Rothbard, veinte años después


rothbard

 

Han pasado 20 años desde la muerte de Murray Newton Rothbard, economista y filósofo estadounidense, un judío de origen bielorruso que ha desmantelado el sistema de pensamiento liberal clásico para implantar, uno de los primeros en Estados Unidos, una doctrina libertaria coherente.

 

Me da gusto hablar de este intelectual, inconformista y aquí casi desconocido, con la esperanza de que este escrito empuje a las personas interesadas a un conocimiento más profundo.
Tomo inspiración de unos escritos de Carlo Lottieri, Nicola Iannello y Stefano Magni, filósofos, científicos políticos y periodistas italianos.

 

Si, en las palabras del filósofo austriaco Karl Raimund Popper, el liberal es un anarquista que se da cuenta que no puede hacer sin el Estado, Rothbard llegó a la conclusión opuesta: el liberal coherente, no sólo se da cuenta de que puede prescindir del Estado, sino que debe hacer todo lo posible para eliminarlo.

Su horizonte era la anarquía, en el sentido etimológico, orden político sin gobierno, sin estado.

Pero en contraste con los anarquistas colectivistas clásicos (desde Bakunin y Kropotkin) que apoyaron la lucha contra el Estado a partir de una profunda renovación de la humanidad, a Rothbard le vale el hombre así como es, con su egoísmo, sus costumbres, tradiciones, ideas racionales o irracionales.

Rothbard, de hecho, no era un utopista visionario, un místico soteriológico; siempre estaba anclado en una visión realista de la humanidad y sus instituciones espontáneas.

 

Entonces, ¿cómo llevar a cabo la anarquía “realista”?
Para Rothbard la única salida era la de borrar por completo el estado del mercado.

La seguridad? Que la guarden las agencias de protección privadas, compitiendo entre sí. La Justicia? Los tribunales pueden ser servicios de arbitraje privados. Y las carreteras? ¿Quién dice que el Estado es el único que construirlas bien?

Al desmantelar todos los clichés sobre la “indispensabilidad” del monopolio de los recursos, de la violencia y los servicios básicos, Rothbard teorizó la sociedad sin Estado.

No lo hizo con ejemplos abstractos, sino por su trabajo como historiador de la economía, enseñando como cualquier intervención del Estado en el pasado antiguo, así como en la modernidad, ha hecho más que empeorar la condición del hombre.

Para la solución de los problemas privados no sirven más que los derechos de propiedad, como derecho de todo hombre a disponer de su cuerpo y habilidades.

El individualismo propietario de Rothbard se limita a marcar la diferencia cualitativa entre los asuntos privados y las cuestiones políticas que están fundadas sobre categorías problemáticas como soberanía, territorio, obligación política, ciudadanía: son los derechos de propiedad la base sólida sobre la que se encuentra el modelo anarco-capitalista.

 

No sólo eso. Su mayor contribución a la filosofía política fue la formulación de la ética libertaria, basado en el axioma de no agresión: nadie puede legítimamente comenzar con la violencia. Este axioma funciona como una navaja que elimina cualquier posible legitimidad del Estado, que no puede arrogarse el derecho de acometer a sus ciudadanos, agobiarlos, quitarles sus derechos.

Pues el principal agresor contra los derechos humanos es el estado: los ejemplos más dramáticos de esta agresión son la guerra, una forma de asesinato en masa que viola el derecho a la vida, el servicio militar obligatorio, una forma de esclavitud que viola el derecho a la libertad de la disposición de su propio cuerpo; los impuestos, una forma de robo que viola el derecho a la propiedad privada y también lo de disponer de los frutos de su propio trabajo.

 

En consecuencia, y sin la posibilidad de agresión, el Estado deja de existir.

Como resultado, la única sociedad verdaderamente libre, totalmente moral y respetuosa del axioma de no agresión, es la anarquía.

 

Me doy cuenta que esta teoría parezca vertiginosa y también ha sido un problema moral para todos los teóricos liberales contemporáneos, que se ven obligados a enfrentarse a su propia coherencia: un partidario del estado mínimo, como el mismo Nozick, se sentiría un empedernido estatista frente a la anarquía rothbardiana.

Y el teórico libertario ha puesto más de una vez el dedo en la llaga a sus colegas; con una controversia interminable ha atacado a Hayek, Friedman, Ayn Rand y todos los demás, tratando de socavar sus teorías, demostrando las incoherencias.

 

Rothbard se reconoce en deuda con el gran libertario anti-estatista Albert Jay Nock (y aquí) de quien adopta la distinción entre el poder social (la conquista de la naturaleza) y el poder del estado (el poder político, el uso de medios políticos en contra de los medios económicos y el poder del hombre sobre el hombre, la violencia coercitiva de un grupo sobre el otro), y la lleva a sus estrictas consecuencias: “La doctrina libertaria, por lo tanto, apoya la maximización del poder del hombre sobre la naturaleza y la eliminación del poder del hombre sobre el hombre”.

Por lo tanto hay una diferencia substancial entre las relaciones de libre mercado y la violencia de la intervención del gobierno, sólo el Estado adquiere los recursos a través de la coerción. El hecho de que los estados en los que casi todos vivimos son democracias no cambia las cosas (siempre llevan al matadero): “La mayoría no es la sociedad, no es cada uno de nosotros. La coerción de la mayoría sobre la minoría es siempre la coacción”.

 

 

Un filósofo político del siglo XVII alimentado de realismo, Thomas Hobbes, había dicho que la condición humana no puede nunca estar sin problemas, y para resolver estos fue la necesidad de dar vida artificial al gran Leviatán, el Dios mortal del estado; dos generaciones más tarde, otro filósofo Inglés, John Locke, pensó que, para remediar los problemas de la sociedad humana, fuera necesario establecer el gobierno civil, limitado por los derechos naturales de los hombres.

Después de tres siglos de lucha dramática para forzar el monstruo Leviatán en la cama de Procusto de un gobierno limitado, la propuesta libertaria de Rothbard nos hace comprender totalmente las categorías de la política para una nueva era de libertad.

Después de estatismo y liberalismo, el libertarismo se pone en juego.

 

 

 

3 pensamientos en “Rothbard, veinte años después

  1. Poder y mercado | casaitaliablog 10 de May de 2015 en 18:24 Reply

    […] y filósofo libertario, y de sus relaciones con las tesis de Albert Jay Nock y Franz Oppenheimer (aquí). […]

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  2. Guillermo Favela 7 de noviembre de 2014 en 08:13 Reply

    Muy interesante, gracias por este correo. Voy a estudiar más a fondo el tema y la vida y obra de Rothbard, que, confieso, desconocía hasta hoy. Muchas gracias y un abrazo.

    Date: Thu, 6 Nov 2014 19:28:30 +0000 To: guillermo.favela@hotmail.com

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