Obama y la revolución colectivista


Obama 2

Ya lo sabíamos. Ahora que ha ganado su segundo mandado presidencial, Barak Hussein Obama pretende cambiar la cara a los Estados Unidos.

Intenta echar mano a la Constitución reinterpretándola radicalmente.

Y como siempre, sus palabras son encantadoras, demasiado retoricas –para mi- pero van a tocar el corazón: Obama, a pesar de todo, es la encarnación del sueño americano moderno.

No sé quien sea el escritor fantasma de sus discursos, pero sabe interpretar aspiraciones y deseos del americano medio:

“Recordamos que lo que une a esta nación no son los colores de nuestra piel o los principios de nuestra fe o el origen de nuestros nombres. Lo que nos hace excepcionales –lo que nos hace estadounidenses—es nuestro compromiso con una idea, articulada en la declaración hecha hace dos siglos: “Sostenemos estas verdades para que sean evidentes por sí solas, que todos los hombres son creados iguales, que son bendecidos por el Creador con ciertos derechos inalienables, que entre esos están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad”.
Hoy continuamos un viaje sin fin, para alcanzar el significado de aquellas palabras con las realidades de nuestro tiempo.

El hecho es que Obama junta cabos equivocados, opuestos a las palabras citadas de la Declaración de Independencia:

“… hemos aprendido que ninguna unión basada en los principios de la libertad y la igualdad podría sobrevivir medio esclava y medio libre. Nos reconstruimos solos y prometimos avanzar juntos.
Juntos, determinamos que una economía moderna requiere líneas de ferrocarril y autopistas para acelerar el transporte y el comercio; las escuelas y las universidades para entrenar a nuestros trabajadores”.

La énfasis puesta en el “Nosotros” y “juntos” hace entender la visión del presidente: hay que sustituir el individuo con la colectividad, y la unión que abandera no está en las instituciones civiles, en la sociedad, en la familia sino en “Nosotros, el pueblo” -frase que estaría bien dicha por Chavez- es decir en el gobierno que representa:

Pero siempre hemos comprendido que cuando los tiempos cambian, también debemos cambiar nosotros; que la fidelidad a nuestros principios fundacionales requiere nuevas respuestas a nuevos retos; que preservar nuestras libertades individuales al final requiere de acciones colectivas. Porque el pueblo estadounidense no puede cumplir con las demandas del mundo de hoy actuando solo, como los soldados estadounidenses no podrían haber encardo las fuerzas del fascismo o del comunismo con mosquetes y milicias. Ninguna persona por sí sola puede entrenar a todos los maestros de matemáticas y ciencias para preparar a nuestros hijos para el futuro, o construir las carreteras y las redes y los laboratorios de investigación que traerán nuevos trabajos y negocios a nuestras costas. Ahora, más que nunca, debemos hacer estas cosas juntos, como una nación, y como un solo pueblo.

La esclavitud de la cual Obama habla, la esclavitud de la cual tiene que liberar todos los hombres, las mujeres y los hijos, es la esclavitud de la pobreza.
Si no es sólo un eslogan promocional es el programa, la ambición utópica de todos los socialistas. Bellas y encantadoras palabras que siempre no lograron realizar y que cuando intentaron nos llevaron, como nos ensena la historia del siglo XX, a regímenes totalitarios de terror y muerte. En lo mejor a desastrosas democracias sociales.

Pero este es el camino que Obama quiere perseguir.

¿Y como? La manera socialista de liberar de la esclavitud de la pobreza, no es de crear riqueza sino redistribuir coercitivamente la que hay, es decir imponer la esclavitud del drenaje fiscal a los que la riqueza la producen.

Ya en la campaña electoral Obama había acuñado el lema “No lo hiciste tu” para transmitir un mensaje profundamente anti-individualista: todos somos algo en un sentido colectivo. Es la sociedad que forma, construye los individuos, no mas el revés como entendían los Padres Fundadores.

Entonces el estado, como vocero y agente de los intereses de la sociedad, tiene que ponerse a la dirección de las acciones individuales, crear puestos de trabajos, crear riqueza imprimiendo dinero-papel y adelante.

“Porque nosotros el pueblo, entendemos que nuestro país no puede tener éxito cuando unos pocos que cada vez son menos viven bien y que las mayorías en aumento apenas si salen a flote.  Creemos que la prosperidad de Estados Unidos debe descansar sobre los hombros de una pujante clase media. Sabemos que Estados Unidos florece cuando cada persona puede encontrar independencia y orgullo en su trabajo; cuando los sueldos del trabajo honesto liberan familias del borde de la pobreza. Cumplimos con nuestro credo cuando una niña nacida en la mayor pobreza sabe que tiene la misma oportunidad de tener éxito que cualquier otro, porque es estadounidense, es libre y es igual, no solo a los ojos de Dios sino también a los nuestros”.

¿Pero estamos seguros que este es el secreto del éxito del modelo americano?

Por el momento, por la cuarta vez Obama tendrá que pedir al Congreso una alza en el nivel de la deuda.
«Más impuestos a los ricos. También Jesus lo dice…» es su equivocada forma de entender las palabras del Evangelio confundiendo la coacción de los impuestos con el dono natural de la misericordia y del amor para el próximo.

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