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Imprimir euro no relanza la economía

(Al igual que imprimir dólares, o pedir dinero prestado para malgastarlo)

euro stampa

En los días pasados en Europa hemos asistido a uno de los tradicionales psicodramas que acompañan de algún tiempo las elecciones de los bancos centrales.

Mario Draghi, gobernador del Banco Central Europeo, anunció una extensión del programa de aflojamiento monetario (quantitative easing) sea aumentando la masa de dinero a disposición por la adquisición de títulos sobre el mercado, sea también ampliando estas adquisiciones a las obligaciones de las primarias empresas privadas.

“Hay fuerzas en la economía global de hoy que conspiran para tener baja la inflación” dijo el gobe en un discurso en Krankfurt. “En todo caso el Banco central europeo no se rendirá delante de la baja inflación», todavía ha dicho Draghi.

¡Vaya! Una persona que reviste un tal papel debería ser capaz de salirse con una excusa mejor de «conspiraciones«: estamos al nivel del asalto a los hornos del pan de manzoniana memoria.

 

En una situación de política económica sana y correcta la inflación es siempre un mal y la deflación constante es el resultado normal del desarrollo tecnológico y aumento de la productividad.

 

Volviendo a la política monetaria una de las lógicas de fondo del actual arreglo de parte del BCE es la de tener bajo control las grandes deudas públicas de los Estados. Los tipos de interés cercanos al cero permiten en efecto de reducir los costes de la deuda y de facilitar la renovación de los títulos en plazo. Los bancos centrales tienen que respaldar los estados con sus deudas crecientes y la inflación es la manera solapada y maliciosa de sacarlos de los líos.

Las reacciones inmediatas de los mercados financieros han estado paradójicas. En un primer momento ha habido una carrera a la adquisición por la ilusión del crecimiento que habrían podido dar las nuevas iniciativas. Luego, cosa de pocas horas, el clima en las Bolsas ha completamente cambiado porque ha prevalecido la impresión que hay un análisis particularmente negativo y preocupante de la actual situación económica europea.

 

Sin embargo una vez más se ha tenido la demostración de que este tipo de política monetaria es inútil y dañina.

En práctica pensar que se pueda empujar la reactivación de la economía, crear puestos de trabajo, con solamente aumentar la riqueza ficticia de las familias dando dinero (falso, creado de la nada, que no sale del ahorro y de la inversión) al sistema financiero no es sólo una ilusión pero un pesado error.

 

El mensaje de fondo está claro: “No robes (y crear inflación es un robo; imprimir dinero es un robo), de lo contrario habrán sanciones negativas inevitables.” Los bancos centrales han tenido la presunción de haber logrado evitarlas; keynesianos y monetaristas han apoyado esta ilusión.

Pero crisis después de crisis no tendrán modo de explicar lo que está ocurriendo, y todas sus «recetas» no serán otras que un agujero en el agua

 

Cada vez que, ya son muchos años, veo medidas de este tipo (EEUU, Japón, Cina, Europa) siempre más me doy cuenta que el verdadero verdugo de la economía y de la sociedad civil no ha sido Marx, come había pensado, sino Keynes.

 

 

 

Falsas Señales

falsi segnali

Estamos viendo desde el principio del año una continua y constante depreciación del peso frente al dólar.

Cuando pasa algo parecido entre dos divisas hace falta preguntarse si esto depende de la fuerza de la primera o de la debilidad de la segunda. Es decir ¿el peso pierde frente al dólar por qué está subiendo la fuerza del dólar o está bajando la del peso?

En dos artículos (aquí y aquí), otros ya siguen sobre el argumento, Arturo Damm hace un análisis preciso y circunstanciado de la situación entre las dos monedas y de las acciones que el banco central mexicano está poniendo en acto para intentar poner un freno a la depreciación del peso.

Qué son aquellos de una política monetaria intervencionista: introducir en el mercado de los cambios cantidad siempre mayor de dólares para bajar de ello el valor.

“… el 11 de marzo la Comisión de Cambios anunció que a partir de ese día “se iniciaría una venta diaria de 52 millones de dólares a través de un mecanismo de subastas”; que adicionalmente “se continuarían subastando diariamente (como se venía haciendo desde diciembre de 2014) dólares a un tipo de cambio mínimo de 1.5 por ciento superior al tipo de cambio (Fix) del día hábil anterior”, y que “el monto a subastar a través de este mecanismo (sería) de 200 millones de dólares al día”, todo ello con el fin de “prevenir que presiones adicionales pudiesen perturbar el funcionamiento ordenado del mercado cambiario”

Pero siguiendo la depreciación

“….la Comisión de Cambios a recetar, literalmente, más de lo mismo. Primero: del 31 de julio al 30 de septiembre “se incrementa de 52 a 200 millones de dólares el monto a ofrecer en la subasta sin precio mínimo”. Segundo: respecto a las subastas con precio mínimo “se mantiene el monto de 200 millones de dólares, pero a partir del 31 de julio el precio mínimo será el equivalente al tipo de cambio FIX determinado el día hábil anterior incrementado en 1% (anteriormente era 1.5 por ciento)”.

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Me espero que al autor también analizes la otra cara de la medalla: cuánto dinero –pesos- fiat ha creado últimamente Banxico para mantener el nivel siempre creciente de gasto público y los derroches de la clase política-burocrática, ahora que las entradas petrolíferas se han demediado (por la caída del precio del petróleo) y la tasación, en un país en que la pobreza está en crecimiento, ha alcanzado límites no más superables.

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Estas medidas a nada sirven: en Italia en el septiembre del 1992 el inefable Carlo Azeglio Ciampi, gobernador del Banco de Italia (todavía existía el banco central, antes de entra en la Unión Europea) desperdició 48 mil millones de dólares para contrarrestar la caída de la moneda.
Sin resultado: al final hubo una desvaluación del 30%.

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No son las políticas monetarias que pueden hacer crecer, o defender el estatus de un país. Son el trabajo, la creatividad, el empeño, los esfuerzos de sus ciudadanos en un entorno de libre comercio y estado de derecho.

Es la eliminación, o por lo menos más concretamente, la contención del parasitismo, del derroche, de la corrupción que todas tienen origen en el estado y en su clase burocrática.

El resto es una ilusión. La ilusión monetaria que enriquece un estrecho número de especuladores políticos y empobrece un pueblo.

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En seguida transcribo la traducción (mía) de un paso del libro «Que es el dinero» que ya cité, de Gary North, historiador económico y seguidor de la Escuela Austriaca de Economía, la única que logra dar respuestas en este contexto. La única que explica los ciclos económicos de boom y estallido.

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Falsas señales

La inflación monetaria, como aumento del dinero fiduciario en el sistema económico, tuerce las informaciones en lo relativo a la demanda y la oferta de capitales. En el breve término lo hace causando una reducción de los tipos de interés: pues hay más dinero de prestar con respecto de antes, los acreedores serán obligados a bajar el tipo de interés requerido al deudor.

En el mediano-largo término, en cambio, ella se repercute sobre el poder de adquisición del dinero mismo. La inflación monetaria, en efecto, conduce antes o después a un aumento de los precios o bien impide la disminución. Eso impone pérdidas sobre los que se esperaron precios estables o en pendiente. Señales de precio desviante son una forma de engaño.

Los gobiernos aprueban a corto plazo los efectos de este engaño: el paro disminuye, se asume personal para realizar nuevos productos, aumenta la pregunta de bienes capitales. Los electores aprecian los resultados y premian a los políticos actuales volviendo a elegirlos.

Pero en la vida no hay gratis comidas.

Y tampoco informaciones relevantes gratuitas. Los costes para conseguir las informaciones relevantes y esmeradas que nos sirven aumentan a causa de una mayor oferta de informaciones desviantes. Cuando el banco central adquiere títulos utilizando dinero apenas creado por la nada, aumenta la base monetaria. Concediendo nuevos préstamos sobre la base del nuevo dinero creado e inyectado en el sistema crediticio por el banco central, los bancos comerciales contribuyen a difundir la cantidad de dinero. La mala información inicial se multiplica, se difunde en la economía.

La producción de malas informaciones es el corazón del proceso de expansión del crédito alimentado por el sistema crediticio a reserva fraccionaria.

Antes o después las reales condiciones en que se encuentra el mercado de los bienes capitales son reveladas por las ofertas competitivas de los consumidores, es decir de su pregunta de bienes de consumo. Ya que en precedencia los ahorros de los consumidores no habían aumentado, como en cambio la abundante oferta de crédito hizo creer, ahora su capacidad de gasto no es suficiente a sustentar la rentabilidad de todos aquellos proyectos de inversión encaminada sobre la base de una señal alterada.

Aquellas inversiones han sido un error, quién las ha emprendidas se da cuenta que no son provechosas y deben ser abandonadas.

Piensen en los centros comerciales semivacíos. Piensen en las áreas apenas construidas que pero quedaron desalquiladas. Piensen en las carreteras donde non corre ni un carro.

Los consumidores prefieren adquirir otras cosas. Su disponibilidad económica es exprimida por los precios en crecimiento, no hay hondos reales para sustentar la nueva estructura productiva. Aquellas empresas que han cumplido errores irreparables, y que ahora no logran conseguir el consentimiento de los consumidores, acaban inevitablemente en bancarrota.

El paro crece. La oferta de productos y servicios es mayor de la pregunta que existió a los precios de ayer. Los productores por consiguiente son obligados a cortar los precios para liquidar lo que de otro modo quedaría no vendido. Entienden, demasiado tarde, que sus planes se han revelado equivocados. Las pérdidas aumentan.

Los grupos de presión empiezan a hacerse sentir preguntando a grandes voces apoyos y subsidios estatales. Los bancos, prestadores de primera instancia, invocan ayudas sea de parte del Ministerio de Hacienda sea del Banco Central.

Este último es obligado a también obrar como prestador de última instancia: compra las deudas del Tesoro y amplía los préstamos a los bancos en dificultad.

Estas intervenciones desplazan el baricentro de la economía hacia aquel sistema centralmente planificado que según Mises (El Socialismo. Análisis económico y sociológico – 1922) impide el cálculo económico necesario a estimar correctamente las verdaderas condiciones de la demanda y la oferta.

El sistema se desplaza en la dirección equivocada, acercándose ulteriormente al proceso decisional cada vez más caótico e irracional que caracteriza la así llamada economía planificada.

Los errores por lo tanto aumentan.

Si los Bancos Centrales contestan a la crisis adquiriendo más deuda pública por medio de inyecciones de dinero fresco, y si los bancos comerciales logran prestar el dinero a curso legal recién creado, la cantidad de dinero aumentará, los precios aumentarán y una nueva oleada de informaciones desviantes se difundirá en la economía.

Si el estímulo logra poner en marcha una nueva fase expansionista, éste seguirá arrastrando productores y consumidores en errores aún más grandes que irán a estratificarse sobre los precedentes.

 

La cuestión monetaria

cuestion monetaria

Hay mucha confusión entre la gente común y también entre los entendidos, sobre lo que sea el dinero. Quizás también desinterés con respecto de la cuestión.

Lo que es bastante raro, puesto que todos nosotros compramos, utilizamos, gastamos, ahorramos dinero, y su conocimiento, la respuesta a la pregunta, a su vez es de extrema utilidad para interpretar y comprender mejor muchas otras cuestiones en campo ético, político, social e histórico.

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El dinero en efecto no es sólo el bien económico más importante, pero también es la institución social más importante y, por el contrario a cuanto comúnmente pensamos (o nos imbuyen) -que el dinero es creado y estudiado por las instituciones políticas, estado y gobierno-, el dinero ha surgido espontáneamente por la actividad, el libre comercio entre los hombres.

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Muchas instituciones sociales han nacido es decir de manera inintencional, no deliberada, sin el planeamiento de alguno: como el dinero, el idioma, el mercado, el derecho consuetudinario, la familia o la mayor parte de las costumbres y las convenciones sobre que la vida es basada.

Y sin embargo el avance de la modernidad se ha acompañado a menudo a una presunción de omnipotencia. Se ha afirmado una cultura determinada a ver en las instituciones sociales el producto intencional de la acción humana.

Y de la idea de un orden intencional imputable a la voluntad de Dios se ha llegado a la de un orden intencional imputable a los dibujos del hombre.

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En su libro, La Teoría del Dinero y el Crédito (1912), Ludwig von Mises ha provisto una respuesta sólo usando siete palabras: “el dinero es la mercancía más comerciable.”

Mises afirmó que el dinero hubiera emergido de manera evolutiva del trueque. En las economías primordiales, todavía caracterizadas por el trueque, ocurrió que una particular mercancía fuera investigada porque bonita o rara o por un sentido religioso. En todo caso, cualquiera fueran las razones que empujaron la gente a valorizarla, ella fue encontrada apta a funcionar como medio de cambio.

En otras palabras, alguien se había dado empresarialmente cuenta que, gracias a esta su propiedad, el ser es decir particularmente cotizada, la mercancía en cuestión habría podido ser usada para facilitar los cambios.

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En resumen, Mises sostuvo que la soberanía originaria sobre el dinero pertenecía al orden social espontáneo del libre mercado.

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¿Dónde quiero llegar con esta premisa? Sencillamente a la cuestión monetaria, a mi aviso la más importante de todo y al centro de cada crisis económica, para que nos damos cuenta que la soberanía sobre el dinero, el valor del dinero que ganamos, que intercambiamos, emana del libre mercado: no viene creado, otorgado ni por los bancos, ni por el estado.

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Generalmente, cuando quiénes gobiernan han consumido todos los recursos sobre los que pudieron poner las manos, cuando han hecho jirones el tejido económico y productivo, cuando por medio de la imposición fiscal ya no logran exprimir algo, pena el sublevarse de fenómenos como la elusión, la evasión y las revueltas fiscales, acaban inevitablemente entonces de con el recurrir al instrumento más fácil, cómodo, solapado e invisible de que dispone sin ser identificado ni culpabilizado: el impuesto oculto de la inflación.

Considerando la complejidad de la materia, cuestión entendida claramente sólo por pocos economistas, ninguno entre los no expertos sale bien a comprender lo que significa inflacionar el dinero ni como funciona y se realiza el proceso inflacionario. Confiscar riqueza a los ciudadanos por el instrumento monetario es por lo tanto una operación políticamente inocua que es realizada de manera constante y continua.

Quien falsifica el dinero en ancha escalera aumenta sensiblemente la masa monetaria (inflación monetaria). Este incremento constituye confiscación de valor hacia los poseedores del dinero originario, no falsificado, ya en circulación. El poder de adquisición del ya existente dinero en efecto disminuye (inflación de los precios). El decir: más dinero que sigue la misma cantidad de mercancías.

Lastima que los efectos nocivos causados por la inflación monetaria no sean limitados a la simple confiscación pero vayan bien más allá: causan daños a la estructura productiva empobreciendo el sistema productivo y corrompiendo en último análisis el tejido social.

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Que quede claro: a depreciar constantemente el dinero es el Banco Central, una agencia paraestatal. Cada país, cada estado; Unión Europea, Estados Unidos, Latinoamérica tiene su Banco Central (en México se llama Banxico).

Lo que podemos afirmar con certeza es que obra sobre la base de un privilegio monopolístico de concesión gubernativa: ¡el poder de emitir dinero! El poder más importante de todo.

Se dice, no al azar, que Mayer Amschel Rothschild en el 1790 haya afirmado: “Dadme el permiso de controlar y emitir el dinero y por mí no tendrá alguna importancia quien hace las leyes.”

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Y lo hace a cambio de algo.

¿Y qué pudo ser este algo? Obviamente la garantía que el banco central obrara como comprador de la deuda pública, es decir como prestador de última instancia también del gobierno nacional.

¿Y cómo puede hacerlo? Creando dinero de la nada: el dinero fiat.

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El sistema crediticio a reserva fraccionaria, con la complicidad del banco central, garantiza a los bancos un privilegio especial: pueden ampliar legítimamente la masa monetaria, es decir el valor nominal del dinero en circulación, sin un par aumento del correspondiente real contante.

Más que de un milagro, la multiplicación de los panes y los peces, se trata de una ilusión a la que en el período de boom económico, estimulado por los préstamos concedidos al Estado, todos les siguen creyendo.

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La reserva fraccionaria es el principal mecanismo de depósitos por el que se rige el sistema bancario mundial. Consiste en que la banca privada debe mantener una fracción de los depósitos que realizan sus clientes en efectivo, mientras que con el resto, pueden dedicarlo a prestar a otros agentes.

Esto quiere decir que un coeficiente de un 1% (habitual en la zona Euro hoy en día) significa que por cada 100 € que depositamos en ahorros en una entidad, ésta mantiene 1 € como reservas legales y tiene la capacidad de invertir o conceder créditos por valor de 99 €.

En Estados Unidos, a partir de 2006, el coeficiente de caja varía entre el 0 y el 10%;

México tiene establecido un coeficiente de caja del 10,5% (así lo encontré pero me parece muy alto respeto a los otros países).

Pero el sistema crediticio a reserva fraccionaria amplifica a este primero proceso de falsificación por el empleo de un multiplicador, llamado multiplicador bancario par a lo inverso del coeficiente de caja.

Frente a un requisito de reserva del 1%, un banco que reciba en depósito 100 euros trasladará 1 de ello al banco central, como reserva, y podrá prestar legalmente los otros 99. Quien recibe estos 99 euros los gastará a su vez. El nuevo banco receptor pondrá de ello 0.99 de parte y prestará los restante 98.01. Este proceso se repite y extiende a lo largo del sistema bancario.
En caso de que los bancos prestaran todo el dinero que pueden prestar legalmente, después de una serie de pasos el depósito inicial de 100 euros habría engendrado 10,000 euros en dinero fiat, creado de la nada.

El enorme provecho del capital bancario es la consecuencia de la autorización legal concedida a los bancos comerciales de poder falsificar el dinero. Los bancos prestan dinero falsificados a interés, y sólo es gracias a esta operatividad que sus provechos pueden ser superiores a los de cualquiera otra actividad comercial.

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La simple invención del banco central y el mecanismo de reserva fraccionaria no habría sido por todavía suficiente.

El paso siguiente fue la eliminación de oro y plata del sistema monetario: oro y plata no se pueden crear a agrado para reembolsar los depositadores en cola a la taquilla.

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En Europa la eliminación ha ocurrido en la sustancia a la víspera de la Primera Guerra Mundial.

En los Estados Unidos la empresa fue cumplida en el 1933 por el presidente Roosevelt. Él hizo ilegal la posesión de oro por todos los americanos, sea en patria que al extranjero, y por todos los domiciliados en los Estados Unidos.

El año siguiente, el gobierno reajustó la relación de cambio dólar contra oro, de 20.67 lo llevó a 35 dólares la onza, y confió al Sistema del Federal Reserve la tarea de emitir divisa de papel.

La última obligación a ser abandonada fue la del gobierno de los Estados Unidos de poder redimir los dólares en oro por 35 dólares la onza. Tal promesa fue hecha a los gobiernos extranjeros y a los bancos centrales en el 1934. Richard Nixon, imitando a Roosevelt, declaró la promesa nula y falta de efectos.

Fue el 15 de agosto1971.

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La operación se había concluida: la soberanía monetaria de los productores, de los creadores de riqueza a través del trabajo y del mercado, les fue pasada definitivamente en las manos de una oligarquía de burócratas y políticos.

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Según las proféticas palabras de Albert Jay Nock: de los medios económicos (creándo) a los medios políticos (sustraendo).

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La burbuja del mercado accionario chino.

bolla mercato azionario cinese

El raudal de burradas entre euro y no euro, las acusaciones al liberismo, las insensatas apologías de la soberanía nacional etcétera, demuestran como todavía todos estamos en la total más pasmosa ignorancia que el sistema a banco central y bancos de reserva fraccionaria, otro no es que socialismo monetario puro y duro, definido comúnmente en la “neolengua” moderna como neoliberismo (¿?).

Con las naturales consecuencias: concentración de riqueza en una élite cada vez más estrecha, empobrecimiento de la clase mediana, expansión del Leviatán.

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Bueno: que ha sucedido hace dos noches.
Todos afanandonos por la deuda griega de 320 mil millones de euro, y he aquí que en la noche entre martes y miércoles en la bolsa de Shanghai acaban suspendidos por la cotización títulos por la belleza de 2700 mil millones de dólares. Más bien por más de 3500 mil millones, si al 51% de títulos de bolsa, suspendidos por exceso de pérdidas, sumamos el 38% de acciones readmitidas a la sola condición que subieran.

Una alarma roja a cuya comparación el problema griego es una piedra en el estanque, no sólo porque hablamos de valores accionarios pares a 18 veces el PIB de Grecia. Pero porque China es China, es decir en términos financieros la mayor poseedora de deuda EE.UU. y reservas en dólares al mundo.

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De mitad junio, las autoridades chinas las han probado todas. El banco central ha bombeado otra liquidez por mil millones, decenas de los mayores brokers controlados por el Estado han lanzado un hondo milmillonario para sustentar aquellos en dificultad, les ha sido permitido a los inversionistas endeudados de liquidar las llamadas de margen (margin calls) pagando, en ausencia de liquidez, directamente en casas y bienes instrumentales.

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Pero a nada ha servido.

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Ciento millones de chinos echados a la calle, a tanto han llegado en 2 años los pequeños ahorradores empeñados sobre el mercado financiero, son sencillamente algo que el gobierno (el partido) no puede permitirse.

Unos pagarán por esto, y volarán cabezas.

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Pero ¿de dónde viene la burbuja china? Y ¿cómo podrán reaccionar los dirigentes comunistas (de libre mercado) chinos?

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La primera cuestión está desde hace tiempo clara:
disminución del crecimiento, dando de tasas anuales a doble cifra a un +7% poco creíble, infladas como aparecen las estadísticas chinas;
el banco central ha seguido inundando de liquidez el mercado doméstico a tasas desgarradas y el más que la liquidez ha tomado el rumbo de las inversiones financieras;
la burbuja inmobiliaria que es el resultado del dinero fácil invertido en la nada.

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No será fácil encontrar soluciones y derrotar el pánico: y no es cerrando el mercado, como han hecho la noche pasada, que se consigue confianza.

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Si sólo seguirán imprimiendo moneda virtual o les sirva dinero «verdadero», por así decir, hará la diferencia por el mundo.

En el caso en que China fuera obligada a poner mano, para capitalizar el sistema de los intermediarios, a los 2 trillones abundantes de reservas en dólares que detiene, entonces harán de pasar las de Caín.

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Y no sólo para China…

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El juego de las tres cartas

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Digámoslo de esta manera, clara y dura.

La deuda griega o la pagan los griegos, o la pagamos nosotros los europeos (sobretodo, pero no todo). No hay otra.

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Todo lo que dicen los políticos, los burócratas de la Europa Unida (¿?); lo que se lee, que escriben los periodistas incultos o pagados, son puras tonterías, estupideces, mentiras.

“Grecia nos ha dado pues una lección. Ha dado voz a su pueblo, haciéndole pedir que medidas austeras y desequilibradas no han funcionado, y que volver a proponerlas sería gesto algo desagradable.”

“En Grecia Tsipras y Varoufakis han vencido. Es una fecha histórica, la se piensa en todo caso. Porque en las décadas han habido pueblos europeos a decir no a la CEE, a la unión europea, a la Constitución europea, y también al euro. Pero es la primera vez que el pueblo de un país del euro dice no a las propuestas Ue, preguntando junto de quedar en el euro pero de «cambiar señal» a las condiciones puestas a las ayudas de que siguen a necesitando una condenada.”

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Hay que decirla toda: la gruesa gorda fiesta se acabó.

Grecia ha vivido durante años por encima de sus posibilidades; ha falsificado sus cuentas para entrar en el euro y así esconder y desparramar sus deudas.

Por ejemplo, en jubilación se pudo ir a 60 años para las mujeres y 65 para los hombres, con 35 años de contribuciones. Pero hubo una lista de 580 «profesiones de naturaleza penosas» en que la edad fue bajada a 50 años para las mujeres y a 55 para los hombres. No solo mineros y estibadores pero también peluqueros, músicos de instrumentos de viento, panaderos, locutores de tv o radio, campesinos y sus mujeres, dependientes del Banco Nacional, dependientes de la compañía aérea de bandera Olympic Airlines. Estos últimos, más bien, incluso tuvieron el derecho a hacer volar gratis los mismos parientes en todo el mundo, hasta cuando el primero octubre de 2009 la compañía no ha sido privatizada, transformándose en Olympic Air. El Estado ha tenido que pero indemnizar o resumir 4.600 dependientes.

El paraíso de los entes inútiles (se ha hablado en particular de la comisión que tiene que administrar las aguas del Lago Kopais, secado hace ochenta años); quedan 74 sociedades de Estado, casi todas en déficit permanente. Los Ferrocarriles por ejemplo tienen a 8 mil dependientes, y están perdiendo alrededor de 1000 millones de euro al año.

Otra particularidad griega: las solteronas de oro. Se trata de más allá de 40 mil hijas no se casadas de funcionarios públicos, que pudieron disfrutar de una jubilación de reversibilidad hereditaria par hasta la boda a1.000 euros al mes, por un agravio estatal total estimado en 550 millones de euro al año. De notar que el privilegio no concernió sólo a las solteras, sino también las divorciadas.

El caso de muertes de jubilados no denunciado de propósito por los parientes para seguir cobrando de ello la jubilación es difuso: otra consideración habla de al menos 60 mil jubilaciones fantasma todavía erogada.
Hay los jubilados que gozan de los pagos en consecuencia de invalideces falsas: la inmoralidad es difundida sobre todo en el sector agrícola.

También por quien trabaja, luego, hay la historia de las primas sobre el sueldo: al menos una veintena, que acaban de para duplicar la suma total. Bastantes ministerios y departamentos estatales dan una a los dependientes que llegan a tiempo al despacho. Incluso existió la prima a quien usó el ordenador y quien conocía lenguas extranjeras.

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¿Después de todo esto, no les parece raro armar este revuelo por un país de 10 millones de habitantes que representa apenas el 2% de la economía europea?

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¿El verdadero motivo?

La real exposición griega hacia los países miembros son de más de 1 trillón (hay quien dice 2) de euros.

He aquí el motivo por que Europa sigue erogándole dinero a pesar de sea en bancarrota completa y no haya cumplido a ninguna de las medidas fiscales solicitadas.

Se temen las repercusiones de su salida sobre un ya tambaleante sistema crediticio europeo en riesgo de quiebra debido a unos niveles de activos tóxicos (bonos basura) sin precedentes.

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Si Grecia todavía tuviera la soberanía monetaria, (y la pudiera tener saliendo del euro) recurriría a la devaluación de la dracma que, por cuanto dramática, es de cierto preferible a la bancarrota o a la reducción general de precios y sueldos interiores. En este caso pagarían sobre todo los griegos.

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Pero no pasará.

Ahora no sirve más calentar las impresoras: basta con escribir algunos números en el ordenador del Banco Central y arreglamos las cosas por otro par de años, o más.

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Total, como dijo Keynes, el maestro de todos los sabiondos, en el futuro seremos todos muertos.

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Falsificación e Inflación Monetaria

fiat-money as pistola humeante

fiat-money as pistola humeante

 

La falsificación, entendiendo con el término la imitación o copia que se quiere hacer pasar por auténtica: sean documentos, firmas, marcas, software, es condenada universalmente por la ley.

En cada Estado hay leyes que imponen severas sanciones penales a quienquiera falsifique la unidad monetaria nacional.

¿Cuál es la razón principal de estas pesadas medidas contra la falsificación?
Es muy simple: ya que los Estados son ellos mismos falsificadores, no quieren en la manera más absoluta que alguien invada su campo de acción. Las leyes actuales contra la falsificación son sencillamente el resultado de una particular forma de guerra entre bandas criminales.
¿Cuáles son las razones económicas según las que debería ser considerada ilegal la falsificación de monedas de oro o plata?
En una sociedad voluntaria, la falsificación de dinero constituiría una violación al derecho privado. En efecto, viola un contrato estipulado entre las partes introduciendo el fraude. Si el falsario afirma que una particular moneda contiene una determinada cantidad e/o un tipo de pureza no correspondiente al auténtico él está tratando de vender un metal que vale menos que el metal precioso. Trata de engañar al comprador de la moneda. Ya que en la falsificación está implicado el fraude, esto constituye justamente un crimen.

La falsificación representa una amenaza por la sociedad. Le permite al falsario de aumentar la oferta de la unidad monetaria a costes menores de aquellos graves en el auténtico proceso de producción que empieza con la extracción minera. La falsificación, en otras palabras, produce una mayor cantidad de dinero en circulación con respecto de la oferta monetaria que estaría en su ausencia.

 

El problema principal relacionado a cada aumento en la masa monetaria tiene a que hacer con la distorsión de los precios y la transmisión de informaciones falsas. Los precios trasladan informaciones. Los precios distorcionados por la falsificación trasladan a su vez informaciones alteradas.
La falsificación hace disminuir el valor de la unidad monetaria. Casi todos los miembros de la sociedad son perjudicados por la siguiente inflación de los precios.

 

No hay distribución igualitaria de los daños causados por la falsificación. Alguien vence; la mayor parte de la gente pierde.

Éste es cierto sea en el caso en que el falsario sea un particular que actúa por su cuenta, sea que se trate de un agente autorizado por el gobierno que actúa de manera institucional.

La inflación monetaria provoca por lo tanto efectos malvados entre los que el más evidente es la pérdida de valor de la unidad monetaria, es decir la inflación de precio.

Los individuos que poseen dinero efectivo son perjudicados: el valor del dinero es disminuido. Con la entrada en circulación de más unidades monetarias el valor de las unidades monetarias ya existentes disminuye.

Eso aventaja sólo a los que primeros tienen acceso al dinero de reciente falsificación. Generalmente ésos hacen parte de un grupo limitado y actúan en detrimento de quien detiene dinero efectivo como reserva de valor sobre el presupuesto de la continuidad temporal.

La inflación no cambia la riqueza de la sociedad: la redistribuye.

La sustrae a todos los que no reciben dinero fresco trasladándola a quien lo recibe por primero. En otras palabras es un atraco perpetrado por los Inflacionistas (gobiernos y bancos centrales) contra la población. La riqueza que viene sustraída a la gente la confiscan ellos. Una especie de Robin Hood al revés en fin, que les roba a los pobres para darles a los ricos.

 

Hay también el hecho, quizás aún más importante del gigantesco atraco continuo, que manejar el grifo del dinero nuevo les da a los Inflacionistas un enorme poder en la sociedad.

¡En efecto ellos tienen en mano las decisiones sobre como distribuirlo y por lo tanto pueden decidir quien puede enriquecer y quién no!

Y justo aquí están las raíces del clientelismo como modo de funcionar de la sociedad, con toda su consecuencia desastrosa, de la ineficiencia a la injusticia a la mafia.

 

Ya había tratado el argumento aquí y aquí.

Mis ideas, mis escritos, como es normal, tienen a muchos padres. En este caso las referencias salen de Mises y siguiendo, Hayek, Rothbard para acabar, en este caso, con Gary North y su ejemplar ensayo «Que es el dinero» todavía no traducido en español.
De todo modo sobre el argumento se encuentra, siempre de North, Protegiendo a los falsificadores licenciados.

 

¿Pueden los Estados quebrar?

mundo

Siguiendo con mis lecturas, intenté profundizar otros aspectos de la economía actual.

 

 

La pregunta no es ociosa, viendo la situación en que vierten las economías de países europeos y americanos.

 

“Hay un gran potencial de ruina en los gobiernos» – escribe Adam Smith en la Riqueza de las Naciones (1776)- y comenta: “una vez que las deudas nacionales hayan sido acumuladas hasta a cierto nivel, creo que no hay quizás sólo uno ejemplo en que ellos hayan sido regular y totalmente pagados.”

Nada ha cambiado desde entonces.

 

Hace tiempo los gobiernos se endeudaban sobre todo para sustentar los gastos de guerra: hoy se endeudan para financiar derroches, subsidios y reivindicaciones de cada tipo por un número creciente de intereses particulares; para mantener el consentimiento y seguir gobernando.

A causa de los excesos de gasto, los estados, no tienen nunca superávit primarios, están constantemente en déficit y no queriendo subir la presión fiscal para no provocar estallidos sociales, crean dinero de la nada.

La política de los déficit es la esencia de la política económica moderna: endeudarse y gastar para crear poder adquisitivo, desarrollo y ocupación.

 

Pensar qué el gasto improductivo de los gobiernos crea prosperidad es ridículo.

 

El poder adquisitivo es ficticio (basado en dinero creado de la nada que hace subir los precios), el desarrollo artificial (pues no sale del capital sino de la deuda), la ocupación estadística falsa (creada por los gobiernos y por consiguiente es gasto burocrático y no riqueza).

Si, para hacer un ejemplo elemental, en el mundo hay 5 aguacates y 5 pesos: un aguacate cuesta 1 peso.
Si creamos papel moneda y ahora hay 10 pesos, el resultado es que un aguacate cuesta 2 pesos. Inflación monetaria que genera inflación de precios.

El único modo para aumentar el poder adquisitivo de la moneda es crear riqueza (aumentar la productividad, crear nuevos productos o mejorar la calidad de los existentes).

Volviendo al ejemplo de arriba, si ahora hay 10 aguacates y siempre 5 pesos, ahora sí que es aumentado el poder adquisitivo de la moneda: 1 aguacate cuesta la mitad de 1 peso.

 

El desarrollo creado con la deuda, no es desarrollo real porque surge de premisas no correctas, de señales equivocadas, de indicaciones que no salen del mercado, es decir de exigencias reales de los consumidores, pero de ficticias y erróneas premisas intervencionistas.

Sin decir que el dinero creado de la nada viene distribuido principal y primeramente a los «amigos», es el crony capitalism.

Y luego, ya Mises dijo que el dinero no es neutral: no beneficia a todos en el mismo modo. En el ejemplo, el primero que recibe 1 peso en más, sin que los otros, el mercado, se dé cuenta, puede comprar su aguacate siempre a 1 peso. Cuando el restante dinero viene distribuido, los 4 pesos restantes más los 5 iniciales encuentran a la venta sólo 4 aguacates que van a costar 4/9 de peso (aproximadamente 0,44): es decir menos de los 0,5 que habíamos dicho antes. Cuantos más “amiguitos” reciban a escondida y primeramente el dinero fiat, tanto más suben los precios para los demás, (los que están afuera del círculo mágico y milagroso de la multiplicación del dinero.

También la ocupación es falsa: no crea riqueza, la consume. La ocupación se mide con la cantidad de riqueza producida (bienes industriales) de consumo, servicios, no del número de sillas puestas alrededor de una mesa. Ésta es burocracia no ocupación.
Éste es cavar hoyos en el terreno por luego cubrirle con la misma tierra: «trabajo» inventado y aprobado por el propio Keynes.

 

 

¿Pero por cuánto tiempo puede durar está “mana” de los gobiernos?

En la economía no existe un fondo permanente de donde sacar sin límites; hay que continuamente renovarlo con el gasto productivo que crea desarrollo sólo si supera aquello improductivo.

Ahora sí está claro que el debido gubernamental no representa otro que la antelación de la renta de impuestos futuros: la teoría del estímulo económico se derrumba con otro ejemplo elemental.

Fulano, que no tiene dinero, pide un préstamo a Mengano para hacer compras de Zutano. Fulano por lo tanto se encuentra en déficit con respecto de Mengano. Ahora sería absurdo que Fulano, después de haber hecho compras de Zutano pretendiera de este último la extinción de la deuda hacia Mengano.
Pero ya no es absurdo si Fulano es el gobierno que se endeuda con Mengano, o sea con el mercado de la deuda, obligando luego Zutano o bien la economía (o bien nosotros los contribuyentes), a reembolsarle la deuda.
Fulano, pues, siempre está libre de gastar y extinguir la deuda hacia Mengano con los impuestos pagados por Zutano.
¿Cómo es pues es posible que el déficit de Fulano vaya aumentando la renta de Mengano?

Obviamente no puede y por lo tanto el déficit no estimula la economía pero la deprime en cuanto lo total de la deuda de Fulano, que es la suma de todos sus déficit pasados, siempre es pagado por Zutano.

 

Si no nos damos cuenta que ésta es la consecuencia del déficit nunca vamos a entender porque tal política sustraiga los recursos de un país hasta el colapso.

Incapaces de poner frenos al gasto los gobiernos son obligados a hacer otras deudas llevándolos a una altura tal que serán necesarias nuevas dosis de deuda sólo para pagar los intereses. Se llega por tanto a la situación de deuda perpetua e insolvencia definitiva que comporta la imposibilidad de conseguir ulterior crédito.

 

A pesar de la evidente quiebra, esta política mantiene su popularidad sea porque la opinión pública no comprende plenamente el mecanismo y las consecuencias, sea porque las elites al gobierno hacen atractivo el déficit justificándolo con gastos por objetivos sociales, que en realidad conciernen intereses particulares que nunca arraigarían en una economía sana.

 

Si las elites al gobierno en lugar de perseguir tal política derribaran los impuestos, realmente alcanzarían el objetivo de mejorar la economía pero perderían el poder de administrarla, de corromper el electorado, someterlo, adquirir privilegios permanentes y continuar en la obra de expoliación de los contribuyentes.

 

 

Adam Smith tuvo razón: hay un gran potencial de ruina en los gobiernos. La causa de la ruina es la deuda, siempre creciente e imposible de liquidar.

La doctrina del gasto en déficit es una terapia absurda: no se crece gastando y tasando.

Más los gobiernos gastan, más la economía se pone inestable y gravita hacia la depresión con costes sociales enormes.

Pero es gracias a los déficit que las elites al gobierno refuerzan la posición de poder, aumentan los mismos privilegios, financian la corrupción y alimentan un sistema que, en el caso argentino, se llama peronismo, en el caso griego cleptocrazia; en el mundo estado ladrón.

 

 

 

Dinero y flexibilización cuantitativa

QE

«La falsificación del dinero es un crimen por una buena razón. Mina el valor del mismo y es completamente equiparable a un robo. Como en el caso del robo y el homicidio, sin embargo,
el Estado parece creer que las reglas que valen para los ciudadanos no se aplican a Él.
Alguien protestará que la situación es diferente cuando es el gobierno que promueve
el robo (tasación), el homicidio (la guerra) y la falsificación (política monetaria).
Y es justo así: cuando es el estado a cometer estos actos, los resultados
son mucho más imponentes y desoladores.»
Fabio Gallazzi, Banca centrale, inflazione e stato.

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Aquel de la moneda de papel (o dinero fiat) es un misterio accesible sólo a un número insignificante de ciudadanos: quizás apenas pocos millares en todo el mundo.
Entre ellos indudablemente mi amigo Alfredo.

El milagro de los bancos centrales es un fenómeno otro tanto sorprendente. Tienen el poder de crear dinero de la nada: sobre simple solicitud de los gobiernos encaminan las rotativas y proveen pienso por los comederos estatales, calmando, sólo por breve tiempo, el hambre insaciable de las oligarquías políticas, burocráticas y financieras.

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Y, en verdad, otro milagro, como la multiplicación de los panes y los peces de la parábola evangélica, es el mecanismo de la reserva fraccionaria de los bancos comerciales respaldada por el banco central. Consiste en que la banca privada puede mantener sólo una fracción de los depósitos que realizan sus clientes en efectivo, mientras que con el resto, puede dedicarlo a prestar a otros agentes.

En Europa ahora este coeficiente de caja es del 1%. (En México no sé, no logro descubrirlo). El restante 99 viene dado prestado con interés y cuando regresa a un banco otra vez viene prestado (el 99%) ganando interés. Y así en adelante.

¿Buen negocio, no? Otra manera de aumentar la masa monetaria en circulación. Sin ningún respaldo.

La semana pasada, el lunes 9 de marzo, el Banco Central Europeo ha sancionado la flexibilización cuantitativa (EC) con un programa de compras de deuda pública (u otra deuda privada) en manos de los bancos privados: 60.000 millones de euros al mes que se mantendrá activo mientras sea necesario.

¿Y cómo la compra? Imprimiendo nuevos billetes de euro expresamente para ello (en realidad, incrementa el saldo de la cuenta corriente que los bancos tienen en el BCE, pero el efecto es exactamente el mismo que imprimir nuevos billetes).

Nihil sub sole novi: nada nuevo bajo el sol.

Las prácticas de expansión monetaria no convencional remontan hasta los siglos XVI-XVII y fueron desacreditadas justo por Adam Smith, el gran economista escocés, como concepción milagrosa del desarrollo.

Su famosa obra, La Riqueza de las Naciones, puede ser interpretada como una crítica al Mercantilismo o sea aquella doctrina del intervencionismo económico que se tradujo en un sistema de subsidios, prohibiciones, restricciones, prácticas de redistribución, legislación farragosa y cuyo corolario fue un aparato planificador cuya sustentación requiso una tasación opresiva y una expansión monetaria inflacionista.

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Pero éste, como vemos, también es el mundo actual: una reedición del mercantilismo en forma extrema o «neo-mercantilismo» que sólo los ignorantes intercambian por neo-liberalismo.

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Las expansiones monetarias desenfrenadas señalaron el principio de las grandes especulaciones de que el banquero John Law, 1671 -1729, fue uno de los famosos representantes.

Law maquinó un plan para curar la deuda pública de Francia basado en un instituto de emisión que habría debido financiar en el Misisipí, entonces territorio francés, un proyecto grandioso de explotación comercial y cuyas rentas habrían recompensado la deuda pública.

Smith escribe: “la idea de multiplicar dinero sin límite fue la verdadera base de lo que fue llamado el plan del Misisipí, quizás el más extravagante proyecto relativo las actividades bancarias.”

Se trató de un plan de expansión cuantitativa ante litteram: la liquidez del banco de estado (dinero imprimido sin respaldo), erogada a cambio de títulos de la deuda pública, fue empleada para adquirir las acciones de la iniciativa. El experimento se concluyó con uno de los más desastrosos estampidos inflacionísticos y colapsos monetarios de la historia: centenares de millares de personas se arruinaron y Law para salvar la piel tuvo que refugiarse en el extranjero.

Law es el precursor de los banqueros centrales modernos (que pero ahora tienen mucha más suerte…).

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A la base del universo de errores del monetarismo hay para Smith la confusión entre dinero y capital. “El dinero que circula en un país, -escribe Smith-, se puede comparar con una calle maestra que, incluso siendo el medio para hacer circular y transportar al mercado todos los productos, no produce ninguno de ellos. El gran mecanismo de la circulación es completamente diferente de los bienes que por su medio son hechos circular. La renta de la sociedad consiste completamente en aquellos bienes y no del mecanismo que los hace circular.

Lo que crea la producción, es decir los bienes, no es el dinero pero el capital. Para cualquier individuo es una verdad de inmediata evidencia que lo que ahorra acrecenta su capital que le permitirá inversiones y por lo tanto renta para mayor consumo futuro.
Lo que vale para el individuo vale por la sociedad en su conjunto.

Smith: «como el capital de un individuo sólo se puede incrementar por lo que salva a su ingreso anual, así el capital de una colectividad, que se identifica con el de todos los individuos que la componen.»
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Esta, en síntesis, la lección «anti-mercantilista», contra la creación de dinero fiat, de Smith.

Las recesiones y depresiones son por lo tanto la consecuencia de la tentativa de crear o «adelantar» capital sobre la base de la expansión monetaria, en lugar de sobre aquella del ahorro.

Crea euforia, optimismo e ilusión de crecimiento pero al final se traduce siempre en inversiones ruinosas que minan la acumulación de capital, la capacidad de producir, de consumir y reembolsar el crédito.

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La forma «eterna» de la economía es, en el fondo, aquella del campesino que cultiva el campo gracias a la simiente, el capital, para conseguir el trigo, la riqueza, cuya venta le permite de rehacer la simiente y conseguir cada otro bien que le es necesario. No se puede conseguir trigo sin haber guardado primero la simiente.
Simiente y trigo son expresados en moneda que es el título representativo sólo para hacerlos circular. Pero es loco creer aumentar simiente y trigo aumentando la circulación de los títulos que los representan.

¿De otro modo, para que trabajar, producir y ahorrar?

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Para volver al “misterio” de que he dicho arriba, me vino a la mente aquella frase, cínica pero cierta, de Henry Ford el mítico fundador de la Ford Motor Company:
Es un bien que la gente no comprenda el funcionamiento de nuestro sistema crediticio y monetario; si lo supiera, creo que habría una revolución dentro de mañana por la mañana.

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Textos consultados:
Adam Smith, La riqueza de las naciones
Gary North, What is money
Juan Ramón Rallo, Qué es y qué efectos tiene un Quantitative Easing
Philipp Bagus, Habrá una QE3 QE4 QE5…
Gerardo Coco, Quantitative easing e Adam Smith
Francesco Carbone, Economia for Dummies
Francesco Carbone, Prevedibile e inevitabile.

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Lloriqueo griego

pianto_greco

El término deriva del antiguo teatro griego, donde uno de los principales componentes de las tragedias fue el coro subrayando los pasajes más dramáticos con llantos y lamentaciones.

 

En estos años, expresa la situación dramática que económica y políticamente viven todos los estados europeos, Grecia in primis; pero también Japón, EEUU y Latinoamérica entre otros.
Es decir, prácticamente todos los estados, más o menos democráticos pero de cierto socialistas, en el mundo.

 

 

Más allá de la evolución de las negociaciones entre el Gobierno griego Tsipras-Varoufakis y autoridades europeas me parece útil pensar en el proceso que llevó a Grecia en un estado de colapso de las finanzas públicas y un crecimiento económico asfíctico.

Un razonamiento que luego se aplica, mutatis mutandis, no sólo para Grecia sino también para todos los países maduros plagados de deuda, por el estatismo y el colapso demográfico.

 

Así que la pregunta es: ¿Como un país puede crecer de forma sostenible?

En una economía sana y libre, el crecimiento se desarrolla desde el trabajo y el ahorro a través de un proceso de acumulación de capital – no sólo material, sino también de conocimiento, catalizado por la iniciativa empresarial – que aumenta la productividad y los salarios reales, con la producción de bienes y servicios útiles a las familias.

Un proceso que se inicia desde las raíces, sin planificadores centrales presumidos omniscientes, en el que el sistema de precios y la competencia orientan las decisiones económicas de ahorro, el consumo y la inversión, obviamente dentro de un marco legal e institucional y un tejido social sano y articulado.

Por lo tanto, el papel del Estado se limita a unas pocas tareas, y siempre de acuerdo a una lógica de subsidiariedad (en pocas palabras el Estado haga lo que los ciudadanos no pueden hacer); un principio que es un verdadero baluarte para defender la libertad de los individuos y las iniciativas de los “cuerpos intermedios” contra las emboscadas omnipresentes del estatismo.

 

En la visión keynesiana, dominante en el mundo académico y en las políticas de los gobiernos durante los últimos 70 años, el crecimiento depende más bien en la “demanda agregada”, es decir, la atención se centra en el consumo. En el caso de “recursos inutilizados” el crecimiento debe ser estimulado por el gobierno y por los bancos centrales con varias combinación de políticas “expansivas”, tanto fiscales (aumento del gasto público) y monetaria (manipulación a la baja de las tasas de interés, monetización de la deuda), para alcanzar el pleno empleo.

 

Este planteamiento – falacia económica total – ha proporcionado y sigue proporcionando a los gobiernos de casi todo el mundo la coartada para la adopción de políticas económicas de dirigismo estatista, con un intervencionismo creciente en la vida social y económica.

Esto ha llevado a la hipertrofia de los actuales estados asistenciales y empresariales, así que la expansión del ámbito público parece imparable.

 

El desplazamiento de la empresa privada, en este contexto, se ve agravado por la falsificación de la competencia, no más ni libre ni recta, dando lugar a una red de clientelismo entre los negocios y la política: beneficios privados y pérdidas públicas, malas inversiones, malversación de fondos, derroche de recursos en detrimento de los consumidores-contribuyentes, con altos precios de los bienes y servicios producidos y además de una imposición fiscal creciente que estrangula la economía.

 

Las políticas de gasto deficitario (deficit spending) – el déficit presupuestario debido al exceso de gasto público en los ingresos fiscales – llevan a una acumulación de deuda pública: un verdadero “esquema Ponzi” en el que la emisión de nueva deuda viene utilizada para pagar los intereses y devolver vencimientos de deuda, en un crecimiento exponencial que se alimenta de sí mismo.

Cuando la dinámica de crecimiento de la deuda excede la de la economía (el famoso ratio deuda / PIB) se llega a un punto de no retorno.

Medidas fiscales más restrictivas sólo estrangularían aún más la economía real con la caída del PIB, haciendo aún más insostenible la trayectoria deuda / PIB: una verdadera “trampa de la deuda”, que vampiriza la posibilidad de crecimiento económico.

 

Además de la transferencia de la riqueza hecha por “gobiernos ángel de la guarda, que intentan preservarnos de todos los males, y hada madrina, que pretenden concedernos todos los bienes”, el manejo de rendimiento a la baja a través de las políticas monetarias ultra expansivas de los bancos centrales implica varios efectos secundarios: retorno inadecuado en el ahorro, el envío de señales falsas a la economía con un incentivo al riesgo moral, la “financiarización” de la economía y las malas inversiones.

El riesgo, mejor la realidad, es socavar la raíz del proceso de acumulación del capital esencial para el crecimiento de la productividad, los salarios reales y la distribución de la riqueza. Los primeros dañados, contrariamente a la vulgata «solidaria», son propio las clases sociales más necesitadas, las categorías menos favorecidas por los entrelazamientos prejudiciales con el poder público y la generaciones jóvenes en general cuyo futuro viene comprometido.

 

Deberíamos darnos cuenta del fin del paradigma de “crecimiento con deuda”, que lleva a la quiebra de estos sistemas socio-económicos, de hecho, “socialistas” en los que la interferencia pública recompensa las malas decisiones y hace sobresalir de la competencia no los mejores, pero los más cabildeados.
Esto conduce inexorablemente a secar las mismas fuentes de riqueza, a desalentar la iniciativa, el trabajo duro y la austeridad, en detrimento de los consumidores, los trabajadores, las empresas sanas, los contribuyentes.

Los “cuerpos intermedios” están vaciados de vitalidad, deprimidos en su creatividad empresarial por una mentalidad parasitaria y asistencial. La huida de la responsabilidad y la consecuente abdicación de la libertad destruyen las «virtudes» de un pueblo, hacen desaparecer la clase media, secar el bienestar material y crecer tensiones y conflictos.

 

La «crisis griega», entonces, se convierte en emblema de una crisis general: el presente de Grecia podría convertirse en el futuro de todos los países estatistas que estrangulan la economía con impuestos, que hacen huir a las empresas y los jóvenes más valientes, fomentan el asistencialismo y el parasitismo.

Estamos en una profunda crisis «generacional»: pase lo que pase con Grecia y el euro, lo único seguro es que vamos a tener para rato.

Continuar pretender que esto es sólo una «coyuntura» desafortunada no nos ayuda a revertir la tendencia.

Menos aceptaremos que la riqueza es creada por los gobiernos y los bancos centrales, más lograremos volver antes de la luz.

 

A partir de una idea de Mauricio Milano, analista financiero líder.

 

La paradoja de Sansón

Sanson

Todos conocemos la historia de Sansón; los más viejos como yo al menos por haber visto la película Sansón y Dalila con la deslumbrante actriz Hedy Lamarr.

El relato nos cuenta de Sansón, personaje bíblico que representa la lucha de su pueblo contra los Filisteos, dotado de fuerza hercúlea cuyo secreto estaba en sus cabellos.
Pero enamorándose de Dalila, mujer filistea, le revela el secreto así que, ésta, cortándole el pelo mientras estaba dormido, logró quitarle su fuerza.
Capturado y encarcelado por los Filisteos fue constreñido, cegado, a trabajar encadenado a un molino de grano.
Cuando su pelo vuelve a crecer, Sansón va recuperando toda su fuerza y un día, durante una fiesta al templo donde los jefes Filisteos lo habían llevado como trofeo, haciendo fuerza sobre las columnas que sostenían el edificio, añadiendo: «Muera yo con los filisteos» lo derrumbó muriéndose él y todos los Filisteos que allí estaban.

La frase desde aquel tiempo se hizo emblemática de una acción que se considera, a pesar de todo, positiva: aunque dañina, letal para unos, viene aceptada por ser letal también para muchos otros.

Es la llamada “paradoja de Sansón”.

 

La que fue un cuento bíblico, quizás mítico y fantástico, es lo que a menudo se presenta en la vida real.

Quizá es solo una broma la del hombre que se corta los atributos para que se fastidie su mujer, pero hay casos por igual peligrosos, estúpidos, sinsentidos y contraproducentes.
En los mercados financieros, en esto últimos años, estamos viendo la mismísima situación.

Hay agentes económicos, que alcanzado un determinado nivel de “tonelaje”, no pueden más quebrar, desplomarse. Si estallaran ellos, estallaría el sistema entero, es decir sería la quiebra de la economía a nivel mundial.

Así nos dicen políticos y gobiernos y para asustarnos más nos dibujan panoramas apocalípticos: empresas que cierran; estados que quiebran; millones de gentes en las calles, hambrientas; niños llorando al pecho exhausto de las mamás. En pocas palabras una especie de apocalipsis social de resultados inimaginables.

Y, según este esquema, Bancos como Citybank (quien era la más grande del mundo), Fanny Mae y Freddie Mac y otros seguros en los EEUU, y otros bancos en el mundo, en España y ahora por último MPS en Italia, que ya eran y son quebrados, no se les permite de quebrar.
La “paradoja de Sansón” dictada al revés: hay que aceptar que no muera uno para que no se mueran todos.

 

Pero ¿es correcto esto? ¿Es cierto que no hay alternativa a la quiebra de los bancos que la nacionalización de los mismos? Es cierto que tenemos que seguir (sobretodo en los bancos pero también en las grandes empresas) socializando las perdidas después que los mismos han privatizados, en la buena, los beneficios?

No, claro que no.
Existen otras posibilidades que en gran medida reproducen los mecanismos virtuosos que encontramos en las familias, en la sociedad patriarcal, en un mercado libre: los platos rotos los pagan los que los han quebrado.

Pero, hacemos un pasó atrás para examinar como puede pasar que bancos y empresas se encuentran quebradas.
Un banco -una empresa, una familia- está quebrado cuando su pasivo es superior a su activo. Puede decirse, aunque menos correcto de un punto de vista financiero pero que lleva al mismo resultado, cuando gastan más de lo que cobran.

Activo es el valor de lo que tenemos; pasivo es de donde hemos sacado el dinero para conseguir el activo.
Si el banco concedió prestamos a clientes dudosos que ahora no le pagan, su activo se baja del mismo valor; mientras el pasivo, de donde ha sacado el dinero prestado, permanece igual. Se crea un déficit en los fondos propios del banco.

Normalmente y correctamente, la entidad entraría en concurso de acreedores, vendería sus activos al mejor postor y con lo obtenido trataría de saldar sus deudas. Pero, como las inversiones bancarias -los préstamos dudosos- no tienen prácticamente valor esto se resuelve en una pérdida total para los acreedores.

Y que pasa en este momento.

Que gobiernos y bancos centrales van a rescatar bancos y empresas para evitar “el peligro de la difusión del riesgo total”, “la descomposición del sistema económico” con las imágenes aterradoras difundida por los medios sometidos y complacientes.

Al final, los que van a pagar el costo de la mala gestión, de la falta de prudencia, de las negociaciones cuanto menos “alegres” para no decir corruptas, no son los que han causado el problema, los administradores, los gestores, sino los desavisados contribuyentes.

¿Les parece justo? ¿Les parece correcto?
Pienso que no, pero esto es lo que ha pasado, que sigue pasando, que pasará hasta cuando, indignados, no levantaremos la cabeza.

Hay una solución que pero no se aplica pues es más fácil, más simple cargar al asno que todo soporta.

Los acreedores, que son los que han dado prestado el dinero al banco (entendiendo con eso que tenían confianza en las operaciones del banco) tendrían que cambiar su parte del pasivo del banco en capital social: en el mismo tiempo se llegaría a una disminución de la deuda y a un aumento de los fondos propios del banco.

Con está recapitalización forzosa de la deuda bancaria se evitaría la quiebra del banco, los contribuyentes no sufrirían las consecuencias de las acciones ajenas y, aun más importante, los acreedores, los inversionistas no estarían aprovechando del rescate público de la banca, lo que se le llama riesgo moral, las pérdidas yendo asumidas por los responsables.

 

Para profundizar esta idea les aconsejo “Una alternativa liberal para salir de la crisispor Juan Ramón Rallo economista español de la Escuela Austriaca, que acabo de leer.
http://juanramonrallo.com/about/

 

 

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