir nuevos billetes).

Nihil sub sole novi: nada nuevo bajo el sol.

Las prácticas de expansión monetaria no convencional remontan hasta los siglos XVI-XVII y fueron desacreditadas justo por Adam Smith, el gran economista escocés, como concepción milagrosa del desarrollo.

Su famosa obra, La Riqueza de las Naciones, puede ser interpretada como una crítica al Mercantilismo o sea aquella doctrina del intervencionismo económico que se tradujo en un sistema de subsidios, prohibiciones, restricciones, prácticas de redistribución, legislación farragosa y cuyo corolario fue un aparato planificador cuya sustentación requiso una tasación opresiva y una expansión monetaria inflacionista.

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Pero éste, como vemos, también es el mundo actual: una reedición del mercantilismo en forma extrema o «neo-mercantilismo» que sólo los ignorantes intercambian por neo-liberalismo.

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Las expansiones monetarias desenfrenadas señalaron el principio de las grandes especulaciones de que el banquero John Law, 1671 -1729, fue uno de los famosos representantes.

Law maquinó un plan para curar la deuda pública de Francia basado en un instituto de emisión que habría debido financiar en el Misisipí, entonces territorio francés, un proyecto grandioso de explotación comercial y cuyas rentas habrían recompensado la deuda pública.

Smith escribe: “la idea de multiplicar dinero sin límite fue la verdadera base de lo que fue llamado el plan del Misisipí, quizás el más extravagante proyecto relativo las actividades bancarias.”

Se trató de un plan de expansión cuantitativa ante litteram: la liquidez del banco de estado (dinero imprimido sin respaldo), erogada a cambio de títulos de la deuda pública, fue empleada para adquirir las acciones de la iniciativa. El experimento se concluyó con uno de los más desastrosos estampidos inflacionísticos y colapsos monetarios de la historia: centenares de millares de personas se arruinaron y Law para salvar la piel tuvo que refugiarse en el extranjero.

Law es el precursor de los banqueros centrales modernos (que pero ahora tienen mucha más suerte…).

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A la base del universo de errores del monetarismo hay para Smith la confusión entre dinero y capital. “El dinero que circula en un país, -escribe Smith-, se puede comparar con una calle maestra que, incluso siendo el medio para hacer circular y transportar al mercado todos los productos, no produce ninguno de ellos. El gran mecanismo de la circulación es completamente diferente de los bienes que por su medio son hechos circular. La renta de la sociedad consiste completamente en aquellos bienes y no del mecanismo que los hace circular.

Lo que crea la producción, es decir los bienes, no es el dinero pero el capital. Para cualquier individuo es una verdad de inmediata evidencia que lo que ahorra acrecenta su capital que le permitirá inversiones y por lo tanto renta para mayor consumo futuro.
Lo que vale para el individuo vale por la sociedad en su conjunto.

Smith: «como el capital de un individuo sólo se puede incrementar por lo que salva a su ingreso anual, así el capital de una colectividad, que se identifica con el de todos los individuos que la componen.»
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Esta, en síntesis, la lección «anti-mercantilista», contra la creación de dinero fiat, de Smith.

Las recesiones y depresiones son por lo tanto la consecuencia de la tentativa de crear o «adelantar» capital sobre la base de la expansión monetaria, en lugar de sobre aquella del ahorro.

Crea euforia, optimismo e ilusión de crecimiento pero al final se traduce siempre en inversiones ruinosas que minan la acumulación de capital, la capacidad de producir, de consumir y reembolsar el crédito.

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La forma «eterna» de la economía es, en el fondo, aquella del campesino que cultiva el campo gracias a la simiente, el capital, para conseguir el trigo, la riqueza, cuya venta le permite de rehacer la simiente y conseguir cada otro bien que le es necesario. No se puede conseguir trigo sin haber guardado primero la simiente.
Simiente y trigo son expresados en moneda que es el título representativo sólo para hacerlos circular. Pero es loco creer aumentar simiente y trigo aumentando la circulación de los títulos que los representan.

¿De otro modo, para que trabajar, producir y ahorrar?

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Para volver al “misterio” de que he dicho arriba, me vino a la mente aquella frase, cínica pero cierta, de Henry Ford el mítico fundador de la Ford Motor Company:
Es un bien que la gente no comprenda el funcionamiento de nuestro sistema crediticio y monetario; si lo supiera, creo que habría una revolución dentro de mañana por la mañana.

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Textos consultados:
Adam Smith, La riqueza de las naciones
Gary North, What is money
Juan Ramón Rallo, Qué es y qué efectos tiene un Quantitative Easing
Philipp Bagus, Habrá una QE3 QE4 QE5…
Gerardo Coco, Quantitative easing e Adam Smith
Francesco Carbone, Economia for Dummies
Francesco Carbone, Prevedibile e inevitabile.

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