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A mis amigos mexicanos

Elba Esher 2018

Algo ocurrido en estos días, me refiero al caso de Elba Esther Gordillo, me sorprende, me asombra, me angustia y me horroriza: no sé qué otro sentimiento añadir.

Y Les pido, queridos amigos mexicanos: ayúdenme a comprender, expliquenme su país.

 

Estos son los hechos.

Por los cargos de malversación de fondos, robo o sustracción de dinero, hace cinco años la Sra. Elba es encarcelada (yo suponía que estaba a la espera de juicio).

La misma permanece en la cárcel, o con más frecuencia en las enfermerías de la prisión, durante más de 5 años.

Luego, a principios de este año, si no he entendido mal, por su estado de salud se le concedió el arresto domiciliario en su hermosa casa de Polanco.

Más tarde, sin embargo puede ser que me haya perdido algunos pasajes – por favor ayúdenme – los periódicos la reportan libre y rejuvenecida dando una conferencia de prensa en la que sentencia: «Soy inocente. Muestro a ustedes la resolución judicial que lo acredita. Recuperé mi libertad, y la ‘Reforma Educativa’ se derrumbó».

 

Y este es el punto: hay un fallo judicial que «libera» a la dama.

 

Sin embargo, nunca he leído de un juicio en el que el Fiscal General, o la procuraduría, haya hecho las acusaciones; nunca he escuchado de una audiencia de juicio con la audiencia de testigos a favor y en contra, con argumentos de abogados defensores; de una reunión en una cámara del consejo de la que finalmente salió la sentencia final.

 

Normalmente en otros países, procesos tan importantes para los medios de comunicación como éste habrían tenido la portada de los principales periódicos todos los días, incluso la televisión en directo, y luego las piezas periodísticas de comentario.

 

No he visto nada de esto: tal vez se me haya escapado: por eso Les estoy pidiendo ayuda.

Muéstrenme, déjenme ver, déjenme recordar.

 

Porque no puedo creer que en este país las acusaciones se inventan por motivos ocultos, sin una pizca de prueba; que sin prueba, sin una acusación bien fundada, una persona puede ser encarcelada por cinco años y 11 meses; que sin un debate judicial y una sentencia, un prisionero puede ser declarado culpable o inocente.

No puedo creerlo.

Ayúdenme a creer. Ayúdenme a creer en este país.

 

 

 

Berlusconi encadenado

Berlusconi triste

Quien quiere ahogar a su perro dice que tiene rabia
proverbio francés

Salió un artículo en Italia: “Un crimen en busca de un autor” remedando a Luigi Pirandello, novelista y dramaturgo italiano y a su “Seis personajes en busca de autor”.

Y de veras los acontecimientos que pasaron a Berlusconi, desde cuando en el lejano 1994 entró en la política, tienen un “tiempo” pirandelliano.

“cada uno de nosotros cree que es uno solo, pero eso es una asunción falsa; cada uno de nosotros es tantos, tantos, cuantas son todas las potencialidades del ser que hay en nosotros… Conocemos únicamente una parte de nosotros mismos, y con toda probabilidad, la menos significativa”.

Es el concepto de la máscara. Del camuflaje que todo hombre tiene, creado por la propia persona o, por el contrario, impuesto por la sociedad.

En el drama citado (Seis personajes en busca de autor, del 1921) la trama nos enseña de un teatro en el que se está ensayando una pieza nueva del propio Pirandello, donde entran seis personajes: son criaturas de la imaginación de un artista que al buscar a un autor están ansiosos de realizar su destino. Y le dicen al Director teatral:

«…usted sabe que la vida está llena de absurdos que ni siquiera necesitan parecer verosímiles, porque son verdaderos… Digo que la locura sería precisamente lo contrario: esforzarse en crear cosas verosímiles para que parezcan verdaderas. Por otra parte, lo que usted llama locura… es la razón de ser del oficio de ustedes.«

Es una demostración de la incapacidad del realismo para desentrañar la realidad.

Algo parecido con Berlusconi.
Ha sido condenado en uno de los cien procesos que la magistratura independiente y apolítica –así se define en Italia- ha abierto en su contra: el caso Mediaset (Mediaset es una empresa italiana dedicada a la comunicación televisiva controlada por el Grupo Fininvest, propiedad de Silvio Berlusconi).
Los cargos, ahora demostrado definitivamente por la Corte Suprema de Casación, son: malversación de fondos, fraude fiscal y falsedad en documentos contables.
Los hechos son la sobrevaloración ilegal en la compraventa de los derechos de películas producidas en los EE.UU. que, a través de pasajes por empresas extranjeras, empujando hacia arriba el precio permitió la formación de fondos negros.

De este modo Berlusconi habría embolsados 280 millones de euros (en dólares, libras esterlinas, francos suizos y franceses y florines holandeses) en negro, sin pagar impuestos (fraude fiscal) y defraudando a sus accionistas (falsedad en documentos contables).

Los periódicos han publicado el otro día el fallo de 208 páginas del Tribunal Supremo que condenó a Berlusconi.

No, no se pueden leer todas: la logorrea de abogados y jueces es proverbial. (En la primera fase del proceso los fiscales llenaron 500.000 hojas de actos…).

Pero lo que se puede ver es que: primero, Berlusconi ha dimitido de su cargo en Mediaset en enero de 1994; segundo, desde entonces no ha tenido contacto con los dirigentes de Mediaset («Berlusconi, aunque no sea resultado de tener trato directo con los ejecutores materiales de la gestión financiera Mediaset …); tercero, el mecanismo de fraude fiscal fue concebido por él (espero que esto se encuentre en la inmensa motivación) y ha continuado funcionando incluso después de convertirse solamente en accionista; cuarto, los altos ejecutivos de la compañía siguen siendo los mismos, más o menos, incluso después de haberse entregado a la política, -la cita anterior, de hecho continúa (… dejó que todo vaya sin cambios en el mantenimiento de posiciones estratégicas en los temas elegidos por él y que continuaron para manejar los asuntos a fin de permitir la continuación de los crecientes costos de Mediaset para el propósito de la evasión fiscal «); quinto, el máximo culpable de la fraude es Carlo Bernasconi, gerente de la sociedad difunto en el 2001, tal que, según los testimonios de algunos (que pero hablan de oídas), estaba siguiendo las órdenes de Berlusconi. (La cursiva son palabras extraídas de las motivaciones del Tribunal).

Los argumentos no son concluyentes. Si el mecanismo fue inventado por Berlusconi, y si Berlusconi salió de Mediaset en 1994, haber diseñado el mecanismo, si constituye un delito, está cubierto por la prescripción.
Culpable es posiblemente quien lo hizo marchar después, no el que lo inventó.

Pero aquí está el punto. Los testigos según los cuales Carlo Bernasconi seguía las directrices establecidas por Silvio Berlusconi no aseguran haber sido testigos de los supuestos contactos o haber escuchado con sus oídos Berlusconi, quien dio estas órdenes. Sólo dicen estar convencidos de este hecho.
Y luego los testigos reales que la defensa había pedido que oír fueron rechazados por el Tribunal.

Los jueces de los tres grados del pleito ya están convencidos, no quieren escuchar opiniones, testimonios que puedan comprometer su certeza; pero no pueden decir que hay pruebas ciertas de las culpabilidad.
Pero esto en Italia contra de Berlusconi no sirve.

Hay que dar unos pasos atrás.

En 1994, un desconocido, Silvio Berlusconi, tuvo un éxito electoral extraordinario e inesperado.
Fue suficiente para esto entender que, muerta la Democracia Cristiana, partido católico hundido en 1992 por “Manos Limpias” no estaba muerto a su electorado anti-comunista.

Mani pulite fue el proceso judicial que descubrió una extensa red de corrupción que implicaba a todos los principales grupos políticos -pero no los comunistas (¿?)- y a diversos grupos empresariales e industriales.

Desde entonces, el régimen de la política italiana no ha cambiado: Berlusconi es el baluarte contra la izquierda y toda la política de este último consistía y consiste en ir en contra de este hombre solo, objeto de una feroz e implacable odio.

Sobre todo por una parte de la magistratura afine a posiciones de la extrema izquierda, Magistratura Democrática.

En este sentido, es interesante leer lo que escribe ahora un periodista, Corrado Guzzanti, quien en ese momento estaba muy cercano de las posiciones:

Los magistrados de aquella corriente «Emmedi» (Magistratura Democrática) no hacían ningún secreto de su misión política mientras llevaban la toga y todos más o menos decían así: “Nosotros, como profesionales de la justicia tenemos que hacer todo lo posible para bloquear cualquier persona o partido que pueda obstaculizar el avance de la izquierda”.
Allí no le importaba nada de nada – políticamente hablando – lo que era verdadero y lo falso, de quién era bueno y quién era malo, siempre y cuando la línea va por delante.
No teníamos, nosotros revolucionarios jóvenes y jóvenes magistrados de aquel entonces, nada liberal: la palabra «libertad» era útil para lápidas y canciones partidistas que solíamos cantar en voz alta, porque veníamos de una escuela de pensamiento -común a todos los comunistas, sino también a todos los fascistas y nazis del siglo pasado- que lo único que importa es la toma del poder, sabiendo que en esta toma del poder, como cualquier parto difícil, se necesitan buenos ginecólogos, a veces del fórceps, así como de la hoja de bisturí.
«La revolución no es una cena de gala», dijo Lenin a Bertrand Russell horrorizado por las ejecuciones masivas en Moscú, e incluso la justicia no debe ser tan obsesionada con los modales, o simplemente con la idea «burguesa» del juez tercero, independiente, sereno, colgando en la percha con el abrigo también sus ideas.

Algo similar ocurrió en la psiquiatría, en los mismos años.
Fue Franco Basaglia, psiquiatra y profesor universitario, que encabezó en Italia la lucha política contra los manicomios. Siguiendo el dictamen marxista sostuvo que no hay enfermedad mental, pero sólo la enfermedad generada por la clase burguesa que, con sus contradicciones y violencias crea la enfermedad, la esquizofrenia y la paranoia.
Por lo tanto el desorden fue tratado como una cuestión política: “No se trata sólo de cerrar los manicomios sino de hacer estallar la fuente principal de la burguesía misma, o sea la familia burguesa, de la clase media.”

La lucha contra la familia por los socialistas de todos los tiempos tiene una tradición antigua y lástima que muchos, también en la Iglesia, no se den cuenta.

Es sintomático que dos reguladores clave de la estabilidad social, la psiquiatría y la justicia han sido movidos por el mismo impulso ideológico y en el mismo año. Y que desde entonces sigan propagando las consecuencias de esa distorsión ideológica.

Querían por el contrario, asegurar la victoria de quien estaba en el carro de la toma del poder y procurar la derrota de quien estaba al otro lado obstruyendo la izquierda

El certificado penal de Berlusconi se convirtió rápidamente en muy negro justo desafiando “la alegre máquina de guerra” de Achille Occhetto (el candidato comunista a los comicios del 1992) y cuando la redujo a pedazos.
Salieron de inmediato ráfagas de avisos de inculpación que me recordaron a los asesinos enviados por Al Capone, cuando se cargaban a alguien, antes de apretar el gatillo estaban ansiosos de señalar: «Nothing personal: it’s just business» No es nada personal, es sólo una cuestión de negocios, y disparaban.

Pienso también, hablando de Manos Limpias, que el poder judicial tenía desde 1980, por lo menos, todos los elementos para dar rienda suelta a una campaña de moralización política del robo, de la mezcla de negocios y la política, como he documentado con la entrevista histórica y exitosa con Franco Evangelisti pasado a la historia en las noticias como “A ‘Fra’ que necesitas”.

La respuesta del poder judicial fue el silencio. El sistema de suministro financiero de los partidos políticos, el Partido Comunista en la cabeza, estaba muy bien a esa parte de la Magistratura Democrática y sólo cuando dejó la consigna para decapitar a la Primera República, pusieron el grito en el cielo, en la necesidad de hacer limpieza, de castigar y demoler.
Antes, ni siquiera un respiro.

Operación Manos Limpias con trompetas y tambores anunció el descubrimiento del Mediterráneo, anunciando que los partidos tomaban el chantaje de los empresarios mientras el Partido Comunista, a pesar del Código Penal y la Constitución, lo tomaba, a escondidas, de la URSS.

Agradezco a los amigos periodistas Gianni Pardo e Corrado Guzzanti por la amabilidad en el dejarme compartir sus artículos.

El sueño

sueños

El sueño de la gente honesta es que los policías encarcelen los asesinos, agarren los violadores, los que secuestran a la gente, los ladrones, que den con los que roban el dinero a los que lo han ganado.

Pero esto pasa en un mundo ideal, utópico es decir que no hay en ningún lugar, en ningún país, que no hubo en ningún tiempo. Por eso le llamé sueño que sería aquella forma de ver la realidad como nos gustaría verla y no como es.
Porque la realidad es que los que matan a la gente casi nunca se encuentran; los que violan a las mujeres siguen jactándose, los que secuestran, bueno, no encuentran los secuestrados ¡faltaría más! encontrar los secuestradores; los que nos roban el dinero lo hemos votado y ahora están en las Cortes.

Una forma de tomar el pelo, o, mejor dicho, de engañar a la gente honesta es hacer que la gente crea que todo lo de arriba se haga: que la justicia funcione, que los policías agarren los delincuentes, que los políticos trabajen para nosotros y nos hagan ricos.
Y, a decir verdad, los ceresos (y además el nombre: no cárcel sino centro de recuperación social) están llenos, no hay lugar para nadie más.
Afortunadamente cada tanto, bueno no tanto, unos se huyen, o se matan, o se ahorcan, y así queda lugar para otros presos. El reciclaje es continuo.

Por otro lado, es justo decir que los que están dentro de la cárcel no son los peores, y no todos, no siempre son los culpables.
La estadística nos cuenta que alrededor del cincuenta por ciento de los presos están todavía en espera de juicio: es decir están adentro sin una condena, sin que un juez, previa audiencia de las partes, el fiscal y el abogado de defensa, haya emitido una sentencia de culpabilidad.

Bueno, los jueces son pocos y tienen mucho que hacer, sobre todo en el verano…

A veces, pero en este caso son responsables las guardias carcelarias, a un preso desde muchos años, aun cuando debería salir, no le dicen, él ha perdido la cuenta, y se queda otro tiempo adentro. A veces es mejor así. El mundo afuera es terrible.
Conocí a un hombre adentro de la cárcel, era un buen hombre. Tengo sentido que a veces los mejores son los de adentro. Bueno, después de muchísimos años al fin salió de la cárcel y… lo mataron.

¿Quién fue? Quien sabe; parece que no sea asunto de la justicia hacer justicia. Alguien dijo “ajuste de cuentas” y entonces es correcto así.

Para que sea claro estoy hablando del país de donde vengo: Italia.
Afortunadamente México es otra cosa.

Berlusconi, un proceso político

Berlusconi triste

Incluso fuera de Italia no disminuyen las reacciones y comentarios a la sentencia del Tribunal de Milán que condenó en primera instancia, Silvio Berlusconi, a siete años de prisión e inhabilitación perpetua de los cargos públicos para concusión y prostitución de menores.
Una especie de cadena perpetua política impuesta contra el gran enemigo de todos los tiempos, Silvio Berlusconi.

En el mismo juicio se le acusa a más de 30 testigos de haber mentido: que sería no haber dicho, bajo juramento, lo que los jueces querían escuchar.

Para aclarar los acontecimientos casi siempre presentados, especialmente en el extranjero donde prevalece una cultura estatista-justicialista, en una forma facciosa y no correcta, propongo algunas reflexiones sobre el tema.

De paso tengo que decirles que en Italia hay tres niveles de apelación (esta es la primera), que para dar cumplimiento final a una sentencia en contra de un parlamentario senador sirve el visto bueno del Senado, que, dado los tiempos (largos) de la Justicia y la edad del acusado, … prácticamente nada va a suceder.

Pero el problema es otro y muy grave. Como dijo un agudo comentarista en Italia: “Hasta ayer la eliminación física de opositores políticos fue un hecho revolucionario, y luego fuera del sistema legal existente. A partir de hoy, en cambio, es un hecho jurídico, es decir, dentro del ordenamiento jurídico vigente”

Y esto para mí es el núcleo central de la cuestión: toda una clase de magistratura izquierdista (no toda la magistratura pero la parte más influyente y conectada a los poderes “facticos”) intenta manejar y guiar la vida social-política del país asumiendo autoridad y potestad que no le compiten.

Esto empezó con Manos Limpias (Mani pulite) en 1992 cuando se descubrió una extensa red de corrupción que implicaba a todos los principales grupos políticos del momento y a diversos grupos empresariales e industriales.

(Como consecuencia de estos hechos que eliminaron todos los partidos existentes, sin tocar, por extraño que parezca, el viejo Partido Comunista Italiano, Silvio Berlusconi, que hasta entonces sólo había sido un empresario rico y exitoso, se dedicó a la política.)

Desde entonces los fiscales y los jueces, siempre más politizados a la izquierda, asumieron un papel, afuera de cualquier regla o ley, de justicieros y moralizadores.

Esto -que es típico de toda cultura revolucionaria, la de moralizar el hombre, hacer el “hombre nuevo”, bajo el control y la guia de supuestos jueces “superiores”- es también muy raro pues los mismos que quieren liberalizar cualquier conducta sexual son los que luego condenan ante el tribunal un ex primer ministro por sus “cenas”.

Entonces estos modernos revolucionarios, por un malentendido concepto de moralismo, de puritanismo falso e hipócrita, por un resentimiento socialista hacia éxito y riqueza, confundiendo moral con justicia, quieren condenar a uno por sus vicios, por sus pecados, olvidando la lección de Lysander Spooner: los vicios no son delitos.

Para limpiar el campo, tengo que decirles que nunca aprobé la conducta de quien, en aquel entonces, era el gobernante como incompatible con la función y no porque sea yo moralista que me importe lo que cada uno hace en taparrabos en la intimidad de su casa.

Y después de todo este es el hombre de siempre, con sus defectos, con sus vicios, con sus “pecados”.

¿Queremos hablar sobre los amores de Kennedy? ¿O el «pasatiempo» en la Casa Blanca de Clinton? ¿Y lo del rey Juan Carlos de España, que tenía cientos de amantes y llevaba una compañía alegre de niñas cuando pasó sus vacaciones de invierno en una famosa estación de esquí en la Valtellina (Italia)? Por no hablar de que incluso Mitterrand nombró primer ministro a su ex amante, Édith Cresson. ¿Completando con Chirac apodado “cinco minutos ducha incluida”?

Para llegar a esta condena política, nos han hablado de un delito de explotación de la prostitución infantil cuando ni siquiera hay la evidencia, la prueba de por lo menos uno o más actos sexuales consumidos; así como de un delito de extorsión sin que se encuentren quienes la sufrieron. ¿Qué pasó con los funcionarios del Estado que deberían ser condenados al igual que Berlusconi? ¿Cómo es posible condenar a una persona, el supuesto extorsionador, y no a los funcionarios que se dejaron extorsionar?

Creo que vale la pena hacer consideraciones que van un poco más allá: en el vacío de la política, ahora entendida como facciones de funcionarios públicos irresponsables, como camarillas de empresarios y financistas coludidos en busca de poder y dinero, se radica, juega un papel predominante el poder judicial como ahora está organizado en Italia.
Absolutamente autorreferencial, no electivo, con un poder casi ilimitado de interdicción. Como una casta sacerdotal, inamovible, no criticable.

Es claro que un juicio de este tipo, sólo la primera instancia, no puede ser tomado en serio y es poco probable que sea confirmado en otros niveles.

Sigue siendo, sin embargo, el significado político de la historia: en un momento difícil para el país, con un gobierno de “acuerdos amplios” apoyado por el PDL (partido de Berlusconi), poner Berlusconi de espaldas a la pared y convencerlo quitarle el enchufe al gobierno para asuntos personales, los jueces se habrían ganado el juego.

Un juego de ajedrez, una guerra de nervios: la pelota está en el ex primer ministro.

A ver qué pasa.

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