La economía moderna se basa en un teorema absurdo impulsado por economistas ignorantes y aceptado por políticos transigentes.
Nos hace aceptar que es la demanda de bienes de consumo a crear los bienes capitales y la ocupación como si los consumidores fueran empresarios.
Todavía ignora la proposición fundamental expresada por John Stuart Mill más de hace un siglo y nunca comprendida a fondo: la demanda de bienes de consumo no es la demanda de factores productivos, justo porque está en competencia con ellos.
Si la demanda de factores productivos tiene que ser alta la demanda de consumo tiene que ser baja y viceversa. La demanda de los consumidores es gasto improductivo porque no aumenta y no reintegra la provisión de los bienes en la economía que es en cambio la función propia del capital.
Las crisis económicas modernas son crisis de insuficiencia de capital.
Del mismo modo no es creación de capital el dinero-fiat creado por los bancos centrales, porque no nace de la única fuente real y cierta: el ahorro de los consumidores.
Pero la noción de capital ya ha sido exiliada de la ciencia y de la política económica, con llena aceptación y total apoyo de la política dirigista e intervencionista, en una palabra socialista, de nuestros tiempos.
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