Coca Cola en París – 1950


Los que me conocen ya saben de mi aversión a las bebidas azucaradas, ¡por supuesto prefiero a las alcohólicas! , y ante todo a la Coca-Cola.

No por el hecho que venga de los Estados Unidos, hay algo bueno también por allá (pero poco), sino porqué es algo, sabor, dulzura, manera de tomar, que se pone en total contraposición de mi manera de concebir el mundo.

 

No parezca exagerado esto del mundo: de hecho la Coca-Cola, y todo lo que le sigue y le rodea ha cambiado el mundo.

 

Tengo que volver, y mis cuatro lectores me disculparán, a los días lejanos de mi primera vida en Italia.

Que se esfuercen por ver con mis propios ojos: años inmediatamente después de la Gran Guerra Mundial; en Italia, destrucción, escombros, miseria. Era necesario reconstruir, partiendo de cero.

Y vi, ante mis ojos ingenuos y quizás torpes de niño, el despertar de un renacimiento de la voluntad y el compromiso.

Lo logramos o, mejor dicho, ellos lo lograron.

En medio de esta humanidad dolorosa y trabajadora, fatigada pero fuerte y orgullosa de sus objetivos, aquí aparece, junto al Plan Marshall (que por cierto les fue más útil que a nosotros) la Coca-Cola con su imagen festiva y siempre alegre, sonriente y feliz.

 

Una contradicción patente, para mí.

Era un deseo de dar una visión endulzada del futuro, de hacernos olvidar con un sorbo centelleante los horrores del pasado.

Pero, quién sabe, había algo bueno en esta locura, habría dicho Shakespeare…

 

 

Ya, Coca-Cola.

A nadie le gustó, demasiado lejos de nuestro gusto italiano, europeo.

Comenzaron a distribuirlo gratuitamente, para los hogares, los primeros carteles en las calles, publicidad con imágenes y sonidos atractivos en los cines.

Lo asociaron, fueron maestros en estas campañas de marketing, con una vida libre, poco a poco más y más transgresora: se podía beber de la botella, caminando por las calles; sin vergüenza.

Y ganaron; cambiaron nuestras reglas, nuestra forma de vida, nuestra forma de comer y nuestra forma de tomar.

 

Uno no puede oponerse, ¡ pero juzgar sí !, a la vida que pasa, a las modas que cambian, a los estilos de vida que se marchitan…

 

 

La foto que he puesto arriba la saque del internet, tiene como título Coca-Cola en Paris, 1950. Increíble y fascinante.

Es emblemático, y expresa perfectamente, además de lo de ellos, mi estado de ánimo, de aquella época y de ahora.

Mira las caras desconcertadas, sorprendidas, casi repugnantes de los clientes de este típico bistró francés. Acostumbrados, que sé, a los pastis o calvados, los codos descansando en el banco, ver un vaso de Coca-Cola servido. ¡Puah!

 

A veces una imagen dice más que mil palabras. Os dejo con esta imagen y mi asco.

 

 

 

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

La sottile linea d'ombra

Hunting the light - arte e poesia

cooperatoresveritatis.wordpress.com/

Mi è stata data una spina nella carne (2Cor 12,7)

MerryBoosters

Tips and Tricks for smarter Baking and Cooking.

start.me Blog

Get informed and inspired by your personal start page

Inchiostronero

leggere, comprendere, sfogliare, osservare

Jerónimo Alayón

Lingüista y filólogo. Escritor. Profesor universitario.

The Italian Conservative

Blog conservatore per il libero mercato

Blog kulinarny - NOMART.PL

Nomart Artur Nowicki - Wyroby domowe

terra di nessuno

dialoghi con giampiero tre re