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¿Mamá y papá? Definiciones de abandonar.

Quos deus perdere vult, dementat prius. (Los que los dioses quieren destruir, primero los enloquecen).

Así Eurípides, uno de los grandes poetas trágicos griegos de la antigüedad (V siglo antes de Cristo).

 

Nada me pareció más cierto leyendo en los periódicos europeos esta noticia:

“En la Francia socialista de François Hollande, de ahora en adelante, en todos los documentos públicos los padres serán citados no más como mamá y papá sino como “genitor 1” y “genitor 2”.

La imbecilidad no es argumento susceptible de comentario ético o, por lo menos, racional. Es imbecilidad ¡y se acabó!

George Orwell, él sólo, habría podido prever en su distopía  estos desvaríos colectivos.

Papeles distintos, el preciso límite del genero sexual, poco les gusta a quienes piensan en la familia así llamada posmoderna, donde los roles parentales pueden ser asumidos indistintamente por dos hombres, dos mujeres, y también, ¡miralo!, por un hombre y una mujer. En las barbas a los derechos de los niños y de los hijos.

Es mejor poner definiciones neutras, ¡que alguien no se asuste!  ¡Rechazamos palabras que tienen encerrado un halo de cariño y de afecto!, Las que hablan de familia natural.

Claro, ¡entendemos que es una apertura a otros tipos de familias, más modernas, a las homosexual!

Empezaron con el marxista Obama, en los EEUU donde desde el febrero del 2011 en los pasaportes de Washington ya se han borrado estas palabras comprometedoras; intentó el ahora desaparecido Zapatero en España; lo logró, en Francia, Hollande.

 

La familia, desde siempre, es el enemigo número uno del estatismo socialista imperante en el mundo, Italia y México incluidos, por el alcance de intimidad y moralidad que chocan total e irremediablemente con el concepto de sociedad comunitaria.

Deshacer la estructura familiar es entonces el blanco vital para llegar a la Babel social dominada no por principios y valores morales sino por la dictadura de los gobiernos, de los políticos, de la casta de los partidos, votados por una masa analfabeta, comprada y viciada, abombada por el mito de la democracia.

El Islam enterrará, por lo cierto en Europa, todas estas tonterías. Por lo demás una sociedad moribunda no puede que ser sepultada por una más fuerte.

Y aunque esté viendo con temor la islamización de Europa, no puedo no reconocer que el Islam tiene una vitalidad espiritual y una fuerza social que nosotros ya hemos perdido.

Por eso, por ejemplo, en Inglaterra las conversiones son muchisimas.

Quien sabe que los Mayas no entendieran con la fin del mundo esta degeneración en curso…

 

 

 

 

El jardin de la juventud que el mundo desconoce

 

Antonio Socci


Las diferentes maneras de vivir la fe.

 

En un periodico italiano leí ayer este articulo que ahora les traduzco poniendolo en el blog. Lo haré de manera literal, sin juntarle u omitirle algo. Las negritas y el subrayado es de él.
Antonio Socci, él que lo escribió, es un periodista y escritor italiano que cada tanto me pasa de leer. De familia pobre se graduó en Letras Modernas a la universidad de Siena. Escribe de argumentos variados pero sobre todo de fe.
Los titulos de sus libros: Indagación sobre Jesús, El secreto de Padre Pio, La guerra contra Jesús, Mistero Medjugorie, Caterina.
Hombre de fe pura, integral, está casado y tiene tre hijos: la major Caterina desde el 12 de septiembre del 2009 se encuentra en coma por paro cardíaco, ingresada en el hospital de Florencia.
¿Recuerdan aquel millón de jóvenes, en el Año Santo del 2000, en Roma, en torno a papa Wojtyla? Cantaban “Jesus Christ, you are my life”. Los periodicos laicos se mofaban de ellos diciendo que en realidad aquella era una fe formal, superficial.
¿Era verdad? ¿Que paso de ellos?
Chiara Corbella es la respuesta. Su historia está emocionando al mundo. Chiara es una guapa muchacha nacida en Roma en el 1984. Su familia, creyente, asiste a la “Renovación carismática católica” en la cual también ella ha crecido.
A los 18 años, en el 2002, durante una romería a Medjugorie, conoce a Enrico, se enamora y después de pocos meses son novios.
La relación es vivaz y alborotadora, con rupturas, según nos contó. La cercanía de los frailes franciscanos los ayuda en el hacer la elección decisiva.
Se casan el 21 de septiembre del 2008 en Asís. Pronto Chiara se encuentra embarazada. Pero aquí occurre el primer drama. Maria, la niña que lleva en el seno, tiene una grave malformación por la cual no podrá sobrevivir después del nacimiento.
Chiara y Enrico deciden igualmente de acogerla, y con un amor más grande; aunque muchos se asombraran y aconsejaran un aborto terapéutico.
La niña nace, pero muere dentro de treinta minutos.
Aquel día Chiara dijo que no era importante la duración de una vida: para ella aquella media hora con su hija había estado uno de los dones más preciosos de su existencia.
“He pensado en La Virgen” recuerda Chiara “también a ella el Señor había donado un Hijo que no era para ella, que habría muerto y ella habría debido verlo muriendo a los pies de la cruz. Esto me hizo reflexionar sobre que tal vez no podía entender todo y pronto, y que acaso el Señor tenía un proyecto que yo no lograba comprender”.
Después de poco llega un segundo embarazo. Increíblemente también esta vez se encuentran graves malformaciones pero los dos jovenes igual se preparan para acoger a Davide como a su niño querido.
Luego descubrieron que también este no habría podido sobrevivir al nacimiento.
Más allá, en el nerero del 2011, Chiara, en una cita pública, dirá: “El Señor ha querido darnos dos hijos especiales. Maria y Davide, pero nos pidió de acompañarlos sólo hasta el nacimiento. Nos ha permitido de abrazarlos, de bautizarlos y de entregarlos en las manos del Padre con una serenidad y satisfacción estupenda”.
Aquel día juntó algo que desbarató a todos. Un nuevo embarazo y un diagnóstico de cancer para ella:
“Ahora nos confió este tercer hijo, Francesco que nacerá entre poco, sano; pero nos pidió también de seguir confiando en El, no obstante que un cancer, descubierto hace unas semanas, intente de asustarnos. Pero nosotros seguimos creyendo que Dios también esta vez hará cosas grandes”.
Francesco nació sano en el mayo del 2011. Chiara – para no perder el hijo – decidió de no curarse como el carcinoma requería. Sólo después del alumbramiento enfrentó la operación y la quimioterapia, en la espera de ser todavía a tiempo.
En cambio el miércoles santo de este año supo de los doctores que el cancer había vencido y que se encontraba en la fase terminal.
Chiara ha muerto a los 28 años el 13 de junio de este año.
En una carta a su pequeño Francesco escribió: “Voy en el cielo para cuidar Maria y Davide y tu quedate con tu papá. Yo desde lo alto del cielo rezaré para vosotros”:
Poco antes del “nacimiento al cielo” Chiara dió la gracia: ”¡Os quiero! ¡A todos!”
En la iglesia a las exequias habían mas que mil personas. Estaba la foto de la bonita cara de Chiara que quiso que a cada uno fuera donado el signo de una vida que empieza: todos recibieron una mazeta con una plantita verde.
Enrico, el esposo, en una conmovedora charla, contó que, paradójicamente cuando en la Pascua supieron que no había nade que hacer para Chiara, empezó “un periodo espléndido para nuestra familia…. hemos vivido juntos como nunca….todos juntos para buscar la salvación de Chiara…que, segun sus palabras, occurrió en manera del todo diferente”.
El papa Roberto susurró: “Aprendí de mi hija que no cuenta la duración de una vida, sino como la vivimos”.
Chiara tocaba el violín y solía repetir: “Hemos nacidos y nunca más moriremos”.
Hay un jardin en el mundo donde florecen estas meravillas. Donde occurren cosas estupendas, inimaginables en otro lugar. Es la Iglesia de Dios. Ninguno de los poderosos y de los sabios lo conoce.
Para ellos y para sus periodicos la Iglesia es todo lo contrario: pero en el jardín luminoso de Dios florecen silenciosamente jovenes como Chiara.
En aquel jardín Jesús de verdad pasa, fascina y llama también a esta generación y nosotros vemos los hijos hacerse los amigos del Salvador del mundo.
Son invisibles a los medios, pero grandes a los ojos de Dios.
“Si confias en El, descubriras que en este fuego, en esta Cruz no te quemaras y que en el dolor hay la paz y en la muerte hay la alegría”
 

 

 

Familia frente al estado

Hay dos maneras de encarar el asunto.

La primera: objetiva, práctica.

La familia, así como la hemos entendida desde su aparecer con hombre y mujer, está desapareciendo.
Y al igual que la familia, está desapareciendo la comunidad, el pueblo como un conjunto de mismas raíces, sustituidos, reemplazados por el estado.

Pero el asunto no es así simple como se escucha porque las consecuencias de este reemplazo llegan al desmoronamiento, a la caída, de la sociedad humana, que se funda en la familia, que trae su fuerza, sus verdaderos vínculos, en la familia.

Y mucho de lo que estamos viendo: la pérdida de la fe, el creer en nada o nihilismo, el egoísmo, el hedonismo, la denegación – incapacidad-no voluntad – del compromiso, el convencimiento que sea derecho todo lo que queremos, que no sea nuestro asunto empeñarse sino de los otros, sale de aquí, de la familia que no es más el centro y el fundamento de la vida asociada.

Disculpen si repito lo que ya escribí:

“El auge del estado del bienestar puede describirse entonces como la constante transferencia de la función de “dependencia” de la familia al estado, de las personas ligadas por lazos de sangre, matrimonio o adopción a las personas ligada a funcionarios públicos, a burócratas.
El paso final se produjo cuando el estado implantó un programa de pensiones de ancianidad o jubilación: un sistema público de seguridad social, recortando los lazos naturales entre generaciones de una familia, de otra manera dejaba al estado como centro de la lealtad primaria.
El hecho subyacente fue aquí la socialización de otra función de la dependencia, esta vez la dependencia de los “muy viejos” y los “débiles” respecto de los adultos maduros.
Durante milenios, el cuidado de los ancianos había sido asunto de la familia.
A partir de aquí, iba a ser cosa del estado”.

Y donde está pasando esto? En todo el mundo, sobretodo en el mundo más avanzado, más civilizado, lo que llaman el primer mundo.
Vaya, la civilización que mata a sí misma.

¿Y por qué está pasando esto? La explicación más sencilla es que nos hemos equivocado: el positivismo científico nos ha llegado a la civilización, al desarrollo, como algo que pudiera salir en contra del hombre, sin el hombre, afuera de su espíritu ético.

Pero, desde los albores de la humanidad, el hombre siempre ha necesitado una guía moral -la religión, su conciencia, la fe en algo que trascendiera la vida misma- así que cuando nos hemos ido apartando de esos valores hemos caído en ilusiones, espejismos, desaciertos; hemos caído en la trampa del estado y hemos hecho del estado una sublimación, como sustituto de Dios.

El positivismo científico que ha ganado a la vida, a la fe.

Desde que Hegel y más tarde Friedrich Nietzsche proclamaran que “Dios ha muerto” y posteriormente Marx declarara a la religión como el opio del pueblo, la idea de un Dios como garante de una moral con la que conducir la vida terrena ha sido sustituida por la figura del Estado como institución moral y garante a su vez de todas las prebendas antes atribuidas a Dios.

La segunda: más íntima, más personal, como intentaré hacerla yo, que me encuentro a ser abuelo sin nietos, que creo en la familia de mi memoria más que en la de ahora (la llaman moderna, o mejor, posmoderna).

Hablaba hace tiempo con un amigo de Italia: me decía que, en el “liceo clásico” (la escuela secundaria más calificada, adonde se estudian latín y griego) de su ciudad, los hijos de parejas regularmente casadas son mirlos blancos.

Y esto pasa a los treinta años de la introducción del divorcio en Italia.

La ideología de los derechos tiene sus costos y sus consecuencias: no hay nada que hacer; y este costo es lo de borrar el sentido de los deberes naturales, te hace más libre, en una forma total, absoluta, libre también de anular tu especie.

Pero, tengo que aclarar, a látere porque mis amigos entiendan, que esta es una malentendida forma de libertad, no es la libertad en la cual yo creo: esta es una libertad sin responsabilidad, sin compromiso con la vida, libertad sin consecuencias.
Yo entiendo la libertad como un compromiso con sí mismos; pero si bien nada haría para prohibir estas formas de vivir, de entender la vida, en el mismo tiempo reafirmo mi derecho de desdeñarla intelectualmente, de oponerme con mis palabras y mis escritos, porque el camino de la verdad es único y no podemos caer en el relativismo que todo lo que pasa es correcto, es moral. Pasa y entonces tiene su razón:  pero equivocada. Y yo, sin compararme a Dios, le dejo al hombre el derecho de fallar.

Pero en todo esto que está pasando ¿Dónde está la familia?

Falta, no hay más. No hay más aquellas cosas, aquellos sentimientos, quizá banales, las de que nos hablaban los curas, las abuelas, los filósofos del buen sentido, del sentido común: el sentimiento de la vida, la vida que es don, que es espera y esperanza, asombrosa y aturdida necesidad.

Falta la virtud, estamos viviendo tras la virtud, sin la gracia: según Alasdair McIntyre.

Y nos dicen que la crisis de la familia es un hecho económico, las dificultades del cada día que impiden relaciones firmes. Mentiras que el estado y sus pífanos comprados nos imbuyen después de haberla capada a la familia.

Le han quitado su función de núcleo vital, responsable y edificante; han destruido el lugar de las memorias y de los recuerdos, donde se crean lazos afectivos y solidales que permanecen toda la vida y también después.

¿Y para qué?
Para substituirle con la guardería infantil, los asilos de ancianos, la escuela estatal para todos, el seguro social y en adelante, con el objetivo -que más que un accidente inesperado es un resultado buscado y querido- de substituir los papás con el funcionario- burócrata…

Lo que estoy diciendo a veces corresponde más al mundo europeo, con la caída de la natalidad, el hedonismo, el culto del cuerpo y el olvido del anima; pero esta forma de vivir, esta mentalidad, en un mundo que se hace siempre más pequeño, ya va extendiéndose.

Pensar que sea asunto de los demás, que no sea de nosotros, es la manera segura de no darse cuenta del problema, de vivir como el avestruz que frente al peligro se mete con la cabeza bajo la arena.

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Lingüista y filólogo. Escritor. Profesor universitario.

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