“Todo lo que sucede en la sociedad en la que vivimos es fruto de las ideas. Lo mejor y lo peor. Lo que debemos hacer es luchar contra las ideas equivocadas. Debemos luchar contra todo lo que pensamos que está mal en la vida pública. Debemos sustituir las ideas erróneas por las correctas. Debemos rechazar las teorías que apoyan la violencia sindical. Debemos oponernos a la confiscación de la propiedad, la manipulación autoritaria de los precios, la inflación y todos estos males que sufrimos.
Las ideas y sólo las ideas pueden traer luz donde hay oscuridad. Estas ideas deben presentarse al público de manera convincente. Debemos convencer a la gente de que son las ideas correctas. El gran período del siglo XIX, los grandes logros del capitalismo, fueron consecuencia del pensamiento de los grandes economistas clásicos, Adam Smith, David Ricardo, Frédéric Bastiat y otros. Simplemente necesitamos reemplazar las mejores ideas por ideas equivocadas. Tengo confianza. Este trabajo será llevado a cabo por las nuevas generaciones”.
Fuente: Ludwig von Mises, Política Económica. Pensamientos para hoy y para el futuro.
Conferencias del gran economista austriaco en Argentina a finales de los años setenta.
Grandioso, meritorio e ideal programa de compromiso civil.
Si es tarea del pueblo honrado luchar por lo que cree, luchar en nombre de las ideas, entonces Mises, que fue el paladín de estas ideas, nos ha marcado el camino.
Sin embargo, es amargo observar con qué frecuencia estos compromisos son vanos.
Mientras que Mises, con la superior ingenuidad del científico, los ve como un problema gnoseológico, de falta o conocimiento erróneo, Rothbard los encuentra en cambio en la aceptación casi ancestral del poder por las masas y se refiere a este pasaje, tomado de los «Discursos sobre la servidumbre voluntaria» de Ètienne de La Boétie (1552).):
«No hay necesidad de luchar contra este tirano, ni de quitarlo del camino; es derrotado por sí solo, siempre que el pueblo no consienta en su servidumbre. No hay necesidad de quitarle algo, pero no le dé nada. No hay necesidad de que el país se preocupe por hacer algo por su propio bien, siempre que no haga nada en detrimento propio. Por lo tanto, es el propio pueblo el que se deja encadenar, porque si dejara de servir sería libre».
Como se puede leer, es un acto acusatorio contra el auto-sometimiento de los pueblos y Rothbard, cuatro siglos después, llega a decir que “es la obediencia que es un comportamiento, no el rechazo”.
Me vuelven a la mente (fui a recogerlas) las palabras de afrenta que Dostoievski puso en la boca del gran Inquisidor, dirigidas a Jesús:
“¿No le has dicho muchas veces, pues, te haré libre? ¿Pero los has visto ahora a estos hombres libres? Lo pagamos caro, pero al final terminamos este trabajo en tu nombre. Permítame decirte que ahora la gente está convencida de que disfruta de una libertad perfecta, pero nos ha traído su libertad y la ha puesto humildemente a nuestros pies”.
El hecho es que, recuerda Camus, la libertad es un peso demasiado pesado para cargarlo.
casaitaliablog 
Deja un comentario