¿Pueden los Estados quebrar?


mundo

Siguiendo con mis lecturas, intenté profundizar otros aspectos de la economía actual.

 

 

La pregunta no es ociosa, viendo la situación en que vierten las economías de países europeos y americanos.

 

“Hay un gran potencial de ruina en los gobiernos» – escribe Adam Smith en la Riqueza de las Naciones (1776)- y comenta: “una vez que las deudas nacionales hayan sido acumuladas hasta a cierto nivel, creo que no hay quizás sólo uno ejemplo en que ellos hayan sido regular y totalmente pagados.”

Nada ha cambiado desde entonces.

 

Hace tiempo los gobiernos se endeudaban sobre todo para sustentar los gastos de guerra: hoy se endeudan para financiar derroches, subsidios y reivindicaciones de cada tipo por un número creciente de intereses particulares; para mantener el consentimiento y seguir gobernando.

A causa de los excesos de gasto, los estados, no tienen nunca superávit primarios, están constantemente en déficit y no queriendo subir la presión fiscal para no provocar estallidos sociales, crean dinero de la nada.

La política de los déficit es la esencia de la política económica moderna: endeudarse y gastar para crear poder adquisitivo, desarrollo y ocupación.

 

Pensar qué el gasto improductivo de los gobiernos crea prosperidad es ridículo.

 

El poder adquisitivo es ficticio (basado en dinero creado de la nada que hace subir los precios), el desarrollo artificial (pues no sale del capital sino de la deuda), la ocupación estadística falsa (creada por los gobiernos y por consiguiente es gasto burocrático y no riqueza).

Si, para hacer un ejemplo elemental, en el mundo hay 5 aguacates y 5 pesos: un aguacate cuesta 1 peso.
Si creamos papel moneda y ahora hay 10 pesos, el resultado es que un aguacate cuesta 2 pesos. Inflación monetaria que genera inflación de precios.

El único modo para aumentar el poder adquisitivo de la moneda es crear riqueza (aumentar la productividad, crear nuevos productos o mejorar la calidad de los existentes).

Volviendo al ejemplo de arriba, si ahora hay 10 aguacates y siempre 5 pesos, ahora sí que es aumentado el poder adquisitivo de la moneda: 1 aguacate cuesta la mitad de 1 peso.

 

El desarrollo creado con la deuda, no es desarrollo real porque surge de premisas no correctas, de señales equivocadas, de indicaciones que no salen del mercado, es decir de exigencias reales de los consumidores, pero de ficticias y erróneas premisas intervencionistas.

Sin decir que el dinero creado de la nada viene distribuido principal y primeramente a los «amigos», es el crony capitalism.

Y luego, ya Mises dijo que el dinero no es neutral: no beneficia a todos en el mismo modo. En el ejemplo, el primero que recibe 1 peso en más, sin que los otros, el mercado, se dé cuenta, puede comprar su aguacate siempre a 1 peso. Cuando el restante dinero viene distribuido, los 4 pesos restantes más los 5 iniciales encuentran a la venta sólo 4 aguacates que van a costar 4/9 de peso (aproximadamente 0,44): es decir menos de los 0,5 que habíamos dicho antes. Cuantos más “amiguitos” reciban a escondida y primeramente el dinero fiat, tanto más suben los precios para los demás, (los que están afuera del círculo mágico y milagroso de la multiplicación del dinero.

También la ocupación es falsa: no crea riqueza, la consume. La ocupación se mide con la cantidad de riqueza producida (bienes industriales) de consumo, servicios, no del número de sillas puestas alrededor de una mesa. Ésta es burocracia no ocupación.
Éste es cavar hoyos en el terreno por luego cubrirle con la misma tierra: «trabajo» inventado y aprobado por el propio Keynes.

 

 

¿Pero por cuánto tiempo puede durar está “mana” de los gobiernos?

En la economía no existe un fondo permanente de donde sacar sin límites; hay que continuamente renovarlo con el gasto productivo que crea desarrollo sólo si supera aquello improductivo.

Ahora sí está claro que el debido gubernamental no representa otro que la antelación de la renta de impuestos futuros: la teoría del estímulo económico se derrumba con otro ejemplo elemental.

Fulano, que no tiene dinero, pide un préstamo a Mengano para hacer compras de Zutano. Fulano por lo tanto se encuentra en déficit con respecto de Mengano. Ahora sería absurdo que Fulano, después de haber hecho compras de Zutano pretendiera de este último la extinción de la deuda hacia Mengano.
Pero ya no es absurdo si Fulano es el gobierno que se endeuda con Mengano, o sea con el mercado de la deuda, obligando luego Zutano o bien la economía (o bien nosotros los contribuyentes), a reembolsarle la deuda.
Fulano, pues, siempre está libre de gastar y extinguir la deuda hacia Mengano con los impuestos pagados por Zutano.
¿Cómo es pues es posible que el déficit de Fulano vaya aumentando la renta de Mengano?

Obviamente no puede y por lo tanto el déficit no estimula la economía pero la deprime en cuanto lo total de la deuda de Fulano, que es la suma de todos sus déficit pasados, siempre es pagado por Zutano.

 

Si no nos damos cuenta que ésta es la consecuencia del déficit nunca vamos a entender porque tal política sustraiga los recursos de un país hasta el colapso.

Incapaces de poner frenos al gasto los gobiernos son obligados a hacer otras deudas llevándolos a una altura tal que serán necesarias nuevas dosis de deuda sólo para pagar los intereses. Se llega por tanto a la situación de deuda perpetua e insolvencia definitiva que comporta la imposibilidad de conseguir ulterior crédito.

 

A pesar de la evidente quiebra, esta política mantiene su popularidad sea porque la opinión pública no comprende plenamente el mecanismo y las consecuencias, sea porque las elites al gobierno hacen atractivo el déficit justificándolo con gastos por objetivos sociales, que en realidad conciernen intereses particulares que nunca arraigarían en una economía sana.

 

Si las elites al gobierno en lugar de perseguir tal política derribaran los impuestos, realmente alcanzarían el objetivo de mejorar la economía pero perderían el poder de administrarla, de corromper el electorado, someterlo, adquirir privilegios permanentes y continuar en la obra de expoliación de los contribuyentes.

 

 

Adam Smith tuvo razón: hay un gran potencial de ruina en los gobiernos. La causa de la ruina es la deuda, siempre creciente e imposible de liquidar.

La doctrina del gasto en déficit es una terapia absurda: no se crece gastando y tasando.

Más los gobiernos gastan, más la economía se pone inestable y gravita hacia la depresión con costes sociales enormes.

Pero es gracias a los déficit que las elites al gobierno refuerzan la posición de poder, aumentan los mismos privilegios, financian la corrupción y alimentan un sistema que, en el caso argentino, se llama peronismo, en el caso griego cleptocrazia; en el mundo estado ladrón.

 

 

 

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