Lo que no quieren entender


bilancio

Me pregunto: ¿pero la culpa, la responsabilidad de quién es?

Porque sí es comprensible que los políticos no lo entiendan: viven de la redistribución que les da un papel en el negocio, y por lo tanto cuanto más se redistribuye -cuanto más es fuerte la presión fiscal- tanto más se oficializa, se consagra su función; proprio no me cabe en la cabeza como los fiscalmente presionados, los contribuyentes, todos nosotros que trabajamos –a diferencia de ellos, los otros- no logramos entender que para hacer cuadrar las cuentas, para nivelar las entradas y las salidas, no es la única de subir los impuestos (las entradas) sino, se puede, se debe, es más correcto, más lógico, más justo bajar las salidas, los gastos gubernamentales.

Los gastos del estado son como una bomba que absorbe todo lo que le dan, y cuando no hay más, pide otro. En poco menos de un siglo, en Europa y en los EE.UU. (no encuentro datos de otros países) la presión fiscal ha subido de un 8-10% del PIB a más de 55-60% (En Italia el total tax rate es del 68.3%). Intolerable, absurdo, injusto de cualquier lado vamos a verlo.

Claro los “servicios” que el estado entrega, como hada madrina, han aumentado pero aún más han subido el tamaño del estado y las tareas que éste ocupa con el aplastamiento de la libertad y de la presencia activa del individuo-ciudadano. La consecuencia es la proliferación de la corrupción, de los monopolios, de las regulaciones proteccionistas impuestas por los grupos de interés: lo que nos lleva al alza de los precios, al empobrecimiento y al menor crecimiento.

Aparte de que los llamados “servicios” igual podrían ser adquiridos por los ciudadanos, al menos por casi todos, en un entorno competitivo y por lo tanto con mejor cantidad y a precio más bajo, sólo si el dinero se quedara en los bolsillos de los que lo han ganado y no fuera robado con los impuestos para entregarlo a aquel pozo sin fondo que es el estado social, el estado “benefactor”.

Lo de bajar los impuestos es un tabú insuperable que está matando a Italia, a España, a Francia, también Alemania, sin hablar de EE.UU. y otros países socialistas de que no voy a mencionar.

Este tabú se basa en premisas igualmente inmejorables.

La primera sale del mito keynesiano del estímulo: un shock económico deja la demanda significativa y permanentemente por debajo de la oferta potencial. Según la gente va dejando de gastar dinero, las empresas disminuyen la producción y un círculo vicioso de caída de demanda y producción reduce el tamaño de la economía.
Los gobiernos socialistas, es decir todos los gobiernos en todo el mundo, con el respaldo de la teoría keynesiana, creen, y bien le sale, que el gasto gubernamental puede compensar esta caída de demanda privada y ser un multiplicador del valor de la economía.

Se dice que Keynes afirmó que un programa del gobierno que pague a la gente para que cave zanjas y las vuelva a llenar sería una nueva fuente de ingresos para que esos trabajadores gasten y ese dinero circularía por la economía, creando a su vez aún más trabajos e ingresos.
El argumento keynesiano también asume que mientras el consumo añade inmediatamente crecimiento económico, al contrario el ahorro no lo hace.

Que John M. Keynes haya sido el economista más aclamado del siglo pasado no lo absuelve de estas tonterías.

De todo necesitamos excepto más gasto público.
Aumentar el gasto público significa que tarde o temprano, los impuestos tendrán que crecer aún más. Impuestos visibles (directos e indirectos) e/o invisibles (inflación).
De la experiencia de los países europeos que en los últimos tres años han tratado de superar la crisis mediante la reducción de la deuda (reduciendo los gastos) y han empezado a crecer de nuevo, no quieren aprender.

La segunda y también más difícil de superar pues está radicada en el comportamiento, en las expectativas de todos nosotros es que el mal costumbre de pretender todo como un derecho ha destruido el deseo de emprender, de hacer, de construir nuestro futuro, no con las donaciones del estado, limosnas a mendigos, pero con la voluntad, el compromiso, la determinación.

Hemos tenido malos maestros que nos han guiado por un camino que conviene a ellos y daña a nosotros.

Y me temo que cuando nos demos cuenta será demasiado tarde.

¡Ojo!

 

 

Un pensamiento en “Lo que no quieren entender

  1. Alberto Muñoz 20 de julio de 2013 en 13:16 Reply

    Tengo un mezcal de castilla que compramos el fin de semana en El Mezquital…buonnissimo, cuando gusten son bienvenidos a degustarlo. Saludos

    Alberto Muñoz

    Me gusta

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