Un símbolo del cristianismo juntado a un símbolo comunista. El movimiento inesperado del presidente indio por cierto ha puesto en incomodidad al Papa, que ha contestado, en voz, baja “este no queda bien”.
Se trata de la copia de una escultura ejecutada por el padre jesuita Luis Espinal Camps, torturado y asesinado en Bolivia en el 1980, a quien Papa Francesco había rendido homenaje pocas horas antes.
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Este regalo es “una contradicción en todos los sentidos. La hoz y martillo representa un régimen sanguinario y violento nacido en Rusia. Tallarnos a Jesús, que ha muerto por nuestras injusticias, dando un ejemplo de amor y solidaridad, no tiene ningún sentido. El crucifijo no se puede juntar a la hoz y a martillo del comunismo”, ha dicho monseñor Roberto Luckert León, vice presidente de la Conferencia Episcopal venezolana.
Más tarde, padre Lombardi, director de la Sala de prensa Vaticana ha negado posibles problemas diplomáticos: “El Papa no ha manifestado alguna particular reacción por el regalo del presidente Morales.”
Luego pero, en una entrevista a Radio Vaticana, padre Lombardi ha vuelto sobre el argumento y ha tratado de minimizar, afirmando que en aquel tiempo fue un símbolo que no tuvo “nada ideológico” pero que representó en cambio “la abertura del diálogo que se debió entonces vivir con todas las personas que se empeñaron para buscar la libertad y la justicia en el País.”
!Vaya!
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En todo caso este es el crucifijo que prefiero.
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