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George Orwell

Ahora sí: Brexit

En julio de 2016 ya estaba claro que Inglaterra quería dejar la Unión Europea.

En aquel momento escribí un artículo sobre el tema que ahora, cuando la salida ha sido definitivamente sancionada, quiero proponerlo de nuevo encontrándolo todavía actual.

 

Brexit

Se ha dicho mucho y mucho se ha escrito sobre el “Brexit”: la salida de Gran Bretaña del UE, querida por sus ciudadanos a través de un referendo, cosa negada – mira donde está la soberanía – a muchos pueblos europeos como a Italia, por los mismos reglamentos constitucionales.

Lo que los legisladores burocráticos de Bruselas y Estrasburgo, los políticos sometidos a la idea totalitaria del “gran” Estado, los comentadores y los analistas políticos, miopes y sometidos, no logran entender es como pueda haber sucedido que los ingleses, a despecho de todos los llamamientos del establishment, hayan elegido de dejar al UE y porque lo hayan hecho aunque, de un punto de vista económico, no les convino.

La verdadera democracia es aquel sistema político que nos da la posibilidad de tener bajo control a los gobiernos a los que estamos sometidos. Hay pocos males peores de un gobierno que sea en cambio ello a controlarnos incontroladamente.

En el UE, que se dice a palabras demócrata, la mayor parte de las leyes vienen hoy dictadas y sancionadas por burócratas que nadie nunca ha elegido y que a nadie tienen que dar cuenta de sus acciones. Algunas de las decisiones más importantes que pesan sobre nuestras existencias emanan de la Corte europea de los derechos humanos, un organismo compuesto por jueces no elegidos que muchos provienen de países que faltan de una sólida tradición de estado de derecho.

En Italia, por ejemplo, hemos tenido una reciente experiencia cuándo ha sido decidido que el crucifijo tuviera que ser removido de las aulas escolares puesto que era lesivo de los derechos humanos (?).

A frente de las miles irreversibles “normas” emanada por la Comisión europea y de las “sentencias” pronunciadas por razones ideológicas de la Corte europea de los derechos humanos, creo correcto considerar todo esto una real amenaza por la democracia.

La confiscación del proceso decisorio obrada por elites no elegidas es un defecto fatal del entero proyecto Eurofederal. Es del todo evidente que el empujón hacia un gobernanza mundial configura un movimiento que se aleja de la democracia.

Ésta en síntesis es la situación vista desde un ángulo autónomo e independiente y éstos son los presupuestos que han llevado Gran Bretaña al Brexit.

Lo ha aclarado una vez más, con un discurso simple y lineal durante una conferencia a Tilburg en Holanda, el filósofo conservador inglés Roger Scruton:

“Nosotros Británicos nos sentimos europeos, pero la Unión Europea no representa a Europa que somos y queremos.

El Reino Unido no ha sido ocupado por los nazis como los otros países europeos, y esto implica una diferencia psicológica profunda. No nos apetecemos de devolver soberanía a un poder supranacional después  de que hemos luchado mucho para conservarla, venciendo con muchos sufrimientos.

En según lugar, nosotros hemos tenido un género de gobierno y ley diferente de los de los otros países que se han encontrado bajo el código napoleónico.

De nosotros la ley se ha creado en las cortes de justicia, no fue impuesta por lo alto. Las cortes de common law “descubren” la ley: se llevan los conflictos delante de un juez imparcial, y él a través de la justicia natural descubre la solución.

Hemos creado un sistema legal que procede del bajo, por la resolución de conflictos entre la gente común, no con intervenciones de lo alto de parte de lo legislativo.

Hoy Bruselas produce reglamentos que son decisiones de lo alto, y ésta provoca rebelión en nuestra gente: los reglamentos no solucionan los conflictos, sino los provocan.

La tercera y decisiva cuestión es aquella de la inmigración: estamos bajo asedio a motivo de la cláusula europea sobre la libertad de movimiento y residencia de las personas.

Esta norma hace parte de los tratados y no se puede sacar, y es eso a que los británicos objetan de más: hemos perdido el control de nuestras fronteras, grandes cantidades de personas procedentes de la Europa del este compiten con nosotros por el trabajo y la casa.

La gente se pregunta qué significa soberanía nacional, si hemos perdido el control de nuestras fronteras. En su entusiasmo para disolver los confines, la Unión Europea ha quedado sin protección de las migraciones de masa.

El comportamiento de Alemania nace de su histórico sentido de culpa y se refleja sobre de nosotros: nos obligan, nosotros que nos hemos defendido en pasado al precio de mucha sangre de quien buscó aquí su “espacio vital”, a aceptar a todas las personas que quieren entrar.

Se pretende que ignoramos factores como la diversidad de religión, cultura y adaptabilidad.

De todo esto la Unión Europea se niega a discutir”.

 

 

 

Acabemos con la demente guerra contra las drogas

drogas

Aquí presento un esclarecedor (y antiguo) artículo de Ron Paul sobre el debatido y no resuelto problema de las drogas.
Disfruten de su lectura… y reflexionen!

 

A la luz de la reciente oleada de violencia relacionada con el narcotráfico en México, es apropiado reflejar la actual prohibición de las drogas que afecta a la delincuencia, el mantenimiento de la ley y la economía.

Siempre que ocurren estos sucesos, la reacción instintiva de muchos es querer combatir más intensamente las drogas ilegales. Sin embargo, debo preguntar: ¿no hemos atacado ya con bastante intensidad el tráfico de drogas en las últimas décadas? ¿Y cuál ha sido el resultado? El florecimiento y prosperidad del mercado negro, así como la escalada de violencia.

¿No hay un enfoque más eficaz?

La ilegalidad de las drogas es, en realidad, el principal factor que contribuye a mantener las altas ganancias de los traficantes y los cárteles, y se asegura de que el crimen organizado domine el mercado.

La cocaína, por ejemplo, tiene un margen de beneficio de alrededor del 17.000%, llegando a ser más cara que el oro en ciertas áreas. Este fenómeno no es nada nuevo y tampoco es exclusivo de las drogas -es sólo el resultado predecible de la prohibición.

Durante la Ley Seca, Al Capone y todos los demás involucrados en el crimen organizado ganaron fortunas aprovechando el lucrativo y peligroso mercado negro  que se había creado únicamente por las leyes del gobierno. Tanto entonces como ahora, las leyes económicas siguen siendo las mismas: cada vez que el Estado hace una gran incautación de los bienes ilegales, los beneficios de los proveedores que quedan en el mercado negro aumentan. Esta es un tipo de fuerza económica insalvable para el aparato estatal, pero da grandes beneficios para los traficantes de drogas y los carteles.

Para los ciudadanos de a pie, sin embargo, esta prohibición ha generado grandes desastres. La guerra contra las drogas mantiene cárceles superpobladas, lo que genera no sólo un gran costo para los contribuyentes, sino también un gran peligro para todo el público en general, ya que los verdaderos criminales -asesinos, violadores, abusadores de niños- se mantienen fuera de la prisión sólo para hacer espacio a los delincuentes no violentos involucrados con las drogas.

Actualmente, los Estados Unidos, por ejemplo, encarcela a más personas en términos per cápita que Rusia y China jamás hicieron en su historia. Y, sin embargo, criminales como Phillip Garrido -el secuestrador de Jaycee Lee Dugard, la chica que se mantuvo cautiva durante 18 años en California y con la que tuvo dos hijas- continúan sueltos, libres para violar y secuestrar repetidas veces. (Curiosamente, en su caso, una pequeña cantidad de marihuana llamó más la atención de la policía que los reiterados informes de los vecinos alertando de que había constantemente niños en su patio trasero).

La guerra contra las drogas distorsiona las prioridades de la policía a costa de toda la población.

La derogación de la Ley Seca, ciertamente, no trajo ningún beneficio a la delincuencia organizada. Del mismo modo, hoy en día, si quisiésemos acabar con los violentos cárteles de la droga, crear oportunidades legítimas de empleo en lugar de un mercado negro sin ley y justicia, reordenar las prioridades de la policía y dejar espacio en las cárceles para las personas que realmente deberían estar en ellas, tenemos que acabar con la loca guerra contra las drogas.

Despenalizar la marihuana a nivel federal sería un buen comienzo.


El artículo original se encuentra aquí.

 

 

 

Nuestra democracia crece

 

Así es como llamé a mi artículo en el 2011. ¡Claro! era irónico y provocador.

Y, ahora, casi en el 2019, ¿qué piensan de lo que escribí entonces?

¿No les parece que, después de muchos años, las dudas y las perplejidades permanecen inalteradas?

¿Que cada vez más democracia rima con demagogia; que mientras los gobiernos cambian, nuestras demandas de integridad, seguridad y libertad siguen sin cumplirse?

 

w la libertad

 

Dicen que fue Benjamin Franklin representando la democracia como «dos lobos y un cordero votando que comer en la noche» y libertad “un cordero bien armado que protesta el voto”.

 

Y para mi que no soy fanático de la democracia sino de la libertad, o sea que pongo primero la libertad, el derecho a la libertad como amparo y defensa del individuo contra cualquiera imposición, coacción y violación, (cualquiera en el sentido de cualquiera parte salga: del vecino, del amigo, del enemigo y también del estado) me parece que no haya mejor y más sintética definición.

 

Me imagino que mis cuatro seguidores se horrorizarán leyendo esto: propio cuando todos se presentan como democráticos y la democracia parece ser el trato distintivo de los hombres biempensantes, los que hacen solo el bien de los otros, el bien común con abnegación  y sacrificio personal…..

Pero antes de apagar el blog y chatear en Facebook, por favor, siganme otro poco.

 

No quiero subestimar que la democracia ofreció algo relativamente nuevo en la historia de la humanidad: la participación popular en la toma de decisiones políticas.
Sin embargo hay que decir que la primera democracia apareciendo, la de Atenas, era diferente de la que entendimos hoy: en aquel tiempo los que tenían derecho a la política de la ciudad eran muy pocos; ahora hablamos de sufragio universal, a todos votando se le da la presunción de influir en la política del Estado.
Mientras, como veremos no es así.

 

Pero esto de la democracia es algo tan positivo que a veces no deja ver que también contiene riesgos, y los más engañosos.

Antes de todo porque se presenta como voz, expresión del pueblo: pero el hecho es que representa solo la mayoría del pueblo, o mejor dicho de los votos (el 50 más 1 de los que votan que no son mas del 60 – 65 por ciento de los que tienen el derecho, o sea en total poco mas del 30 por cien del pueblo), y en ciertas ocasiones, esta mayoría democrática, minoría de un pueblo, puede ser más despiadada que un rey o que un dictador.
Una exagerada democracia puede ser tiránica, cuando la mayoría aprovecha su posición en perjuicio de minorías y de individuos.

Se me ocurre cuando leí la que se recuerda como la paradoja de H-H.Hoppe, economista de la Escuela austríaca: vean un gobierno mundial, – que sería la máxima expresión de democracia – elegido según el principio «una cabeza un voto». ¿Cuál sería el resultado probable de tal votación? El más probable es que nos encontraríamos con un gobierno chino-indio [1]. Y que haría este gobierno para complacer sus electores y conseguir su reelección? Pondría en el centro de su atención los intereses, los valore de quienes lo han elegido. Averiguaría probablemente que el Occidente tiene demasiadas riquezas y el restante mundo, particularmente India y China, demasiadas pocas, y por tanto se pondría hacer una sistemática redistribución de la renta y de la riqueza.

¿Y sería democracia o más bien tiranía, colectivismo mayoritario, la que aplastaría cultura, tradiciones, memoria (y también recursos y riquezas) de pueblos y de individuos solo porque pertenecen a una minoría que no puede influir en los resultados y por eso nada vale?

Hay que reflexionar.

Sobre todo porque el éxito y el reconocimiento unánime que se atribuye a la democracia se deriva del hecho de que es una pura máquina  para la redistribución de riqueza que no es la suya.

Luego, porque la democracia consigue dar a sus representantes, propio por ser expresión del pueblo, un halo de virtud y moralidad que se niega a todos los otros hombres. Ellos sólo, los representantes de la democracia son “el óleo sagrado”, más allá de cualquiera ruindad, entregados como son al “bien común”.

 

Pero ya desde hace unos años sabemos, por el estudio de la escuela de la Elección Pública o Public Choice y de su más destacado teórico James M. Buchanan, como los sistemas democráticos no son que mercados donde los partidos políticos se enfrentan para conseguir su primacía. Y el objetivo de los políticos es de mantenerla esta primacía disfrazándola, según el momento, con imágenes de altruismo, de servicio, de búsqueda del bien común. Al final todo sirve para perseguir su continuidad política, en una palabra, sus negocios.

Eso ocurre en la realidad: los políticos adoptan sus decisiones en función de sus propios intereses, como todo el mundo. Un político honrado en un país democrático se esforzará en ser reelegido y en que su partido obtenga más votos.
Eso es su interés, eso es su oficio y no otro.

 

Y al final, como muy bien lo plantearon Friedrich von Hayek y José Ortega y Gasset, la democracia y el liberalismo, como abanderado de la libertad, son interesado por dos distintos aspectos de la vida política.
A la democracia le interesa el mecanismo, el recorrido a través de cual se define el gobierno del estado: «¿Quién gobierna?»; el pensamiento liberal, en manera muy práctica, llama su atención sobre la fuerza, la intrusión del poder en la vida del individuo: «¿Cuánto gobierna?».
Y su tarea es la de poner límites, de fijar confines constitucionales a ese poder.

 

Y entonces la verdadera cuestión no es que crezca la democracia sino que crezca la libertad.

 

Cada vez que la democracia – no la teórica de los idealistas sino la que se manifiesta en la realidad – crece, en la práctica disminuye la libertad, nuestra libertad: democracia mata libertad.

 

¡No es libertad cambiar dueño, democráticamente, cada seis años!

 

 

Para mí, cuando siento la mano del poder gravar sobre mi frente, poco me interesa conocer quien me oprime, y no soy más dispuesto a poner mi cabeza debajo del yugo porque un millón de brazos me empujan.
Alexis Clérel de Tocqueville, La democracia en América

 

 

 

 

[1] La población de China y India ronda alrededor de los 2 mil millones mientras la de Europa occidental y America del Norte junto no alcanza los 700 millones.

 

 

 

¡Ah esclava Italia! albergue de dolores…

Quiero subrayar que el artículo de hoy pretende describir la situación en Italia tras las elecciones nacionales de marzo.

Pero, ¿a quién le importa la situación en Italia? Tal vez ni siquiera a mí.

Hay muchos otros problemas para el mundo; también en México. Ahora en medio de la campaña electoral.

 

En Italia el gobierno está paralizado y ¿qué podría ser mejor para la mayoría de la población? Cada uno continúa cuidando sus propios asuntos, haciendo buenos negocios de acuerdo a sus deseos y el país continúa su camino.

Cuando el Estado ya no puede llegar, la gente se ocupa individualmente de compensar esta situación (por ejemplo, reparando baches en la calle, en Italia).

Este estancamiento permitirá a la gente «descubrir» que el Estado no es más que un parásito que forja objetivos loables sólo para chupar más sangre de la población.

Ni hay que decir que no está cumpliendo sus promesas.
Ni hay que decir que el aparato estatal es una entidad incapaz de generar beneficios de acuerdo con una economía de mercado (y de gestionar sabiamente los recursos que se han acumulado indebidamente) y la solidaridad no le interesa en absoluto, sino que es un señuelo para aquellos inflados tan idiotas que creen en el cuento de hadas de la «necesidad» de su existencia.

 

De esta manera, finalmente será visible cómo el saqueo legal está tan extendido en la sociedad actual, distinguiendo una vez más la diferencia entre la justicia y la injusticia. Sólo porque algo es legal, supongamos que tiene que ser correcto, lo que no es cierto en absoluto.

También será visible la razón por la que el político lucha con todas las armas posibles, legales y no legales, (pero con nuestro dinero) para ganar las elecciones: una vez sentado en el trono el ganador comenzará a saquear al resto de los demás, o a protegerse de ello.

Más importante que la izquierda o la derecha, que los partidos, las alianzas, es el concepto de libertad.

La solución al problema de las relaciones humanas es la libertad y ésta prospera más cuando el papel del Estado es limitado, el uso de la fuerza es limitado y la ley se limita a la administración de la justicia universal.
O más precisamente, la ley es mejor cuando se usa exclusivamente como un obstáculo a la injusticia.

 

 

Ahi serva Italia, di dolore ostello,
nave sanza nocchiere in gran tempesta,
non donna di province, ma bordello!

¡Ah esclava Italia, albergue de dolores,
nave sin timonel en la borrasca,
burdel, no soberana de provincias! 

Dante Alighieri, Divina Comedia, Purgatorio, Canto VI

 

 

 

#MeToo

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La revista Time nombró como “Person of the Year 2017” el movimiento #MeToo.
Aparte del hecho de que no es precisamente una persona sino una horda de estatuas sagradas (y no entiendo, si así eran frias, como alguien pudo solo pensar en acercarse) en términos del Espíritu del Tiempo no fue posible decidir mejor.

Porque aunque vivimos en tiempos en que el sexo, la atracción sexual aparece por todas partes (en la publicidad, en las películas de cualquier género en el cine o la televisión, incluso, leemos, en las redes sociales, nunca falta la escena sexual con tanto desvestirse y gritar y gemir) la hipocresía y la falsedad de la corrección político-social nos impone demonizar los aspectos de la vida que nosotros mismos hemos creado.

Una especie de sutil expiación, un intento de liberación del complejo de culpa que llevamos adelante.

 

Pero poner a los hombres en la picota porque lo han “intentado” (esto es lo que es) y las mujeres como estatuillas sagradas aunque lo hayan aceptado, es algo que no entiendo.

Y sobre todo esta forma de “outing” que se exalta como prueba de madurez y fuerza moral mientras que no es más que otra forma de narcisismo y exhibición, opuesta pero igual a la que denuncian.
Mientras tanto hay que distinguir entre el galanteo (espero sea la traducción correcta del francés avance que es la forma amable y cortés del primer acercamiento entre el hombre y la mujer)  y la coerción.

La segunda es una asfixia de la voluntad y, por tanto, de la dignidad de la persona, que debe ser protegida, incluso de los intentos; pero ya existen leyes que protegen (o al menos deberían) a los hombres y las mujeres de esta y otras posibles formas de abuso, violación, coerción física o moral.

Pero si no es coerción sino aceptación de algo que después (de un día o de unos años, como en el caso) nos está causando decepción e inquietud, me parece que es un aspecto diferente.
Cuántos de nosotros nos arrepentimos de cosas hechas o sufridas sin reacción u oposición. Es algo que es parte de la vida: más, es la vida con sus ansiedades, sus arrepentimientos, sus decepciones y sus inquietudes.
El primero, por el contrario, es el fundamento sano de la especie y como tal debe ser preservado, en las diversas formas dialécticas en que se agita. Formas que son las más efímeras, sutiles, intangibles, pues se adaptan al lenguaje de los sentidos cuando quieren y deben sustituir a la razón.

¿Quién de nosotros no se ha acercado a una mujer con una palabra galante, con un lema ingenioso, con una flor ofrecida; y qué mujer no miró de soslayo, no compuso la falda, no suspiró al peinar su cabello para atraer nuestra atención?

Por cierto a los hombres les gustan las mujeres y a las mujeres les gustan los hombres. Biológicamente, uno/a nos pone a prueba y el otro/a decide si está de acuerdo.

 

De hecho, si lo dejamos en manos de los moralistas chic, como los del Time, aquellos que la mujer no se toca con ni siquiera con una mirada, acabaremos extinguiendonos como especie.

A veces el hombre intenta y tiene éxito. Lo mismo la mujer, en este tiempo de aclamada paridad sexual.

Quienes más, quienes menos: como pasa en todos los casos de la vida.
No siempre está claro, pero con una tasa de éxito que nos lleva a creer en este buen camino a seguir.

 

 

 

 

La alegoría de la laguna, dos

No sé cómo ni porqué me topé hoy en este breve artículo que escribí propio hace cinco años.
Como no siempre me pasa volviendo a leer mis cosas, lo encontré todavía bueno e interesante. Y siempre actual pues nada ha cambiado en el mundo.

Me permitan por lo tanto, mis cinco lectores, de volver a poner el artículo con alguna corrección y también pequeñas añadiduras maduradas mientras tanto.

 

Había una pequeña laguna allá en el parque del fraccionamiento donde estuve de vacaciones, gracias a la acogedora amabilidad de mis huéspedes.

Y en la laguna vivían peces y tortugas en gran cantidad.

Un día, caminando por la tarde bajo los árboles frondosos para escapar al bochorno, me encontré atravesando el puentecito que une las dos orillas de este estanque.

Mirando hacia abajo, me asombré al ver unas tortugas que se acercaban al puentecito y, lo más extraño, teniendo ostentosamente la cabecita afuera del agua, casi buscaran mirarme.

Entonces no le di mucha importancia, pero regresando a la casa y recordando lo que había visto en los días anteriores –niños que tiraban migajas de pan y varias semillas en el agua- me di cuenta en manera más clara de lo que pasaba y encontré la explicación de lo que en el principio me había parecido raro e inexplicable.

Las tortugas primeras y luego los peces acudían al puentecito por el acostumbre que habían tomado en la espera de comida que usualmente les venía otorgado y miraban por arriba, levantando el cuello y la cabeza fuera del agua, creyendo verme como uno de sus proveedores.

 

 

Hay, a mi modo de ver, algunas consideraciones que surgen del análisis de este acontecimiento todo sumado bastante banal y común.

Primero que de acciones intencionalmente buenas pueden resultar consecuencias no esperadas que son negativas.
Número dos y más importante que cuando se impone una alteración del orden natural las consecuencias son catastróficas.

 

 

En efecto en el caso, aunque la intención sea buena – el camino hacia el infierno está empedrado de buenas intenciones – los resultados son desastrosos.

Eliminando las dificultades de la supervivencia, se conservan a la vida elementos que la selección natural, con el específico objetivo de fortalecer la especie y las cualidades del individuo, habría eliminado. La lucha para la supervivencia selecciona los mejores elementos, los que tienen que transmitir genéticamente a las generaciones futuras las mejores cualidades.

Aplicar a la naturaleza los principios de la compasión y de la caridad, significa alterar las reglas de la misma; sin por otro lado conseguir modificarla permanentemente. A la mínima variación de las condiciones exteriores, los elementos no adecuados a la natural dificultad de la vida y de la supervivencia son los primeros a ser eliminados.

Es decir cualquiera forma de intervención en las reglas de la naturaleza no solo no llega a ningún resultado, sino incluso consigue resultados opuestos a los predichos.
En efecto en el estanque encontrarán forma de supervivencia mucho más elementos de los permitidos por el habitat, la extensión, la disponibilidad y el clima del lugar…

 

 

Pero, más grave de todo, harán perdido para siempre, esos habitantes de la laguna, su naturaleza de animales libres e independientes, hábiles para conseguir comida y vivir armoniosamente en su comunidad acuática.
Dándoles la comida, los hacemos adictos a nuestra ayuda: los estamos transformando para siempre en pordiosero. Les matamos su capacidad de sobrevivir por sí mismos.
Destruimos también la fundamental función del aprendizaje natural: la mamá, o la comunidad del estanque, no les ensenará más las técnicas de sobrevivencia sino las de vivir de limosnas.

Y la amenaza es la creación de una adicción permanente.

 

 

Y la estrecha analogía entre la condición de los animalitos de aquel estanque y la de nosotros que nos encontramos a vivir en este mundo invadido por un estatismo entrometido, agobiante y falsamente benefactor, se abrió camino en mis pensamientos.

Nosotros, al igual que ellos, estamos preguntando todo al estado, pues nos han convencido que a todo tenemos derecho y el estado –que nos ha convencido en esto para convencernos de su necesidad– nos da migajas del mismo pan que nosotros hemos hecho con nuestro trabajo y que él nos ha robado.

 

Al igual que ellos, cuando dejamos de creer en el futuro, en el futuro hecho por nosotros, en nuestra capacidad de proveerlo, dejamos de ser libres.
Mendigando lo que el estado benefactor, el estado niñera, a través de una consagrada técnica de sometimiento es capaz y disponible a ofrecernos, hemos perdido nuestra esencia de hombres.
De individuos, de ciudadanos nos hemos hechos súbditos, nos hemos hechos esclavos.

 

Al igual que ellos, bajo el cuidado del estado benefactor estamos como en la laguna, come en un parque zoológico.

Estamos cuidados, o quizás vigilados. Estamos alimentados, no faltan “gotas de ayuda”. Estamos también sometidos a atención médica, desde cuando tomó cuerpo la “medicina de la población”  que otro no es que una ulterior forma de control y sumisión bajo el pretexto de atención solidaria de los gobiernos

Lo que nos falta es la libertad. No somos más hombres.

 

Sin duda la intención de los niños, dándole de comer a peces y tortugas, parece buena; no así de buena me parece la intención estatista.

Los políticos no son niños de buen corazón, son hombres de poder que buscan agarrar y mantener su poder.

Sin embargo no debemos olvidar la lección de la “public choice”, la de James Buchanan y Richard Wagner, que en “Democracy en déficit” concluye poniéndonos de frente a un hecho inequívoco.

Es cierto que el comportamiento de los políticos en su gestión de las actividades gubernamentales tiene como constante referencia la misma utilidad personal de breve término: la reelección y la permanencia en los sitios de mando.

Pero, los políticos, al fin y al cabo, no son de los monstruos egoístas que actúan engañándonos.

Al contrario, ellos actúan contestando a las voces del electorado y las culpas, antes que de ellos, es del electorado: su locura, la de los políticos, es nuestra locura, la de los electores.
“Their folly is our folly”.

 

 

Brexit

Se ha dicho mucho y mucho se ha escrito sobre el «Brexit»: la salida de Gran Bretaña del UE, querida por sus ciudadanos a través de un referendo, cosa negada – mira donde está la soberanía – a muchos pueblos europeos como a Italia, por los mismos reglamentos constitucionales.

Lo que los legisladores burocráticos de Bruselas y Estrasburgo, los políticos sometidos a la idea totalitaria del «gran» Estado, los comentadores y los analistas políticos, miopes y sometidos, no logran entender es como pueda haber sucedido que los ingleses, a despecho de todos los llamamientos del establishment, hayan elegido de dejar al UE y porque lo hayan hecho aunque, de un punto de vista económico, no les convino.

 

La verdadera democracia es aquel sistema político que nos da la posibilidad de tener bajo control a los gobiernos a los que estamos sometidos. Hay pocos males peores de un gobierno que sea en cambio ello a controlarnos incontroladamente.

En el UE, que se dice a palabras demócrata, la mayor parte de las leyes vienen hoy dictadas y sancionadas por burócratas que nadie nunca ha elegido y que a nadie tienen que dar cuenta de sus acciones. Algunas de las decisiones más importantes que pesan sobre nuestras existencias emanan de la Corte europea de los derechos humanos, un organismo compuesto por jueces no elegidos que muchos provienen de países que faltan de una sólida tradición de estado de derecho.

En Italia, por ejemplo, hemos tenido una reciente experiencia cuándo ha sido decidido que el crucifijo tuviera que ser removido de las aulas escolares puesto que era lesivo de los derechos humanos (?).

A frente de las miles irreversibles «normas» emanada por la Comisión europea y de las «sentencias» pronunciadas por razones ideológicas de la Corte europea de los derechos humanos, creo correcto considerar todo esto una real amenaza por la democracia.

La confiscación del proceso decisorio obrada por elites no elegidas es un defecto fatal del entero proyecto Eurofederal. Es del todo evidente que el empujón hacia un gobernanza mundial configura un movimiento que se aleja de la democracia.

Ésta en síntesis es la situación vista desde un ángulo autónomo e independiente y éstos son los presupuestos que han llevado Gran Bretaña al Brexit.

 

Lo ha aclarado una vez más, con un discurso simple y lineal durante una conferencia a Tilburg en Holanda, el filósofo conservador inglés Roger Scruton:

“Nosotros Británicos nos sentimos europeos, pero la Unión Europea no representa a Europa que somos y queremos.

El Reino Unido no ha sido ocupado por los nazis como los otros países europeos, y esto implica una diferencia psicológica profunda. No nos apetecemos de devolver soberanía a un poder supranacional después  de que hemos luchado mucho para conservarla, venciendo con muchos sufrimientos.

En según lugar, nosotros hemos tenido un género de gobierno y ley diferente de los de los otros países que se han encontrado bajo el código napoleónico.

De nosotros la ley se ha creado en las cortes de justicia, no fue impuesta por lo alto. Las cortes de common law «descubren» la ley: se llevan los conflictos delante de un juez imparcial, y él a través de la justicia natural descubre la solución.

Hemos creado un sistema legal que procede del bajo, por la resolución de conflictos entre la gente común, no con intervenciones de lo alto de parte de lo legislativo.

Hoy Bruselas produce reglamentos que son decisiones de lo alto, y ésta provoca rebelión en nuestra gente: los reglamentos no solucionan los conflictos, sino los provocan.

La tercera y decisiva cuestión es aquella de la inmigración: estamos bajo asedio a motivo de la cláusula europea sobre la libertad de movimiento y residencia de las personas.

Esta norma hace parte de los tratados y no se puede sacar, y es eso a que los británicos objetan de más: hemos perdido el control de nuestras fronteras, grandes cantidades de personas procedentes de la Europa del este compiten con nosotros por el trabajo y la casa.

La gente se pregunta qué significa soberanía nacional, si hemos perdido el control de nuestras fronteras. En su entusiasmo para disolver los confines, la Unión Europea ha quedado sin protección de las migraciones de masa.

El comportamiento de Alemania nace de su histórico sentido de culpa y se refleja sobre de nosotros: nos obligan, nosotros que nos hemos defendido en pasado al precio de mucha sangre de quien buscó aquí su «espacio vital», a aceptar a todas las personas que quieren entrar.

Se pretende que ignoramos factores como la diversidad de religión, cultura y adaptabilidad.

De todo esto la Unión Europea se niega a discutir».

Libertad de expresión

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No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo.
Cita apócrifa de Voltaire.

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libertaespressione

El caso de Carmen Aristegui sigue haciendo hablar.

Después de las primeras expresiones de desdén y revuelta contra este “atentado a la libertad de expresión”, han empezados las críticas o, cuanto menos, unas tomas de posición más cautas, hasta de oposición.

Cito las dos que más representan los dos enfoques para que puedan darse cuenta directamente: la de Denise Dresser (Je suis Carmen) y Fernando Amerlink (La libertad soy yo). Sin decir la de mi amigo Raúl, que ¡ay! no la ha publicada.

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Yo también quisiera decir algunas cosas sobre este caso, que me parece encarado de manera confusa y quizás partesana.

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Primero hay que decir que el contrato che Aristegui tenía con la emisora privada MVS, y cualquier contrato, por su misma definición puede ser rescindido por ambas las partes.

Sí el administrador responsable de una empresa quiere despedir a un empleado, sin perjuicio de las salvaguardias establecidas para la protección de los trabajadores, tiene que poderlo hacer. El mismo, al revés.

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Por lo tanto, la Aristegui que, claro, no es la Doncella de Orleans luchando en la guerra de los Cien Años, puede encontrar otro micrófono del que lanzar sus cruzadas y quitarnos la duda, si es cierto lo que hemos leído (Pablo Hiriart, El Financiero, 18.3.2015), que está defendiendo la libertad de expresión o su sueldo superior a un millón mensual.

No nos encontramos frente a aquellas situaciones bien más graves, que atraviesan el México de estos últimos años, de periodistas matados, secuestrados, amordazados por el crimen organizado pero también del poder corrompido y coludido. Lo que engendra un clima de miedo, de sospecha, de silencio, de autocensura dónde no se llega nunca a hacer justicia, a saber la verdad.

También hace falta decir que la batalladora Aristegui no es nueva a estos hechos. Ya en el febrero del 2011 fue despedida, en fin readmitida, para haber puesto en su programa radiofónico matutino, siempre en MVS, una cuestión maliciosa sobre el entonces Presidente: «¿Tiene o no Felipe Calderón un problema de alcoholismo?”.

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Si fuera probado, cosa imposible a ser admitida, la presión del gobierno sobre la emisora, de veras sería grave la interferencia del poder en la libertad de expresión e, igualmente, la debilidad, anuencia sospechosa, falta de rigor y autonomía, de los ejecutivos MVS.

Esto es lo que me parece más grave, mucho más del «normal» despido de una persona – empleado, dirigente, periodista o director de periódico – la sospecha de una interferencia entre poder político y medios de comunicación, de una colusión, de un arreglo, de una repartición de poder, que nace y se consolida, en el paisaje mediático mexicano, por la falta de pluralismo, por la supresión de la competencia, por el repudio, para decirlo con una palabra, del mercado.
No sólo en la prensa pero en todas las ramas de la economía mexicana.

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Hay quien dice, como si fuera una culpa o un pecado, que la periodista está acostumbrada a atacar el poder, los que mandan, que están al gobierno. Pero a mí me parece que esta de veras debería ser la tarea de la prensa y de los medios de comunicación.

Era Winston Churchill quien dijo que la prensa era el perro de guardia de la democracia.

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“Hay muchos a quienes no les gusta su trabajo. La descalifican por «lopezobradorista» o «lesbiana» o «sesgada» o «estridente» o «izquierdista» o «políticamente correcta». A quienes no les agradaba el tipo de periodismo que impulsaba, tenían todo el derecho de cambiar de estación.”

En cambio, me parece utópico, irrealizable, desear objetividad, ética, valores, integridad: son dotes muy raras que se perdonan fácilmente subiendo las escaleras del poder: político, económico, mediático.
El hombre es un animal con mil defectos y pocas cualidades: hay que tomarlo por lo que es; no caemos en la utopía del hombre nuevo, renacido, del buen salvaje del buen salvaje a la Rousseau contaminado y corrompido por la civilización.

No le creo en el Hombre, les creo en los hombres.

Aceptémoslos, por los que son: parciales, bizcos, ideológicos.
Lo importante, y tenemos que aceptarlo humanamente, es que haya pluralidad, que sean muchas las voces, muchas las miradas, diferentes los enfoques, distintas las perspectivas.
Quien mirará a la derecha, quién a mano izquierda, quién sólo delante de si, quién con los ojos revueltos al atrás.
Quién cerrará los ojos o hincará la cabeza bajo la arena para no ver, no saber, creyendo de mantener su inocencia.

Ésta es la realidad, esto nos enseña la vida, la historia con millares de años de luchas, guerras, matanzas, destrucciones, aberraciones…
La única, real posibilidad de una apariencia de democracia, es la supervivencia de una pluralidad de voces.
Estará a cada uno de nosotros, con su fe, su razón, su sentimiento, entender y elegir.

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La sottile linea d'ombra

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